«Geopolítcas del rufián» y el «Nuevo mapa del arte en Rosario», amplian el debate que emerge desde Cartagena y que parece ser transversal al contexto latinoamericano. Con el artículo de Rolnik -la fuerza de creación al servicio del mercado- y el detallado ejercicio cartográfico de Rojas, se puede dar por sentado que a falta de instituciones fuertes y creativas, es el artista quien deviene en institución «fuerte» que, como lo afirma Rojas «no cumple una función de antagonismo sino de reparación y apuntalamiento» de las instituciones «debiles».
Y no es que los artistas «también hagan crítica», sencillamente están creando espacios que no existían, ya sea porque para los medios la crítica es cuestión de «iniciados», o porque aquellos que se supone deberían ejercerla, se encuentran enmarcados por las intituciones para las que trabajan, o compromentidos con el glamoroso mundo de las galerías comerciales. Aquí también el artista cumple con una función de reparación, de crear dinámicas que instituciones y otros agentes culturales, simplemente abandonan porque la crítica como el debate los debilita, les quita imagen, los emproblema.
El ingreso de Jose Ignacio Roca a las grandes ligas de la curaduría internacional es más que merecido. Espero que lo fortalezca ante ese entorno conservador que ha desmontado el otrora magnífico programa de arte contemporáneo del Banco de la República. Aunque J. I. Roca afirma no aspirar a convertirse en un curador internacional, sería imperdonable que por estar trabajando para proyectos en otros países no pudiese enfrentar y neutralizar las fuerzas jurásicas que lo rodean.
Muchos éxitos en los tres grandes proyectos que lo ocuparan en su futuro cercano -todos en el exterior. Pero no olvide que es precisamente ahora el momento de transformar la cada vez más aburrida y seudotaquillera programación del Banco de la República.
Y en esa lucha no estará sólo.
Carlos Alberto Vergara