William López responde a las críticas y habla sobre su salida del Museo Nacional

Hay muchas versiones sobre su salida del Museo Nacional, pero, para usted, ¿cuál fue la razón principal por la que el ministro pidió su renuncia?, ¿Qué responde sobre el cuestionamiento del Premio Nacional de Museos, otorgado a Edmon Castell, a quien sus críticos relacionan con usted en calidad de amigos?

El exdirector del Museo Nacional de Colombia, quien renunció a su cargo el pasado 21 de marzo, habló con la periodista Andrea Jaramillo Caro de El Espectador sobre los detalles de su salida, la polémica que ronda al museo y sus reflexiones frente a la situación. Enlace al final a la entrevista completa.

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Hay muchas versiones sobre su salida del Museo Nacional, pero, para usted, ¿cuál fue la razón principal por la que el ministro pidió su renuncia?

Tiene que ver con el proceso de evaluación del nuevo convenio, que estaba en manos del área jurídica del museo, el área financiera del ministerio y el área de contratos. En ese proceso apareció una inconsistencia. Me di cuenta cuando en la puja que se da en SECOP, el miércoles 20 de marzo, mientras estaba en la primera reunión de iniciativas museológicas indígenas, el abogado me comentó que encontraron un error. En ese momento pensé que se trataba de una equivocación que, en otro contexto, habría sido subsanable y no habría tenido la dimensión que tiene, pero no me demoré en escribirle al ministro para informarle. Le dije que, aunque no entendía la dimensión de ese error, asumía la responsabilidad y el costo político del mismo. Al día siguiente, una vez hice el concepto técnico sobre el error, el ministro, a través de la secretaría jurídica, me pidió la renuncia.

¿Cuál fue la inconsistencia?

Una de las casillas del cuadro Excel en donde se estaba levantando la información numérica de los documentos habilitantes y de las propuestas de contrapartida no asumió la fórmula que se estaba usando. Fue un error que no vio el abogado del museo, tampoco lo vieron los abogados del área de contratos. No habría sido tan grave si al final del proceso la ESAL [Entidad Sin Ánimo de Lucro] que iba ganando no se hubiese autoinhabilitado, dando oportunidad a las ESAL que habían sido inferiores a entrar nuevamente en la puja por el contrato.

Si consideraba que el error era subsanable, ¿por qué cree que pidieron su renuncia?

Viéndolo en retrospectiva, entiendo que habían llegado unos anónimos a la secretaria general. Realmente no les puse mucha atención porque estábamos muy concentrados en otra cosa, ahora entiendo que se estaba construyendo una campaña de desconfianza sobre la idoneidad, transparencia y propiedad con la que mi equipo, y particularmente yo, estábamos administrando el museo. No me lo explico de otra forma. Yo fui feliz en el museo. Estaba absolutamente realizado y estoy convencido como profesional, historiador de los museos y doctor en Historia del Arte, de que lo que estábamos haciendo era absolutamente correcto, pertinente y, además, colectivo. La ley de museos y la reconstrucción de este recinto se estaban discutiendo con el sector. Lo estábamos pensando de forma muy sinérgica, con nuestros colegas del Consejo Nacional de Museos. Nada de ello se hizo a espaldas. Siento mucho que mis colegas del museo estén pasando por este momento tan penoso. Siento que no haya podido percibir las resistencias, no haber entendido su virulencia. Me cuesta mucho entender este proceso de forma más compleja. Supongo que hay cálculos políticos que escapan a mi comprensión. Sin embargo, en las últimas tres semanas en el museo, logramos avances significativos, como el reconocimiento de los proyectos del Museo Afro por parte de la Comisión Primera de la Cámara, en colaboración con la bancada afro y la vicepresidencia. Este logro evidencia nuestro compromiso, participación y cuidado en la organización del proyecto. A pesar de los desafíos y la desconfianza, haber conseguido que se creara el Museo Afro como el primer museo estatal a nivel nacional, es una prueba clara de que estábamos en el camino correcto.

¿Qué responde a las críticas que se han hecho sobre su relación con la maestría en Museología de la Universidad Nacional y su rol de director?

Colombia está viviendo un proceso de tecnificación y profesionalización de los museos que es tremendamente tardío, en comparación con países como Brasil y México, donde existen numerosos programas de formación en museología a nivel de pregrado y posgrado. Este proceso lo iniciamos a mediados de la primera década del siglo XXI, liderado por profesionales como Marta Cumbariza, con el objetivo claro de transformar las condiciones de administración de los museos. Ha sido algo paulatino. Aquí no estamos hablando solo de una profesionalización de espaldas a la realidad. La maestría en Museología desde su proyecto de fundación tiene un objetivo político muy claro: transformar las condiciones de administración de los museos. La maestría en museología, desde su concepción, busca no solo formar profesionales, sino también democratizar la administración de la memoria en el país, considerada un derecho fundamental. Este enfoque se enfrenta a una tradición oligárquica arraigada en las estructuras de la sociedad, y busca superar la visión superficial de los museos como meras instituciones para exhibir arte y organizar eventos sociales. Es un planteamiento burdo pensar que contratar a los egresados de la maestría fue una operación clientelar mía. Esa es la peor de las difamaciones. Lo que hicimos es necesario para el país: la profesionalización y la tecnificación de los museos, sin eso no hay democracia simbólica.

Otra de las críticas que le han hecho a su gestión es por una supuesta incidencia suya en las becas de investigación…

Yo no tenía ni la menor posibilidad de incidir en esos procesos. Reformulamos completamente, a partir de la asignación presupuestal, la matriz total de los estímulos y de los reconocimientos que el Ministerio da en el capítulo de estos recintos y ese es un logro que me parece muy importante. En 2022 se habían otorgado $500 millones, en 2023 la ministra entregó $1.000 millones y este año el ministro Correa nos había dado $1.200 millones. Me parece importante contextualizar el Premio Nacional de Museos hace parte del reconocimiento de la especificidad de los museos. Así como los cineastas y los creadores tienen su India Catalina y la gente de música tiene otros tipos de premios, parte del reconocimiento del valor de los museos y del trabajo de los trabajadores de los museos está ahí. El programa de estímulos y concertación tiene una serie de jurados. Aquí no me cuestionan a mí, sino a los tres grandes profesionales de museos que fueron los evaluadores.

¿Qué responde sobre el cuestionamiento del Premio Nacional de Museos, otorgado a Edmon Castell, a quien sus críticos relacionan con usted en calidad de amigos? Se especula que esto incidió en la victoria de Castell.

No puedo negar que Edmon es un gran colega con el que hemos armado la maestría. Sin embargo, no soy yo quien otorga ese premio. Además, él es uno de los museógrafos con la mayor tradición. Si hubo un trabajo importantísimo en la Universidad Nacional fue la creación de la dirección de patrimonio, que lo hizo Edmon Castell. Y el programa de ida y vuelta, ahí se realizaron más de 170 exposiciones que se llevaron a territorio dentro de la Universidad Nacional. Edmon ha estado trabajando denodadamente por este país. Esa es otra gran infamia, pues yo no intervine en lo más mínimo.

Hay cuestionamientos frente a las contrataciones que realizaba, que mencionan que pudieron estar influidas por el hecho de que estas personas hubieran hecho parte de la maestría en museología. ¿En qué criterios se basó para formar su equipo?

Tienen unos méritos y unas trayectorias profesionales y, por el otro lado, el perfil de profesionales que necesitaba el proyecto de transformación del museo. Esos son los dos elementos. ¿Quién me podía ayudar a entender de qué tipo de plan museológico estamos hablando? No era cualquier profesional. Necesitaba alguien que hubiera trabajado con las comunidades en el territorio. Entonces, los dos criterios son, por supuesto, los méritos, su trayectoria profesional, su forma de abordar personalmente y por el otro lado, el proyecto que yo tenía entre manos. Esos son los dos grandes espacios.

Otras acusaciones mencionan que no renovó contratos o que obligó a renunciar a personas que tenían una larga trayectoria en el museo. ¿Qué responde a ellas?

Cualquiera que llega a una institución pública y que necesita a su lado a profesionales que requiere en esos dos criterios, en su trayectoria profesional y con un proyecto en mente, se hace su equipo. ¿Eso es ilegal?

 

Entrevista completa aquí

Publicada el domingo 7 de abril en El Espectador.

1 comentario

No entiendo bien la respuesta. ¿Está diciendo que el problema es que las entidades que no ganaron se alertaron y por eso se dieron cuenta del error? ¿Fue un error o se pretendía adjudicar indebidamente a Arteria? ¿Está diciendo que había una campaña en su contra y fue traicionado ?