Sobre la situación del Museo de Arte de la Universidad Nacional

Desde 2015 el movimiento estudiantil, sobre todo de la Escuela de Artes Plásticas, ha reclamado y luchado por recuperar este espacio y pedirle a la universidad un cambio en sus políticas culturales. La discusión avanzó mucho en su momento llevando este caso a instancias superiores de la administración, pero la razón por la que no prosperó fue por interrupciones de problemas más urgentes como fue la crisis de infraestructura del edificio 301 y su posterior restauración, el paro nacional estudiantil de 2018 y luego la pandemia y la cuarentena. En el contexto del paro que se dio en marzo de este año, volvió a surgir la pregunta por el museo y las políticas culturales. En este momento no hay ninguna razón de fuerza mayor que pueda atravesarse en el camino, así que es la oportunidad perfecta para reactivar esta lucha.

Por Isabel Cristina Díaz

A partir del cierre (temporal) del Museo de Arte de la Universidad Nacional, el colectivo Juntanza por la Cultura UN ha venido realizando una serie de acciones que continúan en su línea de trabajo de cuestionar el modo en que este Museo ha sido manejado desde hace más de una década por la División de Patrimonio de la Universidad Nacional.

A continuación, las respuestas del colectivo a una serie de preguntas que les hice en torno a esta situación, seguidas de un texto que han venido divulgando por distintas plataformas:

¿Qué intenciones movilizan las acciones que han realizado?

Las acciones que hemos realizado en el museo han tenido como intención por un lado apropiarnos y hacer presencia en los espacios, y por otro, llamar la atención a toda la comunidad universitaria, pero también externa, para que se dé cuenta que estos espacios existen y del problema que ha habido en su manejo. Concientizar a las personas de que estos espacios deberían pertenecernos y enriquecernos, pero que en este momento no lo hacen. Por otro lado, también buscamos reclamarle a la universidad para que que haga algo respecto a sus políticas culturales y que entienda que no son temas secundarios para nuestra vida cotidiana.

¿Qué se ha dicho oficialmente al respecto?

Actualmente, estamos a la espera de respuestas oficiales por parte de la Universidad, sobre todo a una carta que fue enviada por lxs docentes de la escuela de artes expresando su preocupación por el asunto del museo. Desde el grupo de estudios, también estamos en la tarea de redactar un derecho de petición para obtener respuestas claras de la universidad respecto al manejo del museo y sus políticas culturales, y a partir de ahí dar el siguiente paso. También existió un intento de diálogo con la directora del museo y de la división de patrimonio cultural, María Belén Sáez, pero se disolvió el espacio pues realmente no era con ella con quien debíamos hablar, pues el problema es algo más estructural de la universidad. Además, ella tampoco pudo ofrecernos respuestas claras a nuestras preguntas, y se desvió la atención hacia propuestas divisorias que no representaban los intereses de la comunidad.

¿Cuál ha sido la respuesta de la universidad a las acciones realizadas?

La universidad no dio ninguna respuesta ni se pronunció de manera alguna frente a las acciones que se han hecho en el museo en las últimas semanas. Las paredes intervenidas se han vuelto a pintar y los carteles se han arrancado, pero nada más.

Cuando María Belén se reunió con nosotres, inicialmente no quería hablar con toda la comunidad, sino con un pequeño grupo para dividirnos. Logramos convencerla de que aceptara hablar con todes en esa primera reunión, pero realmente no respondió absolutamente nada de lo que se le preguntó, sino que dilató el espacio sin decir nada y orientando la discusión hacia la necesidad de crear espacios pequeños como una mesa de diálogo con un número de estudiantes escogido por ella. No respetó la fecha de la primera reunión de esa mesa y nos pidió cambiarla. María Belén quería resolver el problema con beneficios particulares y acciones superficiales que en realidad no solucionaban las exigencias de fondo que teníamos respecto al manejo de la cultura en la universidad, y quiso evitar que conversáramos con docentes que obviamente tienen mas contexto histórico sobre la situación del museo. Percibimos siempre una actitud manipuladora y divisoria. Espacios como este ya habían fracasado en 2015 por estas intenciones de María Belén de dividir al estudiantado.

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El cierre temporal del Museo se da a partir de junio de 2022, según Circular, «actualmente el museo se encuentra en mantenimiento». Sin embargo, la duda sobre la situación de esta institución no se limita a este cierre, por el contrario, se extiende a temas estructurales como la relación con la facultad de artes, y las actuales condiciones de las colecciones del museo, entre otras. Hace más de diez años Guillermo Villamizar, escribía el texto: «Un museo de Arte Universitario: entre la tradición y las urgencias de la contemporaneidad» al respecto de los cambios en la dirección del museo, la lectura de ese texto resulta importante en la medida en que permite ampliar el contexto de lo que actualmente está sucediendo. Por ahora la pregunta central continúa abierta.

El colectivo Juntanza por la cultura UN, integrado por estudiantes de artes de la Universidad Nacional exponen su posición sobre el Museo en el texto que a continuación se presenta.

 

Situación del Museo de Arte y la División de Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de Colombia.

El Museo de Arte Universitario históricamente funcionaba como un foco cultural importante de la ciudad. Cuando el Museo de Arte Moderno – MAMBO – (que antes estaba ubicado en el campus) se negó a incluir a la universidad en sus decisiones y cambió su lugar físico para conservar su independencia, se creó el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia, este museo funcionaba de la mano con la comunidad universitaria y la Escuela de Artes Plásticas. Aquí sucedieron importantes proyectos como el espacio del Salón Cano, que le daba la oportunidad a los mejores trabajos de estudiantes de tener un lugar de exposición. El museo, al estar inscrito dentro del ambiente universitario, funcionaba no sólo como un espacio expositivo sino que también tenía objetivos pedagógicos, de investigación, educación y conservación de las piezas de la colección Pizano y la colección de arte moderno de la universidad.

Desde la primera década de los 2000 la universidad adelantó reformas que fueron diluyendo poco a poco la importancia de las políticas culturales. Lo que antes era el área de cultura, pasó a ser la División Cultural; un pequeño pedazo de Bienestar Universitario. Parece entonces que la universidad no ve las artes y la cultura con la importancia que merecen y mucho menos con un valor propio, sino como parte de un entretenimiento y pasatiempo. Así mismo, el Museo de Arte junto al Auditorio León de Greiff, Casa Museo Jorge Eliecer Gaitán y el Claustro de San Agustín, pasaron a formar parte de lo que hoy conocemos como División de Patrimonio Cultural. Desde el año 2010 esta división está bajo la dirección de María Belén Sáez, abogada de la universidad javeriana que se ha abierto paso en el mundo de las artes y la gestión cultural de mano de las élites políticas y económicas que siempre han dictado lo que debe ser el buen gusto en este país. Acorde a eso, desde ese momento el museo se ha dedicado a perpetuar esos estándares, invitando a artistas extranjeros y mostrándolos como ejemplos a seguir, para «educar» a los estudiantes y maestros de la universidad sobre qué es lo que debe ser el arte.

El Museo de Arte en este momento es de todo menos universitario. El programa Salón Cano desapareció y la escuela de artes ya no tiene ni voz ni voto en las decisiones que toma el museo. María Belén Sáez y el comité asesor han tratado el espacio como su galería privada, ignorando los objetivos que debe tener un Museo Universitario, sobre todo de una universidad pública. Hoy en día muchas personas ni siquiera saben que el museo existe (entre otras cosas porque lleva varios meses cerrado y antes de eso duró varios años con la misma exposición congelada). Por otro lado, la colección Pizano actualmente está parcialmente puesta en el hall de la Biblioteca Central y en el edificio 301 de Artes Plásticas como una simple decoración, mientras la mayoría está guardada en los sótanos de la biblioteca sin que se le preste ninguna atención ni cuidado. Así es como la universidad trata el patrimonio cultural y artístico del que dice estar orgullosa. De la colección de arte moderno ni siquiera se sabe claramente su paradero.

Los otros espacios que dependen de la División de Patrimonio Cultural se encuentran en situaciones parecidas. El Claustro de San Agustín ha perdido todo diálogo con la universidad, Casa Museo Jorge Eliecer Gaitán está cerrada y casi abandonada, y el Auditorio León de Greiff, antes de que entrara en reestructuración, había perdido muchos de los grupos, talleres y espacios de creación que se habían desarrollado allí en el pasado.

La universidad le ha dado la espalda al arte y a la cultura fragmentando y privatizando espacios que deberían pertenecer a la comunidad universitaria, a estudiantes y a docentes, a la ciudad y a la nación entera.

Desde 2015 el movimiento estudiantil, sobre todo de la Escuela de Artes Plásticas, ha reclamado y luchado por recuperar este espacio y pedirle a la universidad un cambio en sus políticas culturales. La discusión avanzó mucho en su momento llevando este caso a instancias superiores de la administración, pero la razón por la que no prosperó fue por interrupciones de problemas más urgentes como fue la crisis de infraestructura del edificio 301 y su posterior restauración, el paro nacional estudiantil de 2018 y luego la pandemia y la cuarentena. En el contexto del paro que se dio en marzo de este año, volvió a surgir la pregunta por el museo y las políticas culturales. En este momento no hay ninguna razón de fuerza mayor que pueda atravesarse en el camino, así que es la oportunidad perfecta para reactivar esta lucha.

Se conformó un grupo abierto de trabajo y estudio que se reúne los viernes en la tarde en el edificio de Artes Plásticas (301). Este grupo tiene como objetivo organizar los documentos para llevar la reclamación a donde deba ser escuchada, también se pretende abrir la discusión sobre el rol de un Museo Universitario a toda la comunidad de la UNAL. Se han hecho intervenciones y acciones en el espacio y se seguirán haciendo hasta que logremos como comunidad entender la importancia de este tema y logremos que la universidad haga los cambios necesarios en sus políticas culturales.

Necesitamos organizarnos en esta lucha que no es solo de la Escuela de Artes Plásticas y de la Facultad de Artes, sino de toda la Universidad. El Museo de Arte nos pertenece a todes.

 

Juntanza por la Cultura UN