La feria de arte y el artista emergente

En los tiempos del capitalismo. El omnipresente baluarte del mercado que aún en sus fases más leves oscila hasta depurarse de cualquier referencia explícita al valor. Intenta querer manifestarse como un contenido inocente que hubiera podido renunciar a cualquier intercambio. Su faceta más depurada son los capítulos culturales de esas ferias. Eventos en que el valor ha sido purgado hasta su grado cero…

La fuerza de sustracción o arte jamás abolirá el principio del mercado. No por lo menos mientras las circunstancias del mercado constituyan el marco y el motivo de las circunstancias de esa fuerza. Eso significa que la fuerza de sustracción ha sido completamente interferida por la teoría del valor. No pudiendo eludir por ninguna circunstancia su referencia a esa teoría. Ni aún cuando se enuncie de manera estrepitosa o elocuente que la fuerza actúa en consecuencia como una fuerza que finalmente se sustrae de toda referencia al valor del mercado. Esa circunstancia constituye sólamente la ocasión de una enunciación que no puede cobrar plenamente su valor configurando en cambio un enunciado vacío de cualquier poder de realización plena.

La circunstancia de la feria es por lo tanto omnipresente como teoría del valor.

No hay un punto cero en su realización que pudiera actuar como un punto impoluto sustraído precisamente al valor. Esto es. Como un punto al que finalmente pudiéramos considerar plenamente como una fuerza que ha podido sustraerse completamente al valor. Una fuerza que en su total sustracción. Abandonara el valor y actuara plenamente como fuerza. Como encadenando totalmente el hecho de ser el ninguna circunstancia que hubiere vencido la teoría del valor.

En los tiempos del capitalismo. El omnipresente baluarte del mercado que aún en sus fases más leves oscila hasta depurarse de cualquier referencia explícita al valor. Intenta querer manifestarse como un contenido inocente que hubiera podido renunciar a cualquier intercambio.

Su faceta más depurada son los capítulos culturales de esas ferias. Eventos en que el valor ha sido purgado hasta su grado cero para dar paso a una fingida preeminencia del saber agenciado por diligentes curadores y teóricos quiénes elaboran cuidadosos parlamentos y cuadernillos con que la faceta de la devastación completa de ese saber logra enmascararse en su más eficiente y sólida envoltura. El mercado.

También se ha logrado otro cometido eficaz.

El de la mutación del artista marginal.

Quien ahora sonriente ante su más reciente promoción es un promisorio nuevo artista del mercado.

El artista emergente.

Claudia Díaz, octubre del año 2018