Respuesta a la directora del MAMM

La directora del MAMM, María Mercedes González, habló en un Live de Instagram de Comfenalco. Se refirió a la caída del 60% de los ingresos del Museo debido a la pandemia y afirmó que lo que se realiza en el salón de eventos, así sea una exhibición abierta al público y de impacto mediático, no tiene relación con la programación, ni con los aspectos discursivos del Museo.

Frente a las declaraciones de la actual directora del MAMM, en charla “Desde el sofá” Live de Comfenalco, hoy 4 de mayo a las 8:00pm.

La urgencia económica de los espacios culturales (consecuencia de la pandemia, responsabilidad de unas políticas culturales mediocres del actual gobierno):

no exime a las instituciones culturales de la coherencia respecto de lo que se exhibe en ellas. Independiente de si es en un salón de eventos. Los límites entre la necesidad de recursos, y la misión cultural de la institución deben ser claros, legibles, explícitos, en estos también se construyen públicos críticos. Si existen espacios específicos con fines comerciales (completamente necesarios), no tienen porqué estar por completo desarticulados de un proyecto general sobre aquello a lo que se le da visibilidad.

Decir que lo de Maluma 2.0 fue un evento privado es desconocer la inmensa resonancia mediática de la exhibición. Es minimizar el hecho. Desconocer la discusión, negar el desacuerdo.

-Decir que lo curatorial no se pronuncia al respecto porque al ser un evento privado no hace parte de la programación del MAMM, deja ver que las decisiones dependen de un comité económico, y no de un trabajo conjunto que sea capaz de sopesar los pros y los contras de una exhibición de este tipo. Insisto que, en este caso al ser por completo mediática, no se limitaba a un evento ‘privado’, lo cierto es que exigía al menos de una conversación abierta, no solo al interior de la institución, también con los públicos.

-Decir que se necesitan recursos económicos no puede ser el argumento, si bien es cierto, y lamentable (respecto de la improvisación de políticas públicas sobre la cultura) también es cierto que hay un debate necesario que el Museo debería aceptar, reconocer como bienvenido, y afrontar.

La gran responsabilidad pedagógica de un museo también consiste en invitar a ver, en este caso a la figura de cera de un cantante. Invitar a ver, enseñar a ver, implica la formación de unos criterios, ¿Por qué es válido que se exhiba ahí esta figura? ¿Cómo podría relacionarse significativamente con la actividad cultural que se desarrolla alrededor y en el interior del museo? ¿no vale acaso la pena formar públicos? Yo creo que sí. Y definitivamente creo que se equivoca al justificar el silencio respecto de esta actividad por completo visible, repleta de reflectores, diciendo que “quien alquila el salón decide…”. No, es cierto, no debe serlo, al menos en este caso.