Cuando hablaba de la lamentable formación política y el oportunismo de nuestra intelectualidad de medio del arte seguramente me refería también al ladino dialéctico quien en lugar de rebatir punto por punto los argumentos del contrario, -como evidentemente Vergara no hace, teniendo a disposición la conferencia sobre el «Fin de la Pintura» que sospecho oyó o mejor, espió, o el texto sobre «Arte Social y Responsabilidad Social Corporativa» que dicté en los Andes que salió escrito por éste medio ,- nos quiere vender la idea de que la Crítica basada en las contradicciones de un sistema a examinar no existen y son pura cosmética y revancha sentimental.
Para explicarlo con un ejemplo más adolescente acorde al tono que le emociona a Vergara: es como si el señor Düring (no se si Vergara en su supuesta formación posmoderna sabe quien es Engels) argumenta en su favor que el Anti- Düring es el producto resentido de la mente de un burgués alemán frustrado que no pudo terminar el colegio debido a que su padre lo puso a trabajar en una casa de comercio, arruinando así su adolescencia al privarlo de compañeritos de juego y buenos maestros. Al odiar Engels a su padre, se conviritió en verdugo de la representación superegótica de éste: Düring y el capitalismo.
En una aproximación critica a Vergara, éste, al no poseer las armas dialécticas del desmonte cuidadoso de mis textos que a su vez parecen estarlo desmontando a él mismo en su estructura sentimental, primero se remolca en otra persona (José Ignacio) y segundo desarrolla la paranoia analítica seudofreudiana de que todas las causas tienen origen en su referente simétrico y que el origen de la Crítica está en la biografía y la historia emocional, Y lo mejor. Se encuentra a punto de crear para placer del «desarrollo irrestricto del capitalismo» una nueva disciplina: los orígenes fisiognómicos (análisis de la conducta por los rasgos físicos y de raza) de la Crítica.
La crítica mi estimado amigo no se hace más que desde la coherencia lógica de la propuesta y sus elementos constitutivos matemáticos. Porque supongo que sabe quien es Wittsgenstein. Decir otra cosa es, en términos de su supongo querido Danto hablando de la Belleza y lo frívolo, puro colaboracionismo.
En cuanto a mi mercado me alcanza para jugar polo, el deporte más burgués que se conozca. Aunque a veces pienso que con un par de obras comprometidas puestas en Europa me iba a jugar a Argentina un año.
Y Vergara, a qué jugara a parte de, a la «Rémora crítica»?
Carlos Salazar