Al parecer es la quinta vez que sucede este acto en contra de la escultura EL OJO QUE LLORA (2005) hecha por la artista Lika Mutal. Esta escultura instalada en el Campo de Marte viene a ser una obra realizada en homenaje a las víctimas de la época de violencia que el Perú sufrió bajo los gobiernos del actual presidente Alan García Pérez y el ahora a punto de ser sentenciado el ex presidente Alberto Fujimori.
Es de analizar «la llegada» que tiene esta escultura en la gente, sobretodo en la memoria relacionada a esta etapa de nuestra historia como país. Ahora simboliza un significado de dos hemisferios: los que apelan a su existencia como símbolo de respeto, memoria y reflexión sobre las vidas perdidas desde 1985 hasta el fin del gobierno fujimontesinista y del lado contrario, de los apañadores de un gobierno asesino que aún intenta estar en el poder, de gente desesperada y que ve con el mismo tipo de violencia represiva y mutilante, característico ejemplo que heredaron como un medio para expresar su incomodidad ante un momento de justicia que bastante tiempo gran parte de los ciudadanos han esperado.
Ahora, estando en tiempos en que el gobierno peruano ha negado el ofrecimiento del gobierno alemán de una cantidad de 2 millones de dólares para construir un MUSEO DE LA MEMORIA, y que ahora, si no fuera por la declaración del escritor Mario Vargas Llosa como una «tontería» hacia la actitud negativa del gobierno de García Pérez, se acaba de crear una Comisión de Alto Nivel que tendrá como labor la coordinación, promoción, organización, implementación y gestión del Museo de la Memoria. Una noticia que por un lado es un aliciente de esperanza para la realización de esta institución que fortalecería nuestra dignidad humana, por otro lado es una EVIDENCIA del cuan necesario es este MUSEO DE LA MEMORIA ante este atentado hacia EL OJO QUE LLORA. Con esta actitud vemos que aún hay rencores, odios, división de personas desde bases partidarias, ideológicas, etc. pero sobre un mismo tapete que es el recuerdo de la violencia en dos décadas de la historia del Perú.
EL OJO QUE LLORA seguirá siendo un objeto artístico o estético, como algunos quieran llamarlo desde el campo de las artes visuales, o a la vez un homenaje desde el punto de vista de un ciudadano común, pero está claro que se ha vuelto un hito fronterizo y visual entre dos grupos y que debe derribarse -no literalmente ni en forma física- convirtiéndose en un SÍMBOLO de la unificación del país por encima de la memoria de las víctimas de la violencia.
Felipe Mayuri Poma
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