Por Jorge Sanguino
En la mayoría de los artículos que he publicado en esferapública utilizo el modelo de Ponzi para explicar un modo de funcionamiento del mercado del arte. El modelo Ponzi es una forma de fraude que atrae a los inversores y paga beneficios a los inversores anteriores con fondos de inversores más recientes. En el caso del arte, sucede de la siguiente manera: los que manejan la pirámide elevan el precio de las obras de arte de determinado artista, que revenden con jugosas ganancias. Para crear el aumento de precio, utilizan estrategias de marketing. En el mundo del arte el marketing es particular: valores inflados por medio de la participación en las subastas, exhibiciones en museos, artículos de prensa o revistas especializadas y no especializadas, el uso de canales sociales, Instagram, los primeros puestos en concursos públicos maniatados, etc. En la medida que el o la artista encuentra más compradores y más exhibiciones, el precio de sus obras se incrementan. Al final, un limitado número de inversionistas son los que hacen las ganancias jugosas, revendiendo las obras que compraron por bajo dinero. Una gran mayoría pierde el dinero. La mayoría de las colecciones privadas terminan siendo liquidadas, es decir, transformadas en dinero. Otras terminan siendo donadas a los museos bajo la garantía de obtener privilegios tributarios.
Uno de los grandes problemas en la educación de arte es la falta de una descripción valida sobre los mecanismos de comercialización, financiación y especulación con obras de arte, junto al señalar los efectos que producen tales mecanismos. En cambio, se ha consolidado una única narrativa: “El-la artista genio produce obras de arte geniales que vienen a ser genialmente vendidas por geniales galeristas-consultores de arte para coleccionistas geniales que vienen a ser expuestas al público gracias a geniales curadores-curadoras.” Al final, el éxito comercial del artista se explica con la palabra “genio”. La precarización del arte, el carácter extractivo y exclusivo del sistema del arte son silenciadas. El fracaso financiero de una persona que decide ser artista, (explicaría esta narrativa) es mera y única responsabilidad del individuo. La narrativa supone que el sistema de arte es un sistema incorrupto, construido por la búsqueda de valores de “belleza”, “lo estético”, “talento”, “progreso social”, etc. Sin duda, hay muchos actores del sistema del arte que creen y trabajan bajo estos ideales. Pero el sistema de arte no funciona ideológicamente, esconde las manipulaciones y las influencias de grupos de intereses. Observemos por un momento, para dar un ejemplo, el uso de los museos e instituciones públicas para crear valores económicos privados. Pareciese que la falta de interés de defender lo público o por lo menos, el interés de hacer critica a ciertas políticas culturales, se ha concretado en una falta de vergüenza. Esta semana lanzan en Bruselas un producto financiero con el que inversionistas se transforman en “accionistas”. Adquieren acciones (shares) representadas obras de arte. Este modelo no es nuevo. Hace unos años estaba de moda crear fondos cerrados con inversión en obras de arte. Lo diferente es que esta empresa financiera, en cuyos comités se sientan miembros de la aristocracia Europea, integra abiertamente a los museos e instituciones como “shareholders” de la siguiente manera: ¿eres museo o institución? Entonces tu labor será exponer las obras de nuestros accionistas para que así podamos elevar los precios y aumentar las ganancias de ellos. Que los museos o instituciones en su mayoría de sean públicos, sostenidos con los impuestos de los ciudadanos no es considerado dentro de la lógica de la especulación financiera que busca privatizar las ganancias. ¿por qué el museo debe mostrar una pieza determinada que le pertenece a un grupo privado? ¿por el afán de hacer exhibiciones de moda, estilo “Blockbuster”?
Hay muchos mecanismos que podríamos analizar y divulgar. De esta manera entenderíamos que la constitución del canon de arte es gran parte producto de intereses, zonas de concentración geográficas de capital, exclusividad y algo de suerte. Entender que la historia de arte contemporánea se ha construido a partir de una sola narrativa nos da la posibilidad de reaccionar instaurando nuevas y contra narrativas, más integrales, más ambientales, sociales y políticas.
Esfera Pública ha sido muy amable en volver a editar el artículo ¿Son los memes una amenaza para el mercado del arte?, que era una respuesta a un artículo de la conocidísima consultora de arte Lisa Schiff. En su artículo, Schiff criticaba el surgimiento y éxito de la “pintura meme”. Refiriéndose a una pintura que se torna viral como un meme y que, como lo hemos visto, todo mundo quiere adquirirla, exhibirla, o escribir sobre ella. Si bien compartimos su crítica inicial, era necesario contextualizar la pintura meme en otra génesis. En gran parte, la consolidación de la pintura meme se debe a la acelerada aplicación de métodos Ponzi. Es decir, crear valores especulativos altos sin ninguna base sólida. El artículo de Lisa Schiff fue el artículo más leído y comentado del portal de noticias Art News. A Lisa Schiff le hice llegar nuestra publicación. Pero, nunca obtuvimos ninguna respuesta. No lo esperaba de alguien que tiene clientes como Leonardo Di Caprio.
Hace pocos días el mundo del arte recibió la noticia que Lisa Schiff se declaró en quiebra, y que además enfrenta demandas millonarias. La base de la demanda describe que la consultoría de arte de Lisa Schiff funcionaba como un sistema Ponzi, recogiendo dinero de coleccionistas para pagar a otros que esperaban los renditos de las ventas de las obras de arte que Lisa Schiff con su dinero había adquirido. Tal vez, la caída de la consultoría tiene más facetas que las que estoy describiendo: pero no deja de ser triste que lo que acusábamos como génesis del malestar en el arte contemporáneo, en ejemplo de la pintura meme, el método Ponzi, no era desconocido por la consultora, y que ella misma aparentemente lo estaba practicando con sus clientes.
Leamos las palabras de Lisa Schiff en un artículo del Financial Times de 29 de Nov de 2017-
«Mi principal trabajo es hacer que el mundo del arte sea transparente, ayudar a capacitar a los coleccionistas. Es un mundo muy complejo y opaco. Si estás en él todos los días, se convierte en algo natural. . . Cuando la gente entra, suele marcharse rápidamente porque se siente amenazada, comete errores o se aprovechan de ella. Así que intento ayudar a la gente a entenderlo … y disfrutarlo».[1]
Palabras paradójicas, porque precisamente a aquellos a los que ella pretendió hacer el mundo del arte transparente, son ahora son sus víctimas a razón de la falta de transparencia misma. Pero no se trata, como diríamos en colombiano, “caerle al caido”, sino insistir en que es el momento indicado para reflexionar sobre lo que está sucediendo en el arte contemporáneo y su crisis: museos que sólo sirven a los más ricos del planeta, galeristas que exhiben arte feminista pero son a su vez depredadores sexuales, arte que es utilizado para evadir impuestos y lavar activos pero luego financian exhibiciones sobre justicia social o ambiental. Academias de arte que elevan los costos de matrículas, políticas culturales que se convierten en ideologías neo capitalistas…
¿Son los memes una amenaza para el mercado del arte?
El 15 de junio de 2022 el portal artnet.com publicó As an Art Advisor, I’ve Watched ‘Meme Art’ Destroy All Logic in the Art Market. Here’s What We Can Do About It, un artículo interesante, no por lo que dice directamente, sino por las otras lecturas que ofrece. Resumo brevemente: su autora, Lisa Schiff, habla de una incisión entre un sistema de valoración económica del arte en el siglo XX y uno en el Siglo XXI. El primero consolidaba lo estético con lo financiero a través de instituciones y autoridades (museos, curadores, galerías, y por supuesto, consultores de arte, como Lisa Schiff), el segundo se sostiene por art influencer y su número sólido de fans en la búsqueda de especulación financiera. Esta erosión del sistema tradicional de valor, tiene consecuencias. Se puede hacer dinero con mal arte, «Collectors will no longer feel safe buying real art. Speculation will prevail. Art collecting will devolve into day trading and gambling». En cada región del mundo hay un ejemplo concreto del mal arte que se vende como pan caliente. En Dusseldorf hay uno muy bueno.
Schiff propone soluciones prácticas, tales como transparencia de precios en los mercados, secundario y primarios, así como mejores controles a los “real time” assessments para los art loans.
Si bien Lisa Schiff describe un fenómeno real en el mercado del arte actual en el que estoy de acuerdo. Sin embargo, su génesis y funcionamiento debe ser mirado de manera crítica.
1. Como la autora lo dice, el sistema de valoración económica del arte del Siglo XX estaba predominante ocupado por hombre blancos. Falta añadir que no sólo es una cuestión de género sino de geografía: hombres blancos europeos y norteamericanos cuyos intereses definieron el canon del mundo de arte e hicieron de éste el modelo dominante. Con 80% del mundo y sus creaciones estéticas excluidas en los criterios del canon de arte occidental, es imposible sostener la idea de la parcialidad y corrección en la competencia para juzgar el fenómeno estético de la obra de arte. Es decir, el sistema de valuación del S.XX era de por sí excluyente y construido de manera errónea.
2. No hay cesura ni erosión entre un sistema de evaluación de arte y el otro, sino un desarrollo (perverso) que promovieron los mismos gatekeepers del uno. A saber, prácticas en la que curadores de museos e instituciones, pagados por impuestos, ofrecen paralelamente consultoría de arte a personas privadas, con el riesgo que lo público (el museo) fuese utilizado para incrementar el valor de la obra de arte ahora en pertenencia de un coleccionista privado. Galerías (muy serias y respetables) que en los últimos años sólo venden la obra de arte, si el comprador, que es un miembro del board del museo, compra dos. Una para él y otra para donar al museo. De esa manera creando un incremento artificial del valor, en tanto la exhibición es sold out, y las obras circulan en los mejores museos. Pero allí no para la cosa. Un lote de obras salen directamente de la galería y terminan través de testaferros en casas de subastas públicas. Una vez que los precios exorbitantes son públicos, comienzan a ser ofrecidas en las ventas privadas. En resumen, las procesos del meme art, mal arte que produce mucho dinero, son simplemente otro nivel de visibilidad, más cínica, de lo que ya sucedía con el mercado del arte contemporaneo.
3. Como lo dice la autora, la mayoría de los meme art son pinturas. Aquí hay una responsabilidad histórica del mismo sistema del arte por su propio declive. El canon occidental se dedicó a consolidar como género principal la pintura y la idea del artista como genio creador, excluyendo al arte que busca más allá de la producción de un objeto, y la creación desde la colectividad. Controles en los flujos de información de precios, modificaciones en los parámetros de valuación pueden disminuir el efecto nocivo del meme art, pero los cambios deben ser estructurales. Soñemos en reescribir los criterios de evaluación tanto estéticos como financieros. Que ellos se sostuviesen por el impacto social, la creación de símbolos culturales de la obra de arte, y, (en esta urgencia climática), otro criterio además fuese el aporte ecológico de ella. Suena utópico, pero no lo es. Simplemente una historia prevaleció sobre la otra y se desarrolló como una narrativa dominante. En este nuevo sistema de arte, todo meme art será bienvenido, toda copia en busca de lo social y lo ambiental será bien recibida.
Jorge Sanguino
Enero 12 de 2023
Notas
[1] https://www.ft.com/content/3f30e458-c92d-11e7-8536-d321d0d897a3
2 comentarios
Creo que hay algo que hay que mirar desde un punto de vista más concreto en relación a lo que llamamos » precariedad» en el Arte.
Esa precariedad se da es por razones económicas , sabiendo , precisamente de que está razón es la que le da sentido a este artículo que acabo de leer.
Ese cuestionamiento que se le da a las pirámides Fonzi , bien lo sabemos , como muestra del capitalismo desbordado en el cual nos vemos atrapados, que no puede funcionar si no precisamente
Dentro los niveles de inversion- producción – superganancia que propone este modelo del capitalismo salvaje que nos abarca.
Pero la pregunta es esa? El único fin del artista es llegar a valer millones de dólares o euros y no su desarrollo en la vida como artista que ve lo que sucede a su alrededor, como testigo de una época , aunque se sabe de por sí que lo que se ve es precisamente un capitalismo desbordado.
Pero que es la precariedad. ? O como se puede entender que en el arte existe la precariedad.
Creo que solo se puede entender esto dentro de la sociología en el arte. Lo socioeconómico. Lo sociopolítico. Entendiendo que en el Arte o en el Artista no hay dogmas.Mas si es evidente que hay realidades las cuales permiten el desarrollo y el no desarrollo del arte o de un artista.
Y son cosas netamente básicas en relación al valor de una obra.
Es decir » costes de producción»
Y cuáles son los costes de producción en un artista?
Simplemente lo que le cuesta a cualquier persona vivir de acuerdo a lo que haga.
Pagar luz, agua, vivienda, taller, tecnología, viajes, cobertura de su obra, investigación y el desenvolverse entre millones de artistas activos que hay en este planeta tierra donde unos son visibles y otros no y los muchos que no es por qué los abarca la precariedad o esto que llamamos precariedad.
Es decir no hay suficiente economía en el artista para sostener los costes de producción.
Creo que sí entendemos esto. Que si el artista puede resolver equilibradamente los costes de producción, los precios de las obras y las obras mismas como Arte tendrían un rumbo más equilibrado y el arte tendría una función como verdaderamente le corresponde. Obviamente sin dogmas. Sin ataduras.
Querido Fabio León,
Muchísimas gracias por tu comentario y observación. Además, porque estamos de acuerdo. No sé si has tenido el tiempo o la oportunidad de leer mis artículos anteriores, que han sido generosamente publicados, corregidos, comentados e ilustrados por Jaime Iregui. Lo que estoy intentando de hace tres años es describir el funcionamiento del capitalismo desbordado como lo llamas, por dos razones principales. 1. Porque nos da otra mirada a la constitución del canon artístico en momentos donde intereses financieros y económicos comienzan a tener efectos. Como por ejemplo, que lo público, los museos, comienzan a servir a esos intereses. 2. En los últimos años, las discusiones sobre artes en los medios, o mejor dicho, el interés se ha centrado en promover la idea del artista que hace millones, el exitoso, precisamente, escondiendo la precariedad del trabajo cultural…y peor aun, el nivel de endeudamiento de los nuevos artistas. No sólo pobres, sino endeudados. Frente a esa narrativa del mundo del arte, que se combina con Jet Set, privilegios y desenfreno, hay que imponer otra que permita reeler, ubicar y decodificar lo que circula en los medios y en los imaginarios.
El tema de la precarización es bastante complejo. Esfera Pública ha desarrollado varias perspectivas, y allí tuve la oportunidad de publicar este artículo que toma muchos de los problemas que mencionas. Estoy muy acuerdo contigo sobre la estrechez del margen económico para la práctica artística, pero me temo, que esta estrechez es además el producto del sistema arte (ayer me di cuenta que este término también lo están utilizando en los estudios de mercado de arte) en cuanto se alinea con modelos globales de capitalismo. Como decía anteriormente, ya no sólo es el artista pobre. Es el artista endeudado, el artista que es un trabajador flexible, autónomo y dispuesto a asumir los riesgos sociales (vejez, enfermedad) por sí solo. Es una gran paradoja, que el arte, que siempre ha luchado por objetivos sociales, ahora sea el primer espacio donde se ejecutan las doctrinas neoliberales del individuo trabajador. Con esto quiero decir, que una vez que el problema va más allá de la resolución equilibrada de los costes de producción, en relación a la ganancia por la venta de obras, sino un problema de sistema…del sistema del arte.