Desde la década de 1990, los críticos y curadores han aceptado ampliamente la idea de que el arte participativo es la versión actualizada del arte político: mediante la invitación a una audiencia a participar de su trabajo, un artista puede promover nuevas relaciones sociales de carácter emancipatorio. En todo el mundo, los campeones de esta forma de expresión son múltiples: van desde historiadores del arte como Grant Kester, curadores como Nicolas Bourriaud y Nato Thompson (ver Wow! Awesome! de Juan Obando), a teóricos del performance como Shannon Jackson.
Infiernos artificiales es el primer panorama histórico y teórico del arte comprometido socialmente participativo, conocido en los EE.UU. como una «práctica social». Claire Bishop sigue la trayectoria del arte del siglo XX y examina los momentos clave en el desarrollo de la estética participativa. Este itinerario discurre por el futurismo y el dadaísmo, la Internacional Situacionista, los Happenings en Europa del Este, Argentina y París, el Community Arts Movement de los años 70, y el Artists Placement Group. Concluye con un análisis de proyectos educativos a largo plazo de artistas contemporáneos como Thomas Hirschhorn, Tania Bruguera, Althamer Pawel y Paul Chan.
Desde su polémico ensayo en Artforum en 2006 (Antagonismo y estética relacional), Claire Bishop ha sido una de los pocas teóricas en desafiar las ambiciones políticas y estéticas del arte participativo. En Infiernos artificiales, no sólo examina los aspectos emancipatorios que claman estos proyectos, sino que también proporciona una alternativa a las criterios éticos (más que artísticos) implícitos en estas propuestas. Infiernos artificiales propone un enfoque menos rígido para el arte y lo político, y para las formas más llamativas y audaces del arte crítico y participativo.
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