La discusiòn en este foro tiene varias capas sobrepuestas que hay que «leer» con detenimiento.
La primera de ellas tiene que ver con las discusiones en torno a las instituciones que proponen proyectos expositivos de diversa ìndole: concursos, convocatorias, salones, becas, bancos de proyectos, curadurìas internacionales, locales, etc. En este renglòn està el IDCT, el Ministerio de Cultura y la BLAA.
Sobre las dos primeras (IDCT y Ministerio) se han dado debates -en esta y otras esferas- que de alguna forma han repercutido en los esquemas curatoriales de dichas instituciones. Se han rediseñado los salones «atendiendo las crìticas del medio artìstico», se han abierto convocatorias para proyectos curatoriales a nivel nacional y regional. Es decir, lentamente, como lo afirma Raimond Chaves en su entrevista publicada ayer, estamos aprendiendo a discutir y las instituciones a escuchar. Es un arduo proceso en el que han participado curadores, funcionarios y miembros de la comunidad artìstica.
Cuando Josè Roca plantea la pregunta sobre la apertura crìtica y curatorial -cerrada a una lista de nuevos crìticos y curadores que el confecciona- y se «abre» a travès de este foro, pasan, a mi modo de ver, dos cosas. La primera: dado el tono periodistico de la pregunta -1586 caracteres, para una revista de galerias comerciales, y en forma de encuesta- varios miembros de este foro deciden redireccionar la pregunta abrièndola a una discusiòn «màs amplia», en un tono màs crìtico y menos periodistico. La segunda, es que se decide incluir en la reflexión sobre la apertura crìtica y curatorial los esquemas que en este campo maneja una instituciòn que, como la BLAA, no habìa sido cuestionada hasta el momento.
A diferencia de las discusiones en torno al Ministerio y el Instituto, donde los funcionarios en cuestiòn brillan por sus ausencia en los debates, el Jefe de Exposiciones Temporales del BLAA -Josè Roca- responde a cuestionamientos que se le hacen a la instituciòn que el representa; gesto bien escaso en nuestro medio.
Mientras los funcionarios del IDCT y el Ministerio optan por el silencio y por ajustar -en la medida de lo razonable y lo posible- los esquemas curatoriales cuestionados por «cerrados» o «excluyentes», queda la pregunta de si Jose Roca podra «abrir» la BLAA curatorialmente a proyectos de artistas, curadores y demas investigadores que de alguna forma podrìan aportar con sus proyectos a esta institucion, que si bien es cierto tiene un programa para el arte contemporaneo, sòlo a traves de espacios como «nuevos nombres» -antes varias veces al año, ahora una vez al año- se «abria» curadurías locales.
Obviamente no faltan las posiciones radicales que cuestionan el origen mismo de la instituciòn, pero no ofrecen salida o alternativa alguna. Es cierto, tienen aspectos rescatables, develan que vivimos en un mundo donde imperan las reglas del mercado, pero… la pregunta serìa ¿còmo vivir en este mundo sin hacer tantas concesiones? ¿què opciones hay? ¿las que se deben abrir son ùnicamente las instituciones? ¿què pasa con las opciones de los artistas?
Unos cuestionaban la falta de espacios y han decidido abrirlos por su cuenta, como es el caso de Lugar a Dudas en Cali y El Bodegòn en Bogotà. Otros, cuestionaban el hecho de que «nadie hablaba de las obras» y estan escribiendo sobre ellas, como es el caso de Lucas Ospina, Jorge Peñuela y María Posse.
La mejor crítica, además de la especulación, es la acción.
Camilo Atuesta