Peticiones, quejas, reclamos y sugerencias

La exposición se planteó inicialmente como una especulación simbólica sobre el valor de los nombres de unos artistas en una colección en la cual, a fin de cuentas, ni los mismos objetos importaban. Vale decir, además, que en varios casos si las obras pudieran mostrarse, el problema sería en cambio su estado de conservación. Así, de repente, la muestra se convirtió para la Gilberto Álzate en una campaña por los derechos de las obras.

Por Henry Palacio y Susana Oliveros

El pasado jueves 16 de marzo se inauguró en la Fundación Gilberto Álzate Avendaño la muestra Central de abarrotes con el conversatorio de Lucas Ospina, en el que analizó la participación del Comando de Arte Libre S11 en el robo y “recuperación” del grabado de Goya sucedido en esa misma institución en el año 2008. En el conversatorio, Ospina reflexionó sobre la manera en la que el símbolo Fundación y el proyecto cultural se convierte en una forma de disociar la imagen histórica del caudillo conservador. Asimismo, analizó el control de la narrativa dentro del relato del robo del Goya, en el cual los noticieros determinaron múltiples ficciones asociadas al Comando S11, al proceso de recuperación del grabado mismo y a la identidad de él-los ladrones.

El análisis que planteó Ospina en la charla sobre la importancia de la narrativa como posibilidad de transformación del sentido, resulta pertinente en el contexto en el que se produjo Central de abarrotes. Una vez planteada la propuesta curatorial, empezó a surgir al interior de la institución, un ambiente de tensión con lo que se asumió como una ausencia de narrativa de la misma (una exposición sin objetos mostrables). Se argumentaba que la exposición podría suscitar una lluvia de PQRS -peticiones quejas, reclamos y sugerencias. El temor era que el “público general” encontrará inadmisible una curaduría de cajas, guacales y plásticos que como afirmaron los funcionarios de la Fundación Gilberto Álzate Avendaño podría haberla hecho cualquiera, y peor aún, que la exposición de las obras de arte embaladas sin exhibir despertara así conciencia sobre la ausencia de derechos de las obras mismas, ya que estas coincidencialmente tampoco podían ser mostradas.

Este y algunos otros argumentos se convirtieron en la manera desde la cual la Fundación Gilberto Álzate Avendaño, a falta de poder desmontar la exposición, creara una nueva narrativa de la misma. La exposición se planteó inicialmente como una especulación simbólica sobre el valor de los nombres de unos artistas en una colección en la cual, a fin de cuentas, ni los mismos objetos importaban. Vale decir, además, que en varios casos si las obras pudieran mostrarse, el problema sería en cambio su estado de conservación. Así, de repente, la muestra se convirtió para la Gilberto Álzate en una campaña por los derechos de las obras.

En la noche anterior a la inauguración, la cuenta oficial de la Fundación Gilberto Álzate Avendaño publicó un post que incluía el siguiente texto:

“Central de abarrotes. Exposición de la Colección de Arte FUGA que pretende visibilizar el proceso que la entidad está llevando a cabo con los artistas para reglamentar la cesión de derechos de las obras que hacen parte de la colección”

Captura de pantalla de la cuenta en Instagram de la @fundaciongilbertoalzate

El post además incluía en la parte superior del título una suerte de logo en el que unas formas geométricas en blanco y negro aludían juguetonamente a objetos embalados. El diseño gráfico oficializaba la exposición y sugería que se trataba no de un proyecto curatorial que, como Ospina mencionó en la charla supone un acto de crítica, sino más bien como un proyecto liderado por una organización afiliada a la Fundación Gilberto Álzate Avendaño y encargada de trabajar en pro de un objetivo claro: visibilizar las obras de la colección. En este caso, al igual que en otros que han aparecido en Internet, la exposición se promocionaba sin curadores, organizadores, artistas. A diferencia de las otras dos exposiciones paralelas a ésta, y cuyos autores se mencionan siempre con nombre y apellido, el cubrimiento y publicidad que la Fundación Gilberto Álzate Avendaño parece dar de Central de abarrotes no solo ha reforzado esta narrativa, sino que contradice lo aprobado en 2022. ¿En dónde quedó entonces el texto curatorial?

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Este cambio de narrativa de la curaduría, aunque nefasto no fue lo peor, sino que vino acompañado de una constante presión en la cual la censura funcionó no como forma de ocultar, sino como la necesidad de mostrar; mostrar unas obras para ocultar un proceso burocrático que no ha podido resolverse. Todo para intentar alterar el proceso de montaje, y llevando a que a horas antes de la inauguración, apareciera la recientemente nombrada subdirectora Daniela Jiménez Quiroga, a “pedir de manera atenta” que montaramos algunas de las piezas de las que la fundación ya posee los derechos, y que al final de la exposición realizáramos una acción de apertura de las obras, cuyos derechos se hubiesen recolectado a partir de la muestra. Petición que no accedimos en ese momento y aún no accedemos.

Redactamos este texto considerando que, si bien estamos de acuerdo en que en el mejor de los sentidos esta curaduría pudiera haberla hecho cualquiera, lo cierto es que este proyecto de guacales, cajas y plásticos, llevó a algunos funcionarios de la fundación a cuestionar la financiación de proyectos como este, que desafortunadamente –para ellos-, resultan incómodos. Obligándolos, además, a asumir estrategias derivadas de la práctica artística contemporánea, produciendo una identidad visual para legitimar una narrativa totalitaria que han querido reiterar, poniendo en evidencia nada más que una falta de autocrítica. Al decidir no mostrar, Central de abarrotes terminó mostrando las tensiones de la colección de arte de una institución que sigue en pugna por auto legitimarse.

A los que no han ido, les rogamos no dejen volar su imaginación y más bien recorran la muestra, antes que desembalen las obras y lluevan ahí si todos los PQRS.

[1] https://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/03-21-2023-en-la-fuga-tres-miradas-artisticas-un-valor-historico

[2] https://www.elespectador.com/el-magazin-cultural/obras-en-guacales-comida-bogotana-y-cantos-sacros-en-las-nuevas-exposiciones-de-fuga/