¿Están las instituciones del arte abiertas a la interlocución y al debate?

El llamado “diálogo con el sector” no sólo opera en escenarios definidos por estas instituciones (consejos, asambleas, comités) donde la crítica y el cuestionamiento por parte de la comunidad artística no siempre es tenida en cuenta. Esta interlocución también puede darse en espacios como Esfera Pública, donde tanto el público como la relación con lo público es algo que se manifiesta y se redefine constantemente a través de procesos donde el medio artístico ejerce su derecho ciudadano a revisar críticamente la gestión de las instituciones públicas y sus programas dirigidos a la comunidad artística y ciudadana…

Si existe un cambio de foco en relación con la crítica de arte, es que hay un desplazamiento desde una crítica de especialistas en torno a la producción artística, hacia un proceso de interlocución crítica realizada por artistas, curadores y público en general en torno a instituciones y políticas culturales, proyectos curatoriales, e incidencia de las lógicas del mercado en el medio artístico y cultural.

Mientras en un comienzo cada debate en Esfera Pública estaba precedido por una toma de posición que casi siempre tomaba el formato de denuncia de una arbitrariedad institucional (censura, malos manejos administrativos, esquemas expositivos inoperantes, ausencia de crítica, etc) con el paso del tiempo –y los debates- algunos miembros de esta comunidad han comenzado a reflexionar sobre sus dinámicas y a preguntarse si los debates deben llevar a conclusiones, proveer soluciones para los casos que critica y si se debe participar en espacios oficiales de interlocución que operan a partir de la lógica del consenso.

Los artistas, curadores, estudiantes, gestores, docentes, museólogos, periodistas y demás personas que participan –escribiendo, leyendo– en Esfera Pública, utilizan también esta plataforma para buscar un interacción con instituciones públicas que, supuestamente, están abiertas al diálogo con las distintas esferas de la comunidad artística y ciudadana que representan.

En algunas ocasiones esta interlocución ha funcionado directamente a través de cartas y entrevistas, en otras, por medio de vías jurídicas. También hay un diálogo a mediano y largo plazo como es el caso de los debates recurrentes –en esta y otras esferas– sobre curadurías independientes e institucionales que ha incidido para reformular prácticas y modelos expositivos.

El llamado “diálogo con el sector” no sólo opera en escenarios definidos por estas instituciones (consejos, asambleas, comités, mesas de debate) donde la crítica y el cuestionamiento por parte de la comunidad artística no siempre son tenidos en cuenta. Esta interlocución también puede darse desde espacios como Esfera Pública, donde el medio artístico ejerce su derecho ciudadano a revisar críticamente la gestión de las instituciones públicas y sus programas dirigidos a la comunidad artística y el público en general.

En este contexto, y teniendo en cuenta casos relacionados con instituciones públicas que se han venido debatiendo de forma recurrente en este espacio como el de la Galería Santa Fe, el Salón Nacional y las exposiciones y becas que promueve el Banco de la República, Esfera Pública estará realizando en el curso de las próximas semanas una serie de entrevistas (iniciamos con la del Instituto Distrital de las Artes, publicada en días pasados), textos y acciones dedicadas tanto a revisar estos casos como a incidir en sus posibles desarrollos y transformaciones.

 

Jaime Iregui

5 comentarios


Al oído de los artistas contemporáneos de Colombia: presencia y resistencia

Jaime:

Muy oportuna su intervención. Por lo inusitada entiendo que usted también nos invita a hacer presencia y resistencia ante el despojo anunciado: la Galería Santa Fe en el Distrito Capital: el Salón Nacional en el país. Pienso que es necesario convencernos de que tenemos un respaldo para nuestras ideas y acciones en la tradición que mencioné en otra intervención, una tradición que  inicia Marta Traba con el proyecto del Museo de Arte Moderno de Bogotá, el cual también está amenazado de muerte. En nuestro país, esta figura lo arregla todo más tarde o más temprano. Ante la inminencia de la muerte estética de la Galería Santa Fe, los amigos y la familia del arte deben cesar en sus pujas para exigirle a los concernidos una muerte digna para este espacio.

 

Jaime: su idea de animar el diálogo imposible que está pidiendo el campo de las artes plásticas hace años, es muy importante, pues, es notable cómo los artistas ya ni quiera hacen resistencia, es decir, ni siquiera dialogan consigo mismos. Por lo menos dialoguemos entre nosotros ya que al régimen burocrático le duele hacerlo, así muchos de nosotros ya hayamos realizado el sueño de Warhol: somos máquinas felices. La resistencia ahora la hace la burocracia (los pájaros tirándole a las escopetas). No obstante, los artistas tienen razón en su apatía, pues, por ejemplo, es mucho lo que hemos dicho en el pasado sobre la Galería Santa Fe y todo lo que hemos recibido como respuesta es que la Galería es un concepto, una abstracción del pensamiento que se puede arrojar a cualquier parte: otro sofisma más para menores de edad. Los artistas son apáticos también porque intuyen que el diálogo que les propone la burocracia es desigual, pues su aparente deseo de escuchar es sólo un simulacro para legitimar sus muchas alcaldadas. Tienen razones de sobra para no confiar en los Consejos Comunales Estéticos.

Jaime: no sobra volver a afirmar que es necesario insistir en que la falta de conciencia histórica nos está borrando del mapa cultural, así nos hayamos especializado en realizar cartografías estéticas. El olvidó de la historia del proyecto de Marta Traba para el Museo de Arte Moderno, es una vena rota; por ahí nos estamos desangrando, el esteticismo de alguna crítica institucional, que a nadie importa, nos ha llevado a este estado de cosas. Por supuesto, la consciencia histórica nos muestra muchas cosas de la tradición mencionada que dejaron de existir, y eso nos desanima. Aunque no debemos dejarnos desanimar por esa realidad que hemos contribuido a configurar con nuestra apatía. Sí: la Galería Santa Fe está caída, pero porque nosotros la dejamos caer para seguir el juego del régimen liberal, el cual propicia la ruina de todo aquello que le molesta para luego desaparecerlo y quedar como un benefactor de aquellos a los cuales arruinó y desgració. Si mira la página web de la Galería Santa Fe es una vergüenza. ¿Por qué no hemos tenido funcionarios idóneos en la dirección de la Galería habiendo en el campo artístico tantas personas competentes? La clientela burocrática es la responsable: ¿cuál fue el balance entregado por parte de la anterior administración de la Galería Santa Fe? Ninguno de nosotros ha preguntado: la verdad, ¿para qué? Bien sabemos que la incompetencia administrativa en nuestro campo siempre queda impune.

Pregunto ahora: ¿es esto lo que quieren los artistas? No lo creo. Sin embargo, somos tan pocos y nosotros sólo nos preocupamos por cortarnos las orejas mutuamente. Esfera Pública ha sido el escenario preferido para este juego estético, a veces perverso. Pienso que el nuestro es un gremio pequeño que debe buscar sobrevivir a como dé lugar. Pero no acomodándose a las directivas burocráticas. Al contrario, debemos generar nuestro propio horizonte aprendiendo a dialogar y reconociendo los méritos de nuestros contradictores. ¿Qué opinan de recoger firmas y hacérselas llegar a los candidatos a la alcaldía? ¿Usted conoce a alguien cercano a ellos para hablar directamente con ellos de nuestros problemas? Este es el momento indicado, pues, todos quieren “escuchar” al pueblo, inclusive al estético. ¿Podemos hacer acciones en este sector del Planetario Distrital y aunar fuerzas con Juan Luis Rodríguez? Si el parque de la independencia debe quedarse ahí, lo mismo debemos exigir de la Galería Santa Fe, pues, el próximo mes de Julio cumplirá cuarenta años en ese lugar. La Galería Santa Fe recoge la historia del Museo de Arte Moderno que allí inició actividades en esa fecha. ¿Les hacemos un llamado a todos los ganadores del premio Luis Caballero? Pienso que ellos están obligados moralmente y deberían asumir este liderazgo.

Jaime tengo una diferencia que manifestarle: estas actividades que le propongo no son crítica de arte. Son una crítica ciudadana a las políticas culturales: son acciones políticas como todo acto artístico. La crítica de arte tiene el propósito de comprender las ideas que introducen los artistas con sus obras en tiempos de paz. La crítica a las políticas surge de la insatisfacción que nos atraganta cuando todo lo que vemos a nuestro alrededor es corrupción y tráfico de influencias para robarse lo público. Usted ha suprimido la diferencia entre la producción de sentido y la producción de obra. Aunque las dos actividades apuntan a lo mismo –mejorar nuestro estar en el mundo – , son diferentes. La crítica de arte amplia el sentido del pensamiento del artista, mientras que la crítica política que realizan los artistas es una declaración moral que encarna en una obra mediante la setencia: “NO QUEREMOS SER GOBERNADOS DE ESE MODO”. De esta manera lo planteó Michel Foucault de manera magistral, por eso es bueno recordarlo aquí:

Jaime, para finalizar, otra vez celebro su intervención: arriesguémonos a pensar nuestro destino y nuestro tiempo. Hagamos presencia y resistencia. Demostrémosle a la futura administración, LO QUE PUEDE EL CUERPO DEL ARTISTA. Vayamos en masa el próximo miércoles 8 de junio a las 7 P.M., a la inauguración de la exposición del tercer artista nominado al premio Luis Caballero, para hacer presencia y resistencia y para exigir que la Galería Santa Fe siga allí, presente el circuito de espacios artísticos, por su puesto, pero con funcionarios idóneos.

Cordial saludo

PS: a Jaime Cerón:

¿Y de aquello qué? Han pasado varios meses después de sus declaraciones y seguimos en el limbo.

No entiendo porque puede parecer inusitado que desde Esfera Pública se abra un espacio para revisar la posibilidad de diálogo con las instituciones, más aún si desde el primer debate (año 2000) se ha hecho manifiesto este interés, así como la propuesta a pasar de una crítica de especialistas sobre la producción artística hacia una interlocución crítica en torno a las distintas prácticas institucionales y artísticas.

La idea misma de invitar a esta última revisión del diálogo con las instituciones se dio a partir de varias situaciones. La primera de ellas es que el Ministerio de Cultura plantea que el futuro del Salón Nacional se decidirá en unas mesas de debate diseñadas por el mismo Ministerio. La segunda -luego de un largo proceso que viene desde hace 3 años- fue invitar al naciente Instituto de Artes que nos contara qué planes tiene y qué acciones específicas va a adelantar con la Galería Santa Fe. Según nos comenta la recién nombrada Gerente de Artes Plásticas, el futuro de este espacio y del Premio Luis Caballero se definirá con la participación de los actores del medio artístico en unas mesas de trabajo. Está también el silencio del Banco de la República ante los cuestionamientos que se le han hecho sobre el Comité de Adquisiciones y el debate reciente a partir de la Carta Abierta de Lorena Espitia.

Ante las primeras dos situaciones entiendo perfectamente que haya rechazo y escepticismo, pues en el pasado han sido varios los casos en que este llamado a que el medio artístico participe en el diseño de políticas y procesos se ha utilizado por parte de las Instituciones para llenar el “indicador de participación” y legitimar decisiones que la mayor parte de la veces están tomadas de antemano.

Recuerdo el caso de la Ley de Cultura, en la que participamos con mucha expectativa, el de unas fallidas mesas de trabajo promovidas para replantear el Salón Nacional en 1996, así como otros tantos donde el llamado a la participación no arrojó los resultados esperados por el medio artístico.

En torno al caso del debate sobre el Salón Nacional del que nos habla Jaime Cerón (Asesor de Artes Visuales del Ministerio de Cultura) en una pasada entrevista, espero que en un futuro próximo el mismo Asesor nos adelante en qué va el asunto y que cada artista o interesado decida qué hacer una vez se sepa cómo serán estos mecanismos de participación y si realmente hay posibilidad de que sus aportes se tengan en cuenta. Los mismo pienso en torno a las mesas de trabajo que realizará el Instituto de las Artes el próximo mes de julio.

En cuanto a los llamados a la acción que se hagan a partir de estas entrevistas y participaciones, sobra decir que cada cual está en completa libertad de hacerlos y, si es el caso, seguirlos. Por ahora les invito a escuchar distintos puntos de vista en torno a la posibilidad de este diálogo con las instituciones en una serie de entrevistas, textos y revisiones del archivo de Esfera Pública que se están publicando a partir de esta semana.

Aclaración:
 
Jaime: tiene razón en su comentario; tal y como está formulada, la expresión es ambigua. Inusitado quiere decir poco acostumbrado. Ahora, con ello no quiero decir que su interés por lo público o por hacer una pedagogía del diálogo sea nuevo. Hacía referencia a una modalidad novedosa que aprecio en su nota y la cual me parece bastante interesante. Su intervención la comprendí como un editorial. Esta modalidad es la que denomino inusitada porque puede ser bastante útil para los visitantes. En una cuartilla usted presenta de manera general los problemas que le preoucupan y analiza algunas ideas hacia los cuales tiende la opinión en Esfera Pública. Ojalá se editorialice más seguido. Sus lectores a veces queremos conocer su opinión sobre lo que pasa en Esfera.
 
Cordial saludo.

Entiendo Jorge. Y sí, el texto puede tener un carácter editorial. Lo escribí el año pasado y lo públiqué en el grupo de Facebook de Esfera con el ánimo de activar un diálogo -que no se dio- en ese espacio. Dadas las situaciones recientes que menciono en el pasado comentario, le hice unos cambios y lo re-publiqué para darle contexto a esta serie de entrevistas y textos que buscan revisar los procesos de diálogo con las instituciones.

Claro, están abiertas… únicamente en los parámetros y protocolos de expresión de la disconformidad que ellas han planificado. Lo que no se ajusta, lo descartan como quien abraza una doctrina que dicta evitar el riesgo de exponerse en forma real a un diálogo -o aun desencuentro- directo. En el monopolio de las formas de expresión de la disidencia es donde las instituciones -y el poder- hacen explícito su «poder».