El artista como concursante

¿Usted es uno de los artistas que ha participado en convocatorias recientes y ha ganado -o perdido- premios o bolsas de trabajo? ¿o de los que no ha ganado nunca nada y sigue insistiendo? Si hay un perfil del artista en un campo del arte cada vez más profesionalizado, no es el del artista con talento en camino al reconocimiento, sino el del artista como concursante.

El artista como concursante es un artista que está aplicando a una beca, una residencia o un premio que ofrece reconocimiento y dinero. El artista como concursante puede ser nominado o puede responder a un llamado para aplicar a una convocatoria. A veces hay restricciones (edad, localidad, sexo, educación). El artista como concursante a menudo, no siempre, tiene otra fuente de ingresos -empleo de tiempo completo, medio tiempo, o la venta de su obra. Algunos artistas como concursantes dependen completamente de becas y premios para sus ingresos.

Lo que sigue son posibles escenarios de la vida del artista como concursante.

Por lo general, el proceso comienza con un recordatorio por correo electrónico que un artista como concursante recibe anunciando una fecha límite para aplicar a una beca o premio. El artista como concursante va a la página web y revisa los criterios de participación para asegurarse de que cumple los requisitos.

Cuando el artista como concursante decide aplicar, llena un formulario que a menudo está en línea y le obliga a escribir alguna o todas de las siguientes opciones y, a veces incluso más: su nombre, dirección, resumen del proyecto, declaración del artista, impacto del proyecto en la comunidad, portafolio, soportes de la hoja de vida, etcétera. En algunos casos, el artista como concursante asiste a un taller de asesoría para adaptar su curriculum vitae y su propuesta. El taller cuesta dinero y es impartido por la institución o agencia a la que aplica el artista como concursante. El artista como concursante paga esa tarifa porque se espera que va a valer la pena si consigue la subvención.

Dos cosas resultan de todo esto. El artista como concursante o bien es aceptado o es rechazado.

Si es aceptado, puede sentirse emocionado y abrumado por la responsabilidad que conlleva tener que llevar a cabo su proyecto, que puede ser una obra o un proyecto colaborativo que convoca a otros artistas a participar. Recibe una enorme cantidad de apoyo de las personas en la oficina que pagó para asesorarle con la aplicación de su proyecto. (Algunas de las personas en esta oficina son artistas y concursante que prestan sus servicios, mientras que aplican a sus propias subvenciones.)

Si es rechazado, el artista como concursante puede caer en una fuerte depresión. El artista como concursante deja de trabajar por un buen tiempo y entra en un estado severo de desaliento. El artista como concursante puede sentir vergüenza, hostilidad y alienación por parte de la comunidad artística.

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Si es rechazado:

El artista como concursante decide hacer su trabajo a pesar del rechazo y a pesar de las personas que ahora considera le traicionaron y desconocieron su talento (Por lo general, en este punto ya sea anunciado o dado a conocer los jurados que seleccionaron a los ganadores.)

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Si es rechazado:

El artista como concursante entra en un frenesí de productividad, en un primer momento por el deseo de probarse a sí mismo y a los que le rechazaron que puede seguir produciendo, y luego simplemente por el sentido y entusiasmo que se siente al hacer el trabajo. Esto puede incluso conducir a avances artísticos que pueden hacer que se sienta agradecido por no haber sido seleccionado dado el «empuje» que tuvo su productividad.

El artista como concursante puede permanecer en este estado altamente productivo durante algún tiempo y de repente recordar que no fue seleccionado en su aplicación. Un correo electrónico anunciando los ganadores de las becas le saca de su estado de excitación, y de nuevo lo sume en el recuerdo de su fracaso.

CUANDO

El artista como concursante descubre quiénes son los ganadores, varios le parecen completamente ridículos; otros parecen ser opciones razonables; varios son artistas cuyo trabajo respeta, y varios son amigos.

De repente se siente felicidad para los amigos que ganaron el premio, pero al mismo tiempo siente celos, y esto es natural, ya que eran sus competidores. El artista como concursante resiente tener que competir con amigos a los que precisamente quisiera apoyar.

O

El artista como concursante decide evitar todo el asunto por completo. Borra el e-mail recordatorio de la fecha límite para aplicar a la beca. A la mierda, dice el artista. Se auto excluye de la competencia y simplemente se dedica de lleno su trabajo.

El artista como concursante trabaja felizmente en su taller durante varios años. Trabaja como freelancer para pagar la producción de su obra con la convicción de que si paga por su propio trabajo no tendrá que hacer ninguna concesión. Trabaja de manera aislada, sin mostrar a nadie su trabajo que cultiva con dedicación.

CUANDO

De repente es sacudido de su estado de tranquilidad por un amigo que le dice que el plazo para aplicar a la nueva convocatoria está cerca. En esta ocasión siente más presión que antes de volver a aplicar. Así que deja de trabajar en el proyecto que venia desarrollando con dedicación y se dedica nuevamente a llenar formularios, escribir su declaración de artista, resumen del proyecto, justificación de la obra, impacto en la comunidad, actualizar curriculum vitae y soportes de su trayectoria.

Todo esto hace que afloren de nuevo  dudas y algo de resentimiento. ¿Cómo sería Picasso aplicando por un apoyo para su proyecto sobre Guernica?

«Me propongo crear una de las pinturas más importantes del siglo XX que da un vuelco por completo la comprensión del mundo, la representación en la pintura y el repudio a este hecho por toda la humanidad.»

El artista como concursante piensa en más ejemplos de la historia del arte y siente que está recibiendo una llamada de atención. Marcel Duchamp, uno de los artistas más influyentes de la era moderna hizo su declaración más audaz precisamente porque fue rechazado!

De haber buscado la aprobación de un selecto jurado habría hecho de Duchamp un artista menos rebelde y seguramente no habría sentido la necesidad de presentar su Orinal a la exposición de la Sociedad de Artistas Independientes en 1917. Este acto cambió el curso de la historia del arte.

El artista como concursante se pregunta ¿donde están los artistas que hacen una obra heroica y anti-autoritaria?

Ciertamente, cree que son pocos y distantes entre sí en algunos puntos de Europa y América… Y bueno, seguro se encuentran rellenando aplicaciones. El artista como concursante espera que resulten rechazados y que esto los dispare para arriba.

Resulta irónico el hecho de que la mayoría de las convocatorias son enfáticas en afirmar que están buscando obra que sea «desafiante» «radical» y «revolucionaria». Precisamente el tipo de trabajo que, o bien resulta debidamente esterilizado, o no es financiado en absoluto si la organización tiene ningún vínculo con el Estado, como sucede con la mayor parte de las entidades sin animo de lucro que otorgan becas, premios y residencias.

La otra ironía es que muchos de los artistas que se vieron rechazados en el pasado, ahora tienen sus fundaciones y convocatorias cuyos jurados definen el destino de otros artistas.

PERO

El artista como concursante saca todo esto de su mente mientras contempla el dinero potencial que tendrá si sólo llena algunas secciones más de la aplicación que está a punto de terminar. Se da cuenta de que otra aplicación ofrece un poco más de dinero. Es consciente del tiempo que le llevará ganar esta cantidad de dinero con sus trabajos ocasionales o con la venta de su obra. Y esta suma de dinero es la que precisamente necesita para sacar adelante su obra más ambiciosa.

El artista como concursante recibe un premio muy importante. Una carta en su buzón de entrada comienza con: «Estamos encantados de… » en lugar de «Lamentamos…» Se siente muy orgulloso y llama a sus padres. Ellos se sienten orgullosos, o tal vez aliviados porque saben que se ha dedicado a algo que no tiene mucho sentido para ellos. Un premio tiene sentido. El dinero que viene con él tiene sentido.

Pero entonces el artista como concursante comienza a sentir una creciente confusión, es repentinamente feliz, muy apreciado y reconocido gracias a un sistema que en el pasado le generó profundas suspicacias. Esto que ha causado tanto dolor en el pasado, que ha frustrado sus proyectos, llevado fuera del trabajo que amaba y le obligó a escribir algo que creía profundamente, sólo para que le fuera lanzado de vuelta a su rostro. La misma gente que todavía creía que no eran idóneos para apreciar su trabajo, ahora por fin entran en razón y lo reconocen.

También se da cuenta de que habrá muchos otros artistas profundamente envidiosos de la misma forma en que él sintió celos de ellos. Su alegría está llena de culpa. Mira quien más ganó el premio y de pronto se siente menos seguro de que obtuvo el premio por sus propios méritos. Es consciente de que varios de los jurados son personas que conoce personalmente. Se pregunta si eso es una coincidencia. Porque recuerda que años antes, cuando no sabía ninguna de esas personas, no ganó premios.

Se da cuenta lentamente quienes fueron rechazados y es consciente de entre ellos hay algunos artistas increíblemente talentosos cuyos proyectos respeta y admira. El artista como concursante entiende como se que deben sentir, pues ha estado en esa posición muchas veces. Ahora se ve obligado a tomar el dinero y el premio, y siente la responsabilidad de hacer el trabajo «digno» de los galardones. Es consciente de que será fotografiado y su imagen ahora se conecta a la empresa que le otorgó el premio. Es consciente de que un logotipo precederá a su nombre y la imagen de su trabajo. Es consciente de que todo lo que hace ahora refleja una institución, así sus «valores» sean o no sean los suyos.

El artista como concursante trata de imaginar una solución a este «problema». Así que piensa: ¿Qué pasa si los artistas dejan de aplicar. No habría más «artistas como concursantes». Un «artista como artista» es una situación mucho más agradable.

ENTONCES

El artista como concursante empieza a ganar más premios. Ellos sólo siguen llegando. El artista como concursante de repente tiene más dinero del que nunca esperaba. El artista como concursante tiene ahora el interés de las galerías que nunca se molestaron en mirar el trabajo que les envió a principios de año. Estas mismas galerías ahora la invitan a participar en exposiciones individuales y quieren su asistencia a la totalidad de sus cenas con curadores y coleccionistas. El artista como concursante recibe invitaciones para recorrer el mundo y hablar sobre su trabajo.

Toma el dinero y se da cuenta que esto no es el lugar que dio origen a su proceso. Sus raíces no están aquí. El mundo del dinero y los excesos de las ferias de arte no son lo suyo. Sin embargo, no lo puede rechazar.

Su trabajo se celebra pero resiente el hecho de que el trabajo que ahora es amado, es un trabajo que hizo en privado en su studio. Se le invitará a oficiar como jurado de la obra de otros artistas. Pero se siente culpable cuando tiene que rechazar otros artistas.

O

Toma el dinero…

AHORA

El artista como concursante va a inauguraciones donde se encuentra con muchas de las personas que son ganadoras y los perdedoras en convocatorias. Casi todo el mundo en estos eventos ha estado en ambos lados. Ahora que el artista como concursante ha sido jurado siente de que algunas personas pueden sentir la misma mezcla de emociones hacia él y que él sintió antes hacia los jurados.

Pensando en el número acumulado de horas que ha pasado en los últimos años escribiendo y re-escribiendo propuestas para una u otra convocatoria, desearía haber dedicado tiempo a su obra en vez de dedicarlo a aquella que sólo existe en el papel. Siendo el proyecto rechazado una y otra vez, implica un proceso de muchas aplicaciones y años. Pero una vez se gana un concurso, siguen otros premios.

El artista decide hacer una obra a partir de su propio proceso de aplicación a convocatorias y premios, si es aceptado o rechazado sus aplicaciones serán expuestas públicamente como parte del proyecto «el artista como sconcursante». Al menos de algo puede servir todo este trabajo!

PERO

El artista como concursante considera que tal vez habría podido evitarse toda la situación. El artista como concursante piensa retornar a las épocas felices cuando trabajaba en forma aislada. En ese estado mental se concentraba completamente en hacer el trabajo que realmente quería hacer. No se enfocaba específicamente en el mundo del arte o, para ser más específicos, en «concursar».

El artista como concursante imagina que un día los artistas deciden ser artistas como artistas y no artistas como concursantes. El artista como artista imagina un momento en que todas las organizaciones de convocatorias desaparecen y su existencia quedará como un pequeño lapsus en la historia del arte. Los artistas deciden aunar recursos y simplemente ser artistas como artistas sin ninguna expectativa de que tendrán que ser seleccionados por un jurado con el fin de llevar a cabo su visión.

Eso es todo.

El texto anterior se transcribe a partir de las páginas del cuaderno de bocetos del artista que se incluyó en su exposición retrospectiva en 2034.

O

El artista como concursante se reproduce a través de todos estos escenarios pensando un proyecto que deseaba haber terminado hace muchos años. No piensa nada del hecho que muchos museos exhiben permanentemente su trabajo. Sólo piensa en ese proyecto sobre el que tanto escribió y propuso en muchas convocatorias, pero nunca terminó.

 

 

Traducido especialmente pare esferapublica por Iris Greenberg. Publicado originalmente en Huffington Post