El capitalismo financiero salta en pedazos, al igual que el deslumbrante planeta virtual que él tanto contribuyó a inflar hasta extremos inauditos. Y aunque nadie sabe a ciencia cierta qué hacer para remediar la catástrofe, tirios y troyanos coinciden en señalar que si hay algún culpable de que todos nos estemos precipitando en el abismo son esos ejecutivos de sueldos y primas millonarias que jugaron al todo o nada el dinero de los inversionistas, protegidos de cualquier contingencia por los contratos blindados que les aseguraban y les siguen asegurando indemnizaciones megamillonarias en caso de despido. Pertenecen a esta ´ nueva clase ´los ejecutivos neoyorquinos que este mismo año se han quedado con 15.000 millones de dólares de bonificaciones pagadas no por sus empresas sino por los contribuyentes americanos.
Pero me temo que no sólo ellos, que en el mundo del arte de allí y de aquí hay unos equivalentes de esos ejecutivos ‘vendedores de humo’, especuladores de alto riesgo que, apoderándose de la confianza y de los fondos de los coleccionistas privados e institucionales, han comprado durante todos estos años, y guiándose solo por sus antojos y caprichos, obras de arte que lo eran sólo porque ellos lo decían, porque en realidad su calidad estética era tan irrisoria que hoy las convierte en el equivalente de esos bonos e hipotecas basura cuyo desplome bursátil ha desencadenado la crisis brutal que padecemos. ¿ Habrá alguna sanción para esos chicos entendidos, glamurosos y mundanos que tan alegremente decidieron el destino de tantas inversiones de empresarios e instituciones incautas en un arte que para nada merece para su nombre? ¿ O se iran de rositas, con toda impunidad, como se están yendo sus equivalentes del mundo de las finanzas? ¿ Se veran obligadas las autoridades a arbitrar un ‘bad bank’, un ‘banco malo’, para recibir y administrar las masas ingentes de un arte tan contaminado como los activos tóxicos que ahora mismo están envenando los balances de los bancos y las instituciones financieras en todo el mundo?
Aún no lo sabemos. Todo esta por venir.
Carlos Jiménez