Carta de Renuncia a SIN A.R.T.E.

Carta de Renuncia a SIN A.R.T.E. (Sindicato de Arribistas Rendido Torpemente a la Élite)

Por medio de la presente con respeto los saludamos para comunicar nuestra renuncia al grupo convocado a participar en la consolidación formal de dicho sindicato, exponiendo nuestra experiencia directa y conclusiones de la misma:

¿Qué pretensiones delatan desde un primer momento que «El Sindicato de Artistas de Colombia» sea un emprendimiento a título unipersonal, con forma de obra artística y desde una galería comercial? Siendo honestos y sin llamarnos a justificar vacuas ironías de cubo blanco, muy fuera de lugar aquí. Es necesario en este caso, confirmar la contraproducente condición de autoría sobre una organización con implicaciones sociales amplias y que por ende, como un sobreentendido ético, debería estar obviamente exenta de intereses tan individuales, que sin embargo, son mantenidos solapados tras ilusiones colectivas representadas supuestamente por este grupúsculo.

Y es que así lo hemos podido comprobar a lo largo de tal proceso. Haciendo difícil no temer en primera medida que la energía aportada allí, a la larga, terminará transformada en un trabajo colectivo no pago a beneficio particular de una persona principalmente. O «en el mejor de los casos», no más allá de su círculo más cercano; conformado de forma exclusiva por quienes a su vez subordinadamente vienen rodeándola hacia abajo en una espiral descendente, que proyecta sin contemplaciones otra estructura vertical más, cómo si fuera lo que faltara en el pretendidamente empinado relieve que ya erige el vertiginoso sector artístico local; tras el gobierno de La Economía Naranja, San Felipe como el distrito artístico, y más de 15 años de ArtBO.

Ya en el contexto más amplio, además de la avasallante preponderancia de tales instituciones. Actualmente son ineludibles las altamente contraproducentes consecuencias del manejo de una pandemia mundial que dirigida por el conglomerado de países más ricos, ha ahondado las desigualdades sociales precipitando múltiples crisis económicas que bien conocemos desde países tan oprimidos como Colombia donde sin embargo, veníamos de contar con excepcionales expresiones de dignidad por un estallido social que visibilizó grandísimos descontentos. Pero que ya volviendo al motivo de la presente, concluimos que puede no haber una peor forma de dimensionar tales contingencias, que la de fundar hoy: Un Sindicato de Artistas.

Mientras las históricas luchas por derechos civiles en nuestra época actual, se dirigen nada menos que hacia la Renta Básica Universal, por ejemplo. Aquí se está pidiendo la igualación del artista, al estereotipo del trabajador raso. Asumiendo al parecer, muy estricta y literalmente, lo de la ‘Nueva Normalidad’: «¡Más normales que nunca!», bien podría ser su lema. Y eso, que estamos en el mejor momento para el reconocimiento de todas las minorías, diferencias y divergencias. ¿No siendo acaso una de ellas, la condición, pero sobre todo la posibilidad, del ser artista?

Mas sin embargo, se insiste en una formalización laboral con la premisa de: «Vivir del arte». Como si del vivir no resultara más que devengar un salario, y el arte no significara la vida misma. Una, mucho más allá del límite de 8 horas laborales, horarios nocturnos, extras y vacaciones.

¿Acaso se codicia tal formalización con la esperanza que confiera en algún momento, así sea hacia el final de una vida de cansancio, esos privilegios con los que no se nació? ¿No serán mayores sus tantas contraproducencias? Eso de acceder a absurdos como cotizar a una pensión que muy improbablemente será cobrada, padecer una cobertura en “salud” tipo paseo de la muerte como la que es bien sabido, caracteriza al sistema actual, adquirir cubrimientos injustificados en riesgos laborales, comprar pólizas de cumplimiento por labores que a su vez dependen económicamente de entidades incumplidas, firmas de contratos que solo aguanta el papel y que de palabra se acuerdan que son falsos, tanto como quienes los firman, incluyéndose a sí mismo… Por mencionar, sólo algunas de entre otras trampas burocráticas cercenadoras del propio tiempo de vida.

Después de las anteriores reflexiones, entendemos que no deberían volverse tan relevantes aquí, las referencias directamente personales y sin embargo se nos han hecho inevitables, incluso desde que se negó en un principio la horizontalidad para un grupo como el referido.

Por ejemplo, si contamos las propias razones de esta carta. Debemos recordar algunos asuntos inapelables como la invitación hecha para dar una ponencia en este mismo seminario, a alguien denunciado formalmente y desde hace bastante tiempo por acoso sexual, tras ser incluso objeto de escrache por la misma causa, pocos días antes de tal inclusión al grupo. Cuando en el marco del reciente Paro de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, aparecieron en sus paredes mensajes denunciándolo.

Tal invitación avanzó al punto de diseño del flyer y sin embargo fué exculpada en el supuesto grupo de la organización del seminario, con que no todos aquí tenían que venir del medio artístico para saber de semejante situación. Pero acaso ¿esta excusa, no contradice la propia función de adelantar gestiones a nombre del sindicato, dentro de una comunidad que «legítimamente» se desconoce? ¿Nos equivocamos al creer que a sindicalistas en ciernes, debió causarles algún interés, el acontecimiento de una particular unión dentro del sector artístico, alrededor de la consolidación de sus peticiones, frente a una de las mayores instituciones públicas. Tal como lo fué ese paro donde se ventiló por aquellos días la denuncia de tal nombre?

Más aún por parte de quién mayormente adujo tan dudoso argumento. Mientras renta de un proyecto feminista, desde hace años. Produce obra de vitrina galerística en usufructo de una imagen exotizada de los manifestantes del Paro Nacional, objetualizándola comercialmente. O cuando, presta su imagen de artista a una transnacional bancaria, según la cual anuncia en un video publicitario: “A partir de ahora hago parte de los que dicen: donde está el arte, está Distrito Naranja.” ¡¿Acaso, hay una institución con más culpas que un banco y así mismo, necesitada de lavado de imagen… Con arte?!

En esta misma dirección, llama la atención la coincidencia política con quien es la otra y principal cabeza visible de este grupo. Cuando, siguiendo con este ejemplo de la posición ante el movimiento del Paro Nacional, declara en una entrevista: “Si existe un paro, la primera gente que va a afectar son los transportadores. ¡¿Dónde viven los transportadores?! Por ejemplo, mi papá es mecánico. ¿A quién afecta en un principio? Entonces, es más que todo pensar en lo que me está afectando directamente.” En este punto, se hace evidente la miope fijación, a la trasnochada usanza del conservadurismo, sobre algunos daños colaterales, causados por luchas populares que sin embargo y a la larga, son mínimos cuando históricamente han significado, beneficios mucho mayores desde la necesaria perspectiva de cambio, clamada por los movimientos sociales.

Así, contradiciendo este horizonte común y siguiendo con el reclamo por lo individual, que deviene en perspectivas privadas e incluso privatizadoras, antes que públicas, continúa declarando: “(…) La mayoría de intereses que he tenido para la producción artística, han salido de necesidades o momentos en la vida que en serio me presionan tanto que decido sacar todo lo que siento por medio de alguna propuesta. Y ya para este año lo que sucedió fué que tenía tanta preocupación y tanta presión por una parte familiar y otra parte del mismo medio artístico, que decidí pensar en un sindicato. (…) El primer objetivo del sindicato, para mi, fué tener un respaldo, el ‘back upʼ como individuo, como artista, poder contar con un grupo que de cierta forma te respalde.” Aquí, además de reiterar esa conducta del anteponer sobre todo el interés personal, justificándose en una impostura autocompasiva. Por otra parte, se trasluce una influencia de la Institución Coercitiva Familiar, especialmente de la figura paterna que por más preponderante que quiera seguir siendo, al erigirse en otra estructura ya externa pero que ofrezca cierto asiento con un respaldo similar, no debería estar marcando el destino de una comunidad como la convocada y menos al ser no solo un agente evidentemente ajeno a la actividad artística, si no contrario, en tanto se ha reflejado en la verticalidad de esta conformación ya descrita en sus precedentes autorales, intereses capitalistas, formas autoritarias y por ende, machistas y patriarcales.

Podríamos seguir argumentando en más hechos nuestra posición. Nada menos que como cuando en un conflicto de intereses directo por parte de la cabeza de este grupo, razón por la cual debería retirarse del mismo. Objetó su condición de Coordinadora de Mediación de ArtBO para que no se diera allí una estrategia de inserción en el circuito de esta feria y hacer difusión del presente seminario, sobreponiendo así los supuestos intereses del mismo, al cuidado de la imagen de tal institución. Sin embargo, dejaremos más de estos asuntos para futuras ocasiones.

 

Firman*

Felipe Rodriguez

Juan Bocanegra

Jorge Sarmiento

 

*Carta impresa, repartida y leída al final de nuestra ponencia ‘trARTBajO’ para el Seminario Trabajo del Arte en Colombia, convocado por el grupo Sindicato de Artistas de Colombia.

Felipe Rodriguez. https://instagram.com/felipe86r/
Jorge Sarmiento. https://instagram.com/forever21n/
Juan Bocanegra. https://instagram.com/proyecto.de.muerte/

16 de noviembre. 2022.