Tratar de definir la modernidad como lo hace Carlos Jiménez como la suma de las OBRAS materiales de la modernidad depositadas en un museo o hacer de Greenberg el verdugo es poco menos que original, aunque seguramente novedoso en el medio académico español donde éste tipo de cosas todavía se escuchan con entusiasmo. Y lo es aún más tratar de solventar con la superstición mántrica de la repetición su fin y el principio del Imperio de 1000 años del Reich del posmodernismo de los que ya van… 40?
Los orígenes de la Modernidad y la Crítica no se encuentra en la religión sino todo lo contrario: en la critica, la burla y muchas veces la fobia a ésta. Esto sin sin hablar de la fobia griega y romana a las teocracias orientales y la reivindicación del individuo frente a la religión, el Estado y la retórica moralista en los satíricos urbanos clásicos (la modernidad es urbana por excelencia, asi como la posmodernidad es rural y bucólica por excelencia…) como Marcial, Ovidio y Juvenal, autores que los primeros escritores de la era moderna como Dryden, Swift y Pope traducen y en los se inspiran. El orígen de la modernidad que conocemos se encuentra en la prevención de Hobbes al monarca (Leviathan) sobre el creciente poder de los puritanos frente al estado. Pero el comienzo de la Crítica como como género literario típicamente moderno, el género Burlesco Heróico (Mock Heroic), es el poema «Hudibrás» de Butler (1663-1678) que nos cuenta las peripecias del «quijote» presbiteriano Sir Hudibras y nos habla de su «celo hipócrita de rectificar el mundo», su «fervor rabínico», su «astucia crítica» y «analítica» y su capacidad prestidigitadora respecto al lenguaje.
Es inevitable asociar la decripción que de Sir Hudibras hace Butler con Derrida o Baudrillard y en general con la naturaleza y los orígenes puritanos de la obsesión pedagógica y moralista del posmodernismo, que al igual que el puritanismo y la religión en general es obsesivamente antimoderno. Y ni hablar de su concepción del Estado caritativo y de su nocion de la política como misericordia contemplativa del oprimido.
Aquí un trocito bastante posmoderno del moderno poema:
He was in logic a great critic,
Profoundly skill’d in analytic;
He could distinguish, and divide
A hair ‘twixt south, and south-west side:
On either which he would dispute,
Confute, change hands, and still confute,
He’d undertake to prove, by force
Of argument, a man’s no horse;
He’d prove a buzzard is no fowl,
And that a lord may be an owl,
A calf an alderman, a goose a justice,
And rooks Committee-men and Trustees.
He’d run in debt by disputation,
And pay with ratiocination.
All this by syllogism, true
In mood and figure, he would do.
For rhetoric, he could not ope
His mouth, but out there flew a trope;
And when he happen’d to break off
I’ th’ middle of his speech, or cough,
H’ had hard words, ready to show why,
And tell what rules he did it by;
Else, when with greatest art he spoke,
You’d think he talk’d like other folk,
For all a rhetorician’s rules
Teach nothing but to name his tools.
His ordinary rate of speech
In loftiness of sound was rich;
A Babylonish dialect,
Which learned pedants much affect.
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Carlos Salazar
participación relacionada:
«La modernidad como antigüedad, y como antigualla. Una aproximación a los fundamentos conceptuales de Documenta 12»
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