¿Es posible pensar ahora que «Circundante», la quinta exposición del ciclo de eventos del Luis Caballero no pudiera realizarse? Puede ser. En medio de un clima marcado por la contingencia y las decisiones erráticas, por el limbo presupuestal que implicó la desaparición el IDCT y la postergación del inicio de actividades en la aun atónita (como la directora de la Fundación Alzate), Secretaría de cultura, era algo posible. Sin embargo, la exposición de Edgar Guzmán se hizo -tal vez con las uñas- como demostración de que el espíritu racionalista puede. Siempre puede.
En «2001 Odisea del espacio», el triunfo de la tecnología se materializa en una computadora capaz de pensar –y sentir- como un humano. El ideal de orden y eficacia que representa este personaje llamado «Hal 9000» se viene abajo cuando la computadora enloquece y decide matar a los tripulantes de la estación espacial. Con «Circundante», Edgar Guzmán se presenta como el ingeniero de sistemas que alguna vez pensó en construir a Hal, con recursos colombianos.
Su rigurosidad no tiene parangón en nuestro panorama artístico. Es un arquitecto con estudios en Alemania, país donde, según afirmaba en una conferencia que dictó en la Cátedra Manuel Ancízar de la Universidad Nacional hace más o menos tres años, decidió dedicarse al arte y conoció, entro otros, al curador de la exposición Magiciens de la Terre. Sus obras y objetos son reflexiones que, para esta exposición, implican el esfuerzo humano y la proeza física (al estilo obsesivo y técnicamente descrestador de autores como Doris Salcedo). Así, aunque algunas personas extrañábamos la presencia de un autor juicioso entre tanta molicie creativa, nuestra insatisfacción no quedó colmada: cuando se ingresa al espacio de la Galería Santa Fe y nos introducimos en una instalación de hilos flanqueada por dos espejos en cada extremos de la sala y recordamos que todo el mundo decía de esta muestra «se hicieron más de mil perforaciones!» o » ¿cómo habrá trazado el círculo alrededor de la pared más extensa de la sala?», la sensación ante tanta perfección es cercana al desasosiego.
En su austeridad, el montaje de Guzmán nos advierte de los excesos autoritarios del racionalismo. En este exposición parecería no haber lugar para el error: miles de metros de hilo, muchas horas-hombre sacrificadas, cálculos exactos, etc., una gran cantidad de energía en juego para demostrar que «sí se puede», son más un homenaje a sí mismo planteado por el autor que otra cosa. Como fiel seguidor de la instalación posmoderna que viene afectando al país desde los noventa (¡ya casi diecisiete años!), la intención de Guzmán está, antes que nada, condicionada por el afán de construir un edificio para alojar su ego y, también, sus proyectos. Antes, ese edificio era más modesto y en el tenían cabida experimentos menos pretenciosos y amables como, por ejemplo, tocar el acordeón en «Pelanga Light» un excelente grupo de música tropical. Pero ahora, gracias a esa oportunidad para la desmesura que es para algunos artistas participar en el premio Luis Caballero, Guzmán no pudo resistir la tentación en que otros (Baraya, Escallón, Hincapié, Laignelet o Zalamea) ya habían caído: aprovechar el concurso para hacerse una exposición miniretrospectiva. En «Circundante», el sueño de la razón del artista nos puso ante su ego materializado: al cumplir con los mandatos de la teoría estética posmoderna, atribuibles a personajes como Rosalind Kraus, por ejemplo, Guzmán terminó haciéndose un monumento a sí mismo. Puede que su juiciosa instalación no tenga un pedestal vertical, o que sea una estructura axiomática (¿cómo es una estructura axiomática?), o se integre con la arquitectura. Sin embargo, y antes que nada, «Circundante» es un lindo paisaje de líneas enmarcado en el edificio gris (racionalista también) de la sala de la Galería Santa Fe. A expensas de un pedestal vertical, Guzmán se mandó hacer un marco dorado institucional, semejante a los utilizados para encuadrar los retratos de próceres en Colombia luego de la (desgraciada) Regeneración conservadora. Resulta molesto ver que no se equivoca y, también, que reclame el premio con tanta intensidad. De pronto ahí podría residir su error: este artista, como todos, tiene necesidad de reconocimiento y de obtener un dinero extra por hacer cosas a que otros no estamos dispuestos (incorporando en su actitud el lugar más común de los lugares comunes para definir a un escultor abstracto formalista en nuestro contexto, luego del exito de otros colegas suyos el siglo anterior: exacto, inigualable, irrepetible y austero). Ojalá no gane.
Ivan Espitia
2 comentarios
Ivan Espitia eres un resentido
enfrentar el racionalismo patente de la obra con el juicio apresurado con el que spitia cierra su texto (valioso en más de un sentido) es un ejemplo más de la clausura que insistentemente se cierra sobre las posibilidades de aprovechar una muestra como centro de discusión (razonada) acerca de los cierres que están presentes en el mainstream del arte local.
Spitia conjunta en un mismo texto tres referentes mutuamente incompatibles: la primera parte de su escrito hace referencia a las vicisitudes burocráticas de la reeestructuración el IDCT en la actual Secretaría; en la segunda parte, con una referencia a la obra de Kubrick, enmarca el desarrollo del argumento (no hay solución de continuidad); luego, a partir de un argumento debilmente reconstructivo de la circunstancia fáctica de la realización de la obra echa de menos tanto el valor artesanal de la factura (que mucho echamos de menos en tanta obra mal imaginada y peor lograda de nuestros artistas locales) como la satisfacción de sus privadas expectativas como asistente a la expo; finalmente, con un argumentum ad hominem, enmascarado en una descripción desde el afuera de la obra escribe «la intención de Guzmán está, antes que nada, condicionada por el afán de construir un edificio para alojar su ego y, también, sus proyectos»… ¿a qué se quiere referir spitia… a su propia lectura de la obra -y entonces nos encontramos en el terreno irrebatible pero débil de su propio ego como lector- o a la posibilidad de hacer una lectura interna del material estético y ponerlo en relación con la producción reciente del arte nacional?