T L C impacta la cultura (¿continúa el medio del arte sin saberlo?)

Expertos y políticos aparecen en los medios dando declaraciones sobre la forma como el TLC afectará al país, complementadas con toda suerte de infografías y videos didácticos. En ninguna parte se ha mencionado -hasta ahora- la cultura. ¿En qué nos afectará?, ¿qué sucederá con el tema de los derechos de autor?, ¿los contenidos en Internet?…

Durante el 2004 se adelantaron en el país los procesos que llevarían, se pensaba, a una pronta firma del TLC con Estados Unidos. En el campo de la cultura se dieron varias discusiones en torno su inminente mercantilización, dado que en el marco del acuerdo el criterio para definir la producción cultural era el de empresa del entretenimiento e industria cultural. ¿Qué sucedería con la cultura?, ¿la educación?, ¿el medio editorial?, ¿la producción artística?

Con la aprobación del tratado este 12 de octubre, expertos y políticos aparecen en los medios dando declaraciones sobre la forma como el TLC afectará al país, complementadas con toda suerte de infografías y videos didácticos. En ninguna parte se ha mencionado -hasta ahora- la cultura. ¿En qué nos afectará?, ¿qué sucederá con el tema de los derechos de autor?, ¿los contenidos en Internet?…

Para aquellos interesados en el tema, aconsejo leer -o releer- el debate que tuvo lugar en esferapública (agosto 2004) con participaciones de Víctor Laignelet, Catalina Rey (quien trabajaba en el IDCT y coordinaba el tema de los derechos de autor), María Consuelo Araújo (Ministra de Cultura), Camilo Atuesta y Nomeparece.

Después del debate se encuentran las memorias del foro TLC, la otra agenda (noviembre 2004), donde participaron, entre otros, Jorge Orlando Melo (historiador y director de la BLAA), Adriana Mejía (Viceministra de Cultura), Bernardo Jaramillo (experto en industrias culturales) y Germán Rey (investigador de comunicación y cultura).:

Urgente! TLC negocia la cultura y el medio del arte sin saberlo

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Víctor Laignelet: Existe gran preocupación por como impactará a millones de colombianos el Tratado de Libre Comercio (TLC). Los peligros de la mercantilización de la educación y la cultura, del despojo de nuestra biodiversidad, del uso indebido de conocimientos ancestrales, del distanciamiento de las posibilidades de acceso al conocimiento, entre otras muchos asuntos están en juego.

Otros sectores de la cultura y las artes en Colombia se vienen movilizando para señalar sus posibles afectaciones sectoriales. El sector de las artes plásticas y visuales no se ha articulado para pronunciarse ante esta vital coyuntura y Colombia acaba de terminar ya la tercera ronda de negociaciones en Lima. Restan apenas seis o siete reuniones.

Estados Unidos entiende la cultura desde el concepto de Empresas de Entretenimiento, por lo tanto, a la producción simbólica como mercancias. Un punto crucial; todo aquello que no se estipule en las negociaciones bajo el régimen de «exclusión» o de «reserva» quedará automáticamente negociado como mercancia. En los 23 temas que se están negociando ninguno se refiere a la cultura, mucho menos a las artes, y aún menos a las artes plásticas y visuales. El tema de la cultura se encuentra invisibilizado en muchos fragmentos al interior de los otros temarios, de tal modo que los negociadores colombianos están negociando a la cultura y a las artes sin siquiera saberlo.

Existen antecedentes significativos y referentes valiosos de negociaciones en las cuales se lograron al menos detectar y ubicar algunos temas vitales de la cultura bajo el régimen de «reserva» *, como en los tratados firmados por Chile, Canadá y Australia. Ello se debió a que el sector de la cultura y de las artes se movió en masa y presionaron a sus propios gobiernos para obtener tales resultados. Chile empleó bastantes años en la negociación, EEUU y Colombia quieren finiquitar el asunto en menos de un año. Parte de la estrategia que utiliza EE.UU. es dejar los temas vitales para el final, así se tendrán que negociar precipitadamente bajo la presión del tiempo. Es urgente determinar cuáles temas deben estipularse bajo el régimen de «reserva», de lo contrario todo y todos serán tratados como mercancia en el sector de las artes plásticas y visuales, de nuevos medios, artes del cuerpo y artes del tiempo… y tiempo es lo que casi no le queda a la cultura.

* El regimen de reserva es aquel que permite que no se negocie un tema en el TLC.

Catalina Rey: Un grupo de personas de diversos sectores de la cultura se ha estado reuniendo para redactar un acta de adhesión a dicha Coalición, con el fin de plantear disconformidades con el tema del TLC y la cultura, entre otros, el tema de la propiedad intelectual, que cobija a los derechos de autor.

Sé que durante la semana que entra se van a hacer algunas charlas sobre el tema. Les avisaré a quienes estén interesados.

El texto definitivo del acta de adhesión está siendo ajustado. El lunes, espero, será puesto en circulación vía e-mails, para recoger firmas electrónicas. La idea es que cada persona que reciba el acta y esté de acuerdo con ella, la circule por Internet para que sea firmada tanto por industrias culturales, gremios, grupos, etc, como por individuos.

Camilo Atuesta: Quiero preguntarle a Victor Laignelet y a Catalina Rey si el documento que circulará por la red va a ser tenido en cuenta en las negociaciones o si se trata de un llamado de atención del sector a los negociadores del gobierno.

Igualmente, es preocupante que la ministra no mencione en su artículo a las artes y sólo tenga en cuenta la cultura a partir de los parámetros de la UNESCO: (..) «Ello se deriva no sólo de la presencia de componentes culturales en una multiplicidad de aspectos de la vida económica y social, sino también, de la aproximación que se ha logrado, tras varios años de estudio y análisis, al concepto cada vez más sólido de las industrias culturales (también denominadas «industrias creativas» en algunas latitudes, y en otras, «industrias del entretenimiento»). Éstas comprenden de acuerdo con la UNESCO, la industria editorial, la cinematográfica, la fonográfica, la de radio y televisión y la publicidad.»

Catalina Rey: El documento en cuestión es la declaración de los sectores culturales colombianos sobre el TLC. Es, al igual que el que hicieron Canadá y Chile, por ejemplo, el que demostrará que en Colombia hay gente que trabaja en y defiende la cultura. El punto de vista de la Ministra de Cultura es, desde luego, el oficial, y, por supuesto, maneja las definiciones de industria cultural de la UNESCO.

Lo preocupante es que los pequeños sectores de la cultura (editoriales, museos, galerias, agremiaciones, etc.) no han manifestado opiniones públicas ni han sentado ninguna opinión. Por eso, es urgente que se conforme la coalición para la diversidad cultural colombiana.

Ese documento NO servirá para las negociaciones, claro, pero le dirá al Gobierno que hay gente que tiene opiniones al respecto y que no está de acuerdo con las negociaciones.

Esperamos que la cantidad de firmas sea tan representativa que el documento sea tenido en cuenta por el Gobierno.

Por eso es importante leerlo y firmarlo, tanto por individuos (artistas, gestores, etc.) como por industrias culturales y gremios (asociaciones de artistas, editoriales, revistas,etc.) Hay que destacar que hay gente trabajando en cada sector de las artes. Los de cone se han estado reuniendo, por ejemplo así como los de la industria editorial y la música, pero no se han oido las voces de escritores independientes (por lo menos no en cantidad masiva) y mucho menos de artistas plásticos. Estoy pendiente del documento, que será circulado ojalá mañana por la red, para enviarlo y que ustedes recojan firmas electrónicas.

Se ha pensado que esta semana se presente ante los medios de comunicación.

Yo trabajo en el IDCT y centralizo esta información en mi oficina. Me pueden llamar al 3274900 ext. 207 o escribirme por mail. Le puedo informar más si se comunica conmigo, así como enviarle documentos informativos.

Reenviamos documento. Quien considere que las artes plásticas no están representadas puede hacer sus aportes a través de esfera pública.

documento >

COALICIÓN COLOMBIANA POR LA DIVERSIDAD CULTURAL PRIMERA DECLARACION

Las negociaciones del Gobierno colombiano para suscribir el Tratado de Libre Comercio de las Américas –ALCA- y el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos –TLC- tendrán un gran impacto en la actividad económica, social y política del país. Su efecto en el sector cultural también será enorme. Frente a esta realidad, quienes suscribimos la presente declaración, nos constituimos en la Coalición Colombiana por la Diversidad Cultural, con el fin de participar en el proceso aportando experiencia y conocimiento, decididos a proteger el derecho a la diversidad cultural.

En la mayoría de los sectores industriales, comerciales y de servicios se conocen las asimetrías que se presentan en las negociaciones. Pero en el sector cultural las asimetrías son de mayor dimensión: mientras el sector cultural colombiano genera cerca del 2.1 de la riqueza nacional, el de Estados Unidos representa el 7.6 del suyo. Al mismo tiempo la globalización ha acelerado la concentración de la propiedad de las empresas culturales, en la medida en que se han conformado grandes monopolios en la producción y distribución de contenidos, lo que constituye una amenaza para uno de los valores fundamentales de la humanidad: la diversidad cultural.

Esos desarrollos han llevado a incorporar en las negociaciones de los tratados el tema de la diversidad cultural, introduciendo tratamientos diferenciados para las actividades, industrias y empresas de la cultura. De esta manera las naciones buscan garantizar y preservar su soberanía, su derecho a desarrollar su identidad, manteniendo el poder de formular, reformar y diseñar sus políticas culturales. Lograr este propósito es otra de las tareas que asume la Coalición.

La Coalición realizará su labor orientada por los principios que se han establecido en foros mundiales como la Unesco (2001) y la Declaración de Seúl (2004), a los cuales adherimos, y que sintetizamos así:

• Los contenidos culturales y las expresiones artísticas reflejan las identidades, experiencias y valores de los pueblos, y por lo tanto difieren fundamentalmente de los otros bienes y servicios.

• Los ciudadanos deben tener amplio acceso a los contenidos culturales y a las expresiones artísticas de su propio país, y los artistas y creadores deben tener la posibilidad de difundir sus creaciones a sus conciudadanos.

• Un intercambio equilibrado de contenidos culturales y expresiones artísticas entre los países contribuye fundamentalmente a un mayor entendimiento entre los pueblos y a la emergencia de un mundo con cooperación y comprometido con la paz, permitiendo así una globalización que realmente responda a las necesidades de la humanidad.

• Las fuerzas del mercado no garantizan por sí mismas niveles significativos de creación, producción y difusión cultural en cada país; y por esta razón los Estados deben preservar su libertad de implementar, sin restricciones, políticas que aseguren la producción y circulación efectivas de su cultura dentro y fuera de sus fronteras.

• La Coalición impulsará compromisos para que el Estado colombiano se abstenga de apoyar medidas a escala internacional que puedan deteriorar o suprimir las potencias creativas humanas y los objetivos fundamentales en el campo de la cultura, o aquellos que debiliten la capacidad del país para apoyar las diversas identidades culturales de la Nación.

Estos principios son la base sobre la que UNESCO ha propuesto la Convención sobre la Diversidad de los contenidos culturales y las expresiones artísticas, un instrumento con fundamento jurídico vinculante que llene el vacío que existe en el derecho internacional, y que le dé a los Estados un cimiento legal para elaborar, ejecutar y mantener sus políticas culturales, sirviendo de contrapeso a la presión que ejercen sobre la cultura los acuerdos de comercio internacional. Esta será adoptada en la Conferencia General de la UNESCO en el 2005.

En algunas de esas negociaciones comerciales, las asimetrías en el tema cultural han llevado a establecer Cláusulas de Excepción o Reservas en los tratados, que fijan condiciones especiales para el acceso a los mercados, a la inversión, al trato nacional, y/o a la cláusula de la Nación más favorecida en el terreno de las industrias culturales. Otra opción es establecer una cláusula específica que garantice la autonomía de los Estados contratantes para mantener y formular políticas de fomento en sectores estratégicos como la industria editorial, la televisión, el cine, la música, y las demás manifestaciones artísticas y culturales.

Estas alternativas deben estar presentes en las negociaciones de los tratados que adelanta el Gobierno colombiano con otros países. Con la conformación de la Coalición, el Gobierno nacional y el sector cultural cuentan con una representación, una nueva herramienta, para enriquecer el debate de los tratados actualmente en negociación, y fundamentalmente para llegar a acuerdos que permitan preservar la diversidad cultural de la nación.

La Coalición Colombiana por la Diversidad Cultural se une así a las Coaliciones del mundo y demás organizaciones de la sociedad civil y de los Estados que luchan por la protección de la Diversidad Cultural.

FIRMAS*

* reenviar con su nombre a la siguiente dirección electrónica > catalina_rey@cable.net.co

La Ministra de Cultura expone cómo se alista el Gobierno para defender la cultura nacional en el TLC:

Bastante se ha dicho sobre lo que se ha hecho o lo que se ha dejado de hacer en los tratados de libre comercio con relación a la cultura. Han aparecido titulares y no han faltado afirmaciones del siguiente tenor: «… Como se preparan los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil, pareciera que la educación y la cultura fueran la Cenicienta de los tratados…» Varios analistas se han referido al tema, y pareciera rondar una sensación de amenaza latente, que sugiere varios interrogantes: ¿Perderá Colombia su identidad cultural como resultado del TLC? ¿Renunciará el Gobierno a la responsabilidad de promover el acceso a la cultura, de desarrollar y difundir los valores culturales de la Nación?

El debate ha estado acompañado de emotivos discursos, y esto es explicable y legítimo desde todo punto de vista. La cultura, entendida como lo que nos diferencia de otros pueblos, es la base indiscutible de nuestra identidad, y se constituye en un valor que se identifica, se aprecia y se desea proteger. Es evidente que se trata de un tema sensible. Voces críticas han recomendado el tratamiento del sector cultural como capítulo independiente en las negociaciones. No obstante, la experiencia internacional ha reconocido que dada la amplitud de los temas de índole cultural que son susceptibles de verse afectados por las decisiones derivadas de un tratado de esta naturaleza, lo que resulta más conveniente es abordarla como un concepto transversal.

Ello se deriva no sólo de la presencia de componentes culturales en una multiplicidad de aspectos de la vida económica y social, sino también, de la aproximación que se ha logrado, tras varios años de estudio y análisis, al concepto cada vez más sólido de las industrias culturales (también denominadas «industrias creativas» en algunas latitudes, y en otras, «industrias del entretenimiento»). Éstas comprenden de acuerdo con la UNESCO, la industria editorial, la cinematográfica, la fonográfica, la de radio y televisión y la publicidad. Del mismo modo, los diferentes estudios sobre la materia, han demostrado el impacto significativo de estos sectores en la economía y han desarrollado instrumentos de medición que han permitido identificar modos de producción, canales de circulación y fuentes de empleo. Gracias a estos indicadores, es posible cuantificar el impacto que sobre la economía tienen estas industrias y detectar al mismo tiempo aquellos factores de competitividad y riesgo en las cadenas que las conforman.

Es aquí donde el discurso que promulga la defensa de los valores inherentes a nuestra identidad requiere ser acompañado de análisis y planteamientos de naturaleza más técnica. En la consolidación y el fortalecimiento de nuestras industrias culturales, pero también en la búsqueda de oportunidades que ofrecen los mecanismos de circulación de bienes y servicios culturales, radica el secreto para lograr que los objetivos de democratización de acceso a la cultura y de difusión de contenidos diversos, que correspondan a nuestra multiculturalidad, sean posibles de alcanzar. ¿Cómo logra un escritor ser publicado? ¿Cómo llega una película colombiana a las salas? ¿Cómo consigue un intérprete la grabación de un disco? ¿Cómo llega la obra de un artista al público? ¿En qué etapas de la creación y de la producción existen obstáculos? ¿De qué manera debe intervenir el Estado para lograr que dichos obstáculos sean superados, en beneficio del creador, del productor y del público? Las industrias culturales son, entre otras cosas, el canal que permite a los creadores dar a conocer su obra, y las preguntas no son sólo pertinentes para efectos del mercado interno. ¿No deseamos que nuestros talentos sean reconocidos internacionalmente?

A la luz de estas inquietudes, y teniendo en cuenta la experiencia de países como Canadá, México, Chile y Centroamérica, es posible identificar tres escenarios para abordar la cultura en el marco de las negociaciones. En un primer escenario, el de la excepción cultural, se plantearía la exclusión total de los temas culturales de la negociación. Una segunda opción, consiste en la posibilidad de plantear reservas, en temas puntuales e identificados como particularmente sensibles, donde la política pública ha definido una orientación estratégica clara, basada en criterios objetivos. Como tercera alternativa, las reglas de la negociación prevén el establecimiento de medidas disconformes, para preservar la normatividad interna presente o futura, que atienda las características de determinado sector.

El equipo negociador entonces tiene en su haber un menú de opciones suficientemente amplio, al que se le está otorgando manejo responsable gracias a las ventajas que representan el acceso a experiencias de otros países, estudios realizados en el país y conocimientos y aportes de agremiaciones representativas de productores y distribuidores nacionales de bienes y servicios culturales. No hay que olvidar además que nuestras industrias culturales se caracterizan por una enorme heterogeneidad. Son muchas las particularidades y los factores que están siendo tenidos en cuenta; y a partir de lo anterior, diferentes asuntos relacionados con la cultura han sido observados y tratados en las mesas de negociación que atienden los temas de Acceso a Mercados, Asuntos Institucionales, Compras del Estado, Política de Competencia, Propiedad Intelectual, Servicios Transfronterizos e Inversión. Se está trabajando, además, sobre la base de una metodología de identificación de intereses claros, estableciendo argumentaciones sólidas para lo propuesto, y buscando la generación de opciones creativas que permitan acuerdos integrativos, más que distributivos. Para el Gobierno, entonces, la meta está clara y el equipo negociador está preparado. En el caso de la cultura, se ha hecho patente que a pesar de lo disperso que se encuentra el sector a lo largo del Tratado, ha sido posible delimitarlo con precisión y plantear una estrategia coherente que tiene en cuenta objetivos ofensivos y defensivos, validados con el sector privado y otras agencias gubernamentales con injerencia en el sector.

El esfuerzo gubernamental está puesto en lograr las mejores condiciones para el desarrollo de la industrias culturales. ¿No es acaso legítimo aprovechar el gran potencial exportador de nuestra industria editorial o sumar esfuerzos para combatir la piratería que devasta la industria fonográfica? Estos, entre otros temas, como el logro de las mejores condiciones de acceso y circulación para los bienes culturales, la debida protección a los derechos de autor de los creadores y la posibilidad de continuar apoyando, desde el Estado, manifestaciones artísticas y culturales que son el espejo de nuestra identidad, constituyen el norte de nuestra participación en la negociación. En este contexto, son bienvenidos los aportes desde el sector privado, la Academia y la sociedad civil.

María Consuelo Araújo *

* publicado hoy en El Tiempo

Victor Laignelet: Espontáneamente aparecieron de manera casi sincrónica en esfera pública tres comentarios acerca de TLC y la cultura:

1. Envié un primer mensaje el sábado 7 de agosto haciendo un señalamiento general a la cultura, y en particular al sector de las artes plásticas, acerca de los riesgos de la negociación de TLC si no se abordan con el conocimiento de los requerimientos del sector.

2. El mismo día Catalina Rey propuso adherir a la Coalición por la Diversidad Cultural Colombiana que está promoviendo Sylvia Amaya.

3. El domingo se transcribió el artículo de la Ministra de Cultura publicado en el Tiempo ese mismo día, afirmando que el gobierno está preparado para la negociación y defensa de la cultura, sin embargo que eran bienvenidos los aportes desde el sector privado, la Academia y la sociedad civil.

La cultura en un concepto muy amplio, motivo por el cual no fue abordada como un temario específico en las negociaciones de TLC, optando por transversalizarla con los otros 23 temarios. Tal dispersión no remedia el problema, sino hace más difuso el lugar de la cultura en las dinámicas sociales invisibilizándola en mayor medida.

La lista de apoyo a la Coalición por la Diversidad Cultural Colombiana, es sin duda una iniciativa importante. Según entiendo, en ella se tratan asuntos generales de indudable trascendencia para la cultura y la defensa de los derechos de autor, entre otras cosas. Varios sectores de las Industrias Culturales vienen procurando concretar tal Coalición desde hace algunos meses.

Independientemente del gobierno, el Convenio Andrés Bello tomó la iniciativa de investigar, bajo la dirección de Germán Rey, las implicaciones del TLC para los sectores en la cultura desde tres ángulos; el jurídico, el económico y el social. En su presentación de la situación señaló varias de las problemáticas que implica el TLC para la cultura y puntualizó diversos asuntos de importancia.

El concepto de industrias creativas o de entretenimiento (la industria editorial, la cinematográfica, la fonográfica, la de radio, la televisión y la publicidad) concuerdan, en cierta medida, con el enfoque norteamericano de referirse a la cultura dentro del esquema básico de Industrias del Entretenimiento. Difícilmente las diversas prácticas artísticas contemporáneas se las pueden considerar dentro de tal ámbito, ni resulta evidente su impacto sobre la sociedad bajo el concepto limitado de indicadores cuantitativos empleados y exigidos por Planeación Nacional y por las Industrias Culturales.

El caso es que las artes plásticas no aparecen mencionadas en las investigaciones llevadas a cabo acerca de las repercusiones del TLC en la cultura, ni en el reciente artículo de la Ministra de Cultura. Consulté acerca de tal vacío al investigador Germán Rey, quién reconoció la ausencia de criterios para las artes plásticas en lo desarrollado en su investigación. Posteriormente revisó con su equipo de trabajo otros tratados, particularmente Chile, Canadá y Australia encontrando el mismo vacío.

Uno de los puntos cruciales, mencionados en el primer envío, se refiere a que todo aquello que no se estipule dentro del concepto de «reserva» o «exclusión», quedará automáticamente negociado como mercancía a través de los otros temarios que les sean aplicables transversalmente.

En respuesta a la pregunta de Camilo Atuesta es el sector de las artes plásticas quien debe pronunciarse colectivamente a través de alguna vía sugerida por el mismo sector y determinar cuales asuntos considera pertinentes para ser propuestos bajo el régimen de «reserva» – no negociables – por parte de los negociadores colombianos ( porque evidentemente ellos no lo saben).

Posiblemente esfera pública podría recopilar las iniciativas que emergan del sector a través de la red, y formular un documento que pueda apoyar las investigaciones en curso, así como promover tal documento en las instancias adecuadas con acceso a los negociadores. De lo contrario el sector sufrirá las repercusiones de TLC pasivamente.

Nomeparece: es admirable la gana de lidiar con el TLC, los puntos que sugiere laignelet son claros, solo quisiera comentar que este de los derechos del entorno digital es otro lugar donde seguramente sufriremos la imposicion de una camisa de fuerza. hace poco leia en nettime a alguien que ante la imposibilidad de registrar una «creacion» bajo el lento y costoso proceso de las patentes de sotware yankee donde no hay ya espacio (miles de modelos autoria de software patentados), lo que quiere decir que seria casi imposible desarrollar dentro del sistema (comercial) algo que no estubiese infringiendo de alguna manera la patente de alguno de los monstruos del software, que bien saben como nutrirse de las ideas del entorno del software libre, investigar si existe la patente y correr a registrarla para su futura explitacion comercial, tal como pretenden hacer con la patentacion del patrimonio genetico y el saber de las culturas tradicionales.

los desarrolladores de software se amparan en lo que ya es de alguna manera un standar. GPL (general public license) http://www.gnu.org/home.es.html Holman Romero es un colombiano que seguramente hace parte de COLIBRI (comunidad de usuarios de software libre de colombia http://bachue.com/colibri/grupos.html) de quienes se prodria obtener una mas detallada info.

Seguramente muchos se preguntan porque la relacion de los desarrolladores de software en una lista de arte?? pues simplemente lo mismo que hace el tema del TCL en esta lista…

Tambien veo sensato apelar a un tipo de registro de ideas que se aproxima aun mas a lo que en el entorno de las artes se ve como comercializable (la obra literaria, musical o plastica) bajo algo tan especial como creative commons, una especie de licensia que permite la distribucion de la obra dejando la posibilidad de ser reapropiado por otros sin cohartar la libertad en el proceso contaminacion con ideas que generen nuevas formas, comunmente llamado como colaboracion y bastante practicado en el entorno de las redes. Creative Commons acaba de desarrollar una licencia para Brazil, y seguramente de ellos podriamos obtener feedback al respecto y porque no desarrollar una propuesta para el caso de colombia y los paises del sur que estan negociando las futuras politicas del «arte». http://creativecommons.org/projects/international/ (veo en el site de creative commons que la UB (barcelona) esta adelantando uno para el caso .es, seria bien que alguna institucion colombiana apoyara un proyecto similar)

aca una breve explicacion de las licencias: http://creativecommons.org/learn/licenses/comics1

aqui un aparte del documento crudo que explica lo que la gente detras de creative commons ha desarrollado: (yo personalmente y con un no muy alto dominio del tema preferiria impulsar mas el tipo de licencias que usa GNU/linux) apelar a un copy left!! es lo que haria falta. pero para eso hace falta una mentalidad menos individualista (lease capitalista)

/copyleft!

les pego el aparte #4 creative commons:

4. Restricciones.

La licencia otorgada esta sujeta y limitada a las siguientes restricciones:

a. El cliente sólo puede distribuir, mostrar públicamente, o comunicar públicamente la obra bajo las condiciones de esta licencia y tiene que incluir una copia de esta licencia, o señalar claramente su ubicación mediante un identificador universal de recursos, con cada copia de la obra que distribuya, muestre públicamente, o comunique públicamente. No es posible ofrecer o imponer ninguna condición sobre la obra que altere o limite las condiciones de esta licencia o el ejercicio de los derechos de los destinatarios otorgados en este documento. No es posible subcontratar la obra. Hay que mantener intactas todas las notificaciones que hagan referencia a esta licencia y a la renuncia de las garantías. No es posible distribuir, mostrar públicamente, o comunicar públicamente la obra sin tomar las medidas tecnológicas necesarias para controlar el acceso o la utilización de la obra que contradiga las condiciones de este contrato de licencia. Esto se aplica a la obra incorporada a una obra compuesta, pero no exige que dicha obra compuesta a parte de la propia obra esté sujeta a las condiciones de esta licencia. Cuando el cliente cree una obra compuesta, bajo requerimiento y con la previa notificación por parte del otorgante de la licencia, hay que eliminar de esta obra compuesta, dentro de lo posible, cualquier referencia a este otorgante de la licencia o al autor original, según convenga. Cuando el cliente cree una obra derivada, bajo requerimiento y con la previa notificación del otorgante de la licencia, hay que eliminar de esta obra derivada, en lo posible, cualquier referencia a este otorgante de la licencia o al autor original, según convenga. b. El cliente sólo puede distribuir, mostrar públicamente o comunicar públicamente una obra derivada de acuerdo con las condiciones de esta licencia, una versión anterior de esta licencia o una licencia con otra jurisdicción pero con los mismos elementos de esta licencia. Tiene que incluir una copia de esta licencia, o señalar claramente su ubicación mediante un identificador universal de recursos, con cada copia de cada obra derivada que distribuya, muestre públicamente, o comunique públicamente. No es posible ofrecer o imponer ninguna condición sobre las obras derivadas que altere o limite las condiciones de esta licencia o el ejercicio de los derechos de los destinatarios otorgados en este documento. Hay que mantener intactas todas las notificaciones que hagan referencia a esta licencia y a la renuncia de las garantías. No es posible distribuir, mostrar públicamente, o comunicar públicamente una obra derivada sin tomar las medidas tecnológicas necesarias para controlar el acceso o la utilización de la obra que contradiga las condiciones de este contrato de licencia. Esto se aplica a la obra derivada incorporada a una obra compuesta, pero no exige que dicha obra compuesta a parte de la propia obra esté sujeta a las condiciones de esta licencia. c. No se puede ejercer de ninguna manera ninguno de los derechos que han sido otorgados al cliente en la sección 3 anterior si están destinados principalmente o dirigidos directamente a conseguir un provecho comercial o una compensación monetaria privada. El intercambio de la obra por otras obras protegidas por la propiedad intelectual compartiendo archivos digitales o de cualquier otra manera no se considerará destinado principalmente o dirigido directamente a conseguir un provecho comercial o una compensación monetaria privada, siempre que no se realice un pago mediante una compensación monetaria en relación con el intercambio de obras protegidas por la propiedad intelectual. d. Si el cliente distribuye, muestra públicamente, o comunica públicamente la obra o cualquier obra compuesta o derivada, tiene que mantener intactas todas las notificaciones respecto a la propiedad intelectual de la obra y dar al autor original el crédito razonable por los medios que utilice especificando el nombre (o pseudónimo, si el caso) del autor original si se facilita; el título de la obra si se facilita; de una manera razonable y práctica, el identificador uniforme de recursos (URI), si existe, que el otorgante de la licencia especifique para vincular con la obra, a menos que dicho URI no se refiera al aviso de los derechos del autor o a información sobre la licencia de la obra.En el caso de una obra derivada, un crédito que identifique el uso de la obra en la obra derivada (p.ej. una traducción al francés de la obra del autor original o un guión basado en la obra original del autor original). Este crédito se puede implementar de cualquier manera razonable siempre que, sin embargo, en el caso de una obra compuesta o derivada, como mínimo aparezca este crédito cuando aparezca cualquier otro autor comparable y de forma que sea al menos equiparable al otro crédito de autor comparable. e. En el caso de la inclusión de la obra en alguna base de datos o recopilación, el propietario o el gestor de la base de datos tiene que renunciar a cualquier derecho relacionado con esta inclusión y concerniente a los usos de la obra una vez extraída de les bases de datos, ya sea de manera individual o conjuntamente con otros materiales. f. Para evitar dudas, cuando la obra sea una composición musical. 1. Derechos de comunicación pública bajo licencias libres. El otorgante de la licencia se reserva el derecho exclusivo de percibir, individualmente o a través de una agencia de gestión de derechos (p. e. la SGAE), los derechos por cualquier comunicación pública o comunicación digital pública (p. e webcast) de la obra si dicha comunicación es básicamente con intención o dirigida a sacar una ventaja comercial o una compensación monetaria privada 2. Derechos de reproducción mecánica y percepciones establecidas. El otorgante de la licencia se reserva el derecho exclusivo de percibir, individualmente o a través de una agencia de gestión de derechos o un agente designado (p. e. la SGAE), los derechos por cualquier grabación que el cliente cree a partir de la obra («versión») y distribuya, sujeto a las leyes de propiedad intelectual aplicables en cada jurisdicción, si la distribución de dicha versión es básicamente con intención o dirigida a sacar una ventaja comercial o una compensación monetaria privada g. Derechos de comunicación pública digital y percepciones establecidas Para evitar dudas, cuando la obra sea una grabación sonora, el otorgante de la licencia se reserva el derecho exclusivo de percibir, individualmente o a través de una agencia de gestión, los derechos por cualquier comunicación digital pública (p. e webcast) de la obra si dicha comunicación es básicamente con intención o dirigida a sacar una ventaja comercial o una compensación monetaria privada.

***

La Otra Agenda

Memorias del foro realizado en noviembre de 2004 con el fin de analizar algunos de los temas que hacen parte de las negociaciones del TLC que merecen de un análisis importante y de un tratamiento especial, tanto por parte de los medios de comunicación como de la sociedad en general.  Estos temas son: cultura, agricultura y biodiversidad. Los temas seleccionados fueron estudiados a la luz del impacto que tendría el TLC a largo plazo.

2 comentarios

Ya en los 50 existía un malestar sobre las agendas de selección de artistas nacionales y latinoamericanos a eventos internacionales. El malestar tomó la forma de un nombre, José Gómez Sicré, quien desde su oficina cultural en la Unión Panamericana, hoy OEA, señalaba los nombres de los artistas llamados a esa participación. Los criterios que Marta Traba, quien sería Decana de Artes en la Universidad de los Andes, interpuso al arte nacional coincidían totalmente con los de Gómez Sicré. Comenzó a hablarse de un arte orientado. En los 70′ s el Tribunal Bertrand Russell II sanciona la desculturización de los pueblos Latinoamericanos, orquestada por agentes nortemamericanos y corporaciones multinacionales (Roma abril de 1974 y Bruselas, enero de 1975).
Teatro Crítico
http://teatrocritico.blogspot.com/2011/10/desculturizacion-de-los-pueblos.html

La Cultura en los Tratados de Libre Comercio y el Alca[1]

Diez respuestas sencillas sobre diez asuntos complejos

Proyecto de Economía y Cultura

1. ¿Qué tiene que ver la cultura con los Tratados de Libre Comercio?

Parecería que la cultura está tan alejada del comercio como la poesía de los bancos. Sin embargo, desde hace años, viene siendo parte muy importante de Acuerdos, Tratados, Convenciones y otras formas de las relaciones económicas internacionales.

Ya en 1948, Teodoro Adorno y Max Horkheimer en la Dialéctica de la ilustración empezaron a hablar de “industrias culturales”. Medio siglo después, la cultura se ha incorporado a procesos de producción sofisticados, con cadenas productivas complejas y diversos modos de circulación en los mercados. Pero además, la cultura se ha encontrado con las transformaciones tecnológicas, las coberturas masivas y la evolución de los medios de comunicación.

Las industrias culturales han sido definidas como aquéllas “que representan sectores que conjugan creación, producción y comercialización de bienes y servicios basados en contenidos intangibles de carácter cultural generalmente protegidos por el derecho de autor.”

Entre las industrias culturales se pueden mencionar la editorial, la televisión, la radio y los medios impresos, como por ejemplo, periódicos y revistas, el cine, la industria fonográfica, las artesanías y las nuevas tecnologías.

 

Sin embargo, buena parte de las manifestaciones culturales tienen relaciones estrechas con las industrias culturales. Por ejemplo, la danza se ve en televisión, expresiones del patrimonio o de las artes plásticas aparecen ilustrando revistas o páginas de internet, la música forma parte de conciertos y presentaciones en público, y el teatro se vive en grandes festivales o en salas que son manejadas también con criterios comerciales.

Desde hace años existen acuerdos fundamentales para la cultura. Por ejemplo, la Convención de Berna sobre derechos de autor. Sin embargo, en los últimos años ha aumentado la presencia de la cultura en los Tratados de Libre Comercio, principalmente por el fortalecimiento que han tenido las industrias culturales, la circulación mundial de muchas de ellas, los volúmenes significativos de ventas de productos culturales, el desarrollo de empresas multinacionales y las fusiones entre ellas, el crecimiento del consumo cultural y la convergencia de cultura y tecnología.

Las nuevas tecnologías que han superado con creces las barreras de los Estados, la expansión de los mercados y la importancia económica de los productos culturales han hecho necesario los acuerdos entre países.

En otras palabras: buena parte de las decisiones importantes sobre la cultura hoy en el mundo se juega en los escenarios de las definiciones internacionales de libre comercio.

“Cierto es que la McDonalización, el emblema de la cultura consumista, ha estado siempre presente en las protestas, pero el punto reside en que los derechos de propiedad intelectual y otras medidas que favorecen a los grandes conglomerados del entretenimiento y a la nueva economía se estructuran de tal manera que el consumo de la cultura “inmaterial” (información, servicios digitales, entretenimiento, experiencias mediatizadas, etc.), que requieren, no obstante trabajo físico, se ha convertido en un potente motor del desarrollo económico, quizá superior a cualquier otro tipo de actividad económica”

George Yúdice, El recurso de la cultura

2. ¿El cine, la televisión, la música y las otras industrias culturales son solamente mercancías o entretenimiento?

Este es uno de los puntos centrales en las discusiones sobre la presencia de la cultura en los Tratados de Libre Comercio.

Para algunos, los productos culturales son meras mercancías y forman parte de las llamadas industrias del entretenimiento; por lo tanto, deben ser consideradas como tales y en lo posible liberalizar al máximo la circulación de sus productos.

Para otros, los productos culturales son mucho más que mercancías. Tienen un valor agregado fundamental: intervienen activamente en la formación y el desarrollo de las identidades sociales y culturales, son claves en la promoción de la diversidad cultural y la interculturalidad, promueven la participación social, están articuladas a los procesos de desarrollo, generan cohesión social y son, hoy en día, uno de los lugares de formación de la ciudadanía. Por todo ello no pueden ser considerados simplemente como mercancías que se intercambian en los mercados, sino como creaciones con un significado social y cultural muy importante.

“Frente a los cambios económicos y tecnológicos actuales, que abren vastas perspectivas para la creación y la innovación, se debe prestar una atención particular a la diversidad de la oferta creativa, a la justa consideración de los derechos de los autores y de los artistas, así como al carácter específico de los bienes y servicios culturales que, en la medida en que son portadores de identidad, de valores y sentido, no deben ser considerados como mercancías o bienes de consumo como los demás”

Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural, artículo 8

 

3. ¿Por qué la cultura ha cobrado tanta importancia para los negociadores de los Tratados de Libre Comercio en el mundo?

Fundamentalmente porque representa uno de los sectores más importantes de la economía mundial y a la vez uno de los campos privilegiados de la globalización.

Pero como se observó en la pregunta anterior, más allá de su significación y peso económico, las industrias culturales son claves en el fortalecimiento de la identidad cultural, la promoción de la diversidad cultural y la interculturalidad y la contribución a la participación social y la formación ciudadana. Por eso, cada vez más los Estados y las organizaciones de la sociedad buscan promover iniciativas que aporten a la diversidad y no a la homogenización, al diálogo entre culturas y no al predominio de algunas de ellas.

 

Como lo señaló hace poco Robert Pilon, de la Coalición Canadiense por la Diversidad Cultural, lo que se desea no es menos comercio sino más comercio, siempre y cuando éste se entienda como un intercambio equilibrado y simétrico y no como una relación simplemente unilateral.

 

Algunos datos podrían ayudar a comprender el paisaje de las industrias culturales y su importancia económica y social.

 

El total de la población de los países americanos es de 826 millones de habitantes de los cuales el 62 % está en los países latinoamericanos. El 79,6 % del pib del continente se produce en Estados Unidos y el pib por cápita de Estados Unidos es diez veces mayor al promedio de los países latinoamericanos.

 

En 2001, las industrias culturales de Estados Unidos facturaron 791,2 billones de dólares y su aporte al producto interno bruto fue de 7,8 %. Desde 1977, las industrias culturales han tenido un crecimiento promedio del 7 %. La facturación de las exportaciones de estas industrias fue de 88,9 billones de dólares y su crecimiento promedio desde 1991 ha sido de 9,4 %.

 

En los países del mercosur el promedio de la participación en el pib está alrededor del 4,5 % y en los países de la región andina y Chile alrededor del 2,5 %. En algunos países como Argentina, Uruguay, Colombia y Venezuela, las participaciones en el pib han presentado tasas de crecimiento negativas como consecuencia de las crisis económicas de los últimos años.

 

El comercio exterior de Estados Unidos es el más significativo de la región. El 83 % de las exportaciones de bienes culturales del continente proviene de Estados Unidos y el 56 % de las importaciones ingresan a este país.

 

El 12 % de las exportaciones de bienes culturales del continente provienen de Latinoamérica y el 24 % de las importaciones de América entran a Latinoamérica.

 

Los ingresos por las exportaciones de la industria cinematográfica norteamericana pasaron de 7,02 billones en 1991 a 14,69 billones de dólares en 2001.

 

El aporte de las industrias audiovisuales (cine, video y televisión) al pib en Estados Unidos es del 2,8 %, mientras en los países latinoamericanos es en promedio del 0,7 % (tres veces menor)

 

Cinematografía

 

Alrededor del 50 % de los ingresos de la industria cinematográfica norteamericana provienen de fuentes externas. Los ingresos de esta industria en el mercado latinoamericano fueron de 1,47 billones de dólares en 2001.

 

El 83 % de la recaudación de las taquillas de cine en Latinoamérica es de películas provenientes de Estados Unidos. El 8,5 % de la recaudación proviene de películas domésticas o de la región.

 

En Brasil, la asistencia a películas domésticas se sitúa alrededor del 8 %, en Argentina alrededor del 16 % y en México alrededor del 12 %. Con excepción de estos tres países que tienen apoyos significativos por parte de los Estados, los niveles de asistencia a películas domésticas en los otros países latinoamericanos, están por debajo del 3 %.

 

Existe debilidad en los circuitos independientes de distribución. El 84 % de la distribución de cine lo tienen las distribuidoras de los grandes estudios de Hollywood. Tan solo el 5 % de las películas producidas se estrenan en países distintos a los de origen.

 

fonografía

 

Los ingresos por las exportaciones de la industria fonográfica de Estados Unidos fueron de 9,52 billones de dólares. Cinco grandes empresas disqueras controlan el 80 % del mercado de la música en Latinoamérica: Universal (holandesa), Sony (japonesa), Warner (estadounidense), bmg (alemana) y emi (inglesa), con una enorme red de subsidiarias, o acuerdos con empresas locales. En los mercados de Brasil y Argentina, dichas empresas participaron con algo más del 93 % del mercado.

 

Con la entrada de estas majors, la participación de las indies (empresas locales de capital nacional) disminuyó a lo largo de la década de los noventa drásticamente. El porcentaje de mercado ocupado es en promedio del 15 % del total latinoamericano. En países como Bolivia, Ecuador, Perú y Panamá prácticamente ya no quedan industrias de capital nacional. En 2000, Argentina mantenía un 4 %, Brasil un 15 %, Colombia un 25 %.

 

Aunque se presentan estas asimetrías en la propiedad y los ingresos, el repertorio doméstico en las ventas de Latinoamérica se sitúa alrededor del 54 %. El porcentaje de Brasil es el más alto: 65 %. En Colombia y Perú los repertorios domésticos están alrededor del 40 %. En países como Chile, Argentina y Venezuela está alrededor del 30 %. Aproximadamente el 30 % de la música que se escucha proviene de otros países de la región.

 

Actualmente existe una fuerte depresión del mercado fonográfico: las nuevas tecnologías han facilitado los procesos de reproducción y de obtener música gratis por internet y están cambiando el panorama de esta industria. Los niveles de piratería están alrededor del 55 % y las ventas legales han presentado tasas de crecimiento negativas y se sitúan alrededor del 20 %. Actualmente uno de los problemas más graves que ha traído esta crisis, es que las productoras, tanto filiales como nacionales, han dejado de invertir en artistas nacionales nuevos.

 

Editorial

 

El 73,8 % de las exportaciones de libros del continente al mundo provienen de Norteamérica.

 

Sólo cinco de los países en América Latina (Brasil, México, Colombia, Venezuela y Perú) tienen industrias consolidadas en el mercado interno y externo como lo muestra la producción de ejemplares. Brasil representa el 65 % de la producción de ejemplares, dejando el 35 % restante de la producción a los países hispanoparlantes. Dentro de éstos, México representó un 47 % de los ejemplares (16 % del total de los nueve países), Argentina el 28 % (10 % del total), Colombia el 13 % (5 % del total) y Chile el 5 % (2 % del total).

 

Aproximadamente el 50 % del mercado de libros latinoamericanos, distintos al Brasil, lo tienen editoriales españolas o a través de importaciones o de sus filiales en los distintos países.

 

De los países de la región: Brasil, Colombia, Chile, Estados Unidos, Argentina y Canadá tienen ventajas comparativas en el mercado.

 

Televisión

 

El mayor porcentaje de la facturación (50 %) de los medios audiovisuales está en la inversión publicitaria de la televisión abierta. El 70 % del total de la facturación de la televisión abierta de Latinoamérica lo tienen 10 empresas regionales. En Venezuela, Colombia, México y Brasil, la producción y audiencia de las producciones propias es mayoritaria en la televisión abierta, se sitúa alrededor del 70 % en horarios prime time. En países como Bolivia, Ecuador, Perú y Panamá, las producciones propias han venido en aumento y están alcanzando a cubrir el 30 % del mercado. En la televisión abierta los gastos en importaciones equivalen al 14 % de los ingresos. En el caso de la televisión paga, equivalen al 28 %. Para ambas televisiones, las exportaciones representan un 4 % de sus ingresos. El 77 % de los programas y el 94 % de las señales que se importan provienen de Estados Unidos y el 12 % proviene de la región. El 87 % de las ventas internacionales son de programas de televisión y el 7 % de señales.

 

Revistas, prensa y radio

 

En los sectores de revistas, prensa y radio, la mayoría de la propiedad está en manos de las industrias nacionales. Los niveles de penetración de estos medios están por debajo de Estados Unidos y Canadá. En Latinoamérica por cada mil habitantes existen 77 periódicos, mientras en Estados Unidos existían 201 en 1998.

 

“Ocuparse hoy de las identidades requiere hacer política sobre las industrias comunicacionales. En ellas se juegan las tensiones básicas entre lo nacional y lo global; por una parte, porque las industrias culturales favorecen la apertura de cada nación, la diversidad dentro de ellas y la información recíproca con otras y, a la vez, están produciendo una concentración acelerada de los medios, la homogenización de sus contenidos y el acceso desigual y asimétrico a sus bienes y mensajes”

Néstor García Canclini, Políticas culturales: de las identidades nacionales al espacio latinoamericano

 

4. ¿Cuáles son los Tratados de Libre Comercio más importantes para la cultura en los últimos años?

En los últimos diez años son: la Ronda de Uruguay que dio como resultado la creación de la Organización Mundial de comercio (omc) en 1994, el Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (gats), el Acuerdo sobre aspectos de derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio, el nafta o Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el Tratado de Libre Comercio entre Chile-Estados Unidos, el Tratado de Libre Comercio entre los países de Centroamérica y los Estados Unidos.

 

En la ronda de Uruguay se estableció que en la omc ya no se tratarían únicamente aspectos relativos al comercio de bienes como se había hecho en el gatt, sino que se incluiría el comercio de servicios y aspectos relacionados con la propiedad intelectual, entre otros nuevos temas.

 

En el proceso de negociación que dio lugar a la omc se generó un acuerdo tácito de excepción cultural que aunque no tiene estatus legal y no existe como tal en ningún acuerdo, se sobreentiende partiendo de la base que la cultura no es igual a cualquier producto comercializable. Así, las partes pueden excluir ciertas industrias culturales de los compromisos asumidos o restringir la aplicación de estos compromisos en dichas industrias. Este tratamiento especial a las industrias culturales permite a las autoridades un mayor grado de discrecionalidad en la fijación de políticas para el sector.

 

GATT 94: Bienes

 

Como resultado de la discusión sobre la excepción cultural algunos bienes culturales tienen un tratamiento especial en el marco de este Acuerdo. En el artículo II de la Parte II del gatt se autoriza cuotas de pantalla con el fin de garantizar una transmisión mínima de películas locales o con contenido local, como proporción total del tiempo de pantalla. El gatt 94 también mantiene una excepción general para las películas desarrolladas y los videos caseros, así como para los tesoros nacionales de valor artístico histórico o arqueológico. Todos los demás bienes culturales están sujetos a las disciplinas del gatt que aplican para los bienes industriales.

 

GATS: Servicios

 

El gats establece que todo el comercio de servicios estará sujeto a las prácticas de Nación Más Favorecida (nmf) y Trato Nacional (tn). No obstante, gozan de excepción los servicios provistos en el ejercicio de la autoridad gubernamental. En cuanto a los servicios culturales, la excepción se aceptó principalmente en el sector audiovisual, que abarca cine, radio y tv y los servicios de bibliotecas, archivos y museos dejándolos exentos de aplicar los principios de nmf y tn. La excepción cultural permite el desarrollo de políticas públicas que apoyen el sector audiovisual mediante cuotas de transmisión en televisión y radio, ayuda financiera para la producción y la distribución de programas y acuerdos regionales de coproducción.

 

TRIPS: Propiedad intelectual

 

Su objeto es dictar reglas comunes para la protección de los derechos de propiedad intelectual. Las áreas cubiertas por el Acuerdo son los derechos de autor y derechos conexos, marcas, indicaciones geográficas, diseños industriales, patentes e información confidencial.

 

En ciertas circunstancias, se le otorga a los autores de obras cinematográficas el derecho de autorizar o prohibir el alquiler al público de originales o copia de su obra. El país miembro no está en la obligación de conceder al autor el derecho exclusivo al alquiler comercial de obras cinematográficas, a no ser que el alquiler de dicha obra haya conducido a su copia extendida y que por lo tanto se esté obstaculizando el derecho exclusivo de reproducción conferida a los autores y sus sucesores.

 

Por su parte, los intérpretes pueden impedir la grabación, transmisión y comunicación no autorizadas de sus actuaciones en vivo, al público.

 

Los productores de fonogramas tienen el derecho exclusivo a la reproducción y al alquiler comercial de sus producciones.

 

NAFTA

 

El Acuerdo de Libre Comercio suscrito entre Canadá y Estados Unidos en 1989, despertó el interés mexicano y se abrió la posibilidad de negociar un acuerdo. Las negociaciones se iniciaron en 1991 y el acuerdo entró en vigencia en 1994.

 

En el Acuerdo suscrito por Canadá y Estados Unidos en 1988, el gobierno canadiense había logrado la excepción cultural para el sector.

 

Los intereses de México en la negociación del nafta se enfocaron en dos temas. Por un lado, los negociadores querían restaurar los derechos de autor de las películas mexicanas, que habían entrado a ser de dominio público estadounidense bajo el régimen previo de derechos de autor de Estados Unidos. Por otra parte, los mexicanos no querían aplicar el principio de Trato Nacional a los derechos conexos de los intérpretes sobre presentaciones públicas de sus grabaciones de sonido.

 

El objetivo principal de los Estados Unidos era lograr la mayor liberalización posible, la extensión de todos los derechos de propiedad intelectual, la eliminación de la excepción cultural con Canadá. Además, excluir los derechos morales del nafta, persuadir a México de aceptar el concepto de work for hire,[2] prohibir la importación paralela[3] e incluir derechos de alquiler comercial para los productores de grabaciones de sonido.

 

En el Acuerdo se acepta la excepción cultural a Canadá con cuatro salvedades. En primer lugar se estableció que los bienes culturales no estarían cubiertos por la excepción. En segundo lugar, se decidió que si Canadá llegara a solicitar el retiro de capital estadounidense de una empresa que hubiera sido adquirida indirectamente, las autoridades canadienses deberían garantizar que esa empresa se comprara a un precio justo de mercado abierto. En tercer lugar, la excepción cultural no aplica a la única provisión del tlc con respecto a los derechos de autor, relacionada con la retransmisión de programas de radio, televisión y medios afines. En nafta se exige que el tenedor de los derechos de autor del otro país reciba una remuneración por la retransmisión de dichos programas sobre los cuales tiene derechos. Finalmente, la labor de impresión y tipografía se excluyen del sector cultural, y por lo tanto la excepción cultural otorgada a Canadá no aplica para estas industrias.

 

México logró restaurar los derechos de autor de las películas mexicanas producidas entre 1978 y 1989 y además no tiene la obligación de remunerar a los intérpretes estadounidenses por la presentación en público de sus grabaciones.

 

nafta abre la posibilidad de que los autores transfieran sus derechos a empresas y empleadores, permitiendo que los tenedores de los derechos económicos de las obras puedan explotarlas libremente. Adicionalmente se permite la transferencia por contrato de los derechos económicos sobre una obra y se admite que el que la recibe pueda obtener remuneración económica de su explotación. Se prohibió la importación de obras no autorizadas, es decir que los autores y sus sucesores tienen el derecho de autorizar o prohibir la importación de copias no autorizadas. En cuanto a inversión, se acordó que se aplicarían los principios de Trato Nacional y Nación Más Favorecida a las diferentes industrias culturales, y se prohibió la exigencia de requisitos de desempeño para las empresas con inversión extranjera. Estados Unidos se reservó el derecho de establecer condiciones para la propiedad en la industria de publicación de periódicos, así como en la industria de cable y telecomunicaciones. México se reservó el derecho a tomar cualquier medida en cuanto a la inversión en transmisión, distribución multipunto y servicios de televisión de alta definición.

 

5. ¿Qué ha sucedido con la cultura en los Tratados de Libre Comercio más recientes?

 

Los Tratados de Libre Comercio más recientes han sido los de Chile con Estados unidos y los de los países centroamericanos con los Estados Unidos.

 

En el primero se negoció una reserva cultural, que es un procedimiento que permite definir de antemano ciertos temas sobre los cuales los Estados mantienen plena autonomía.

 

Entre los temas culturales que se reservan está la posibilidad de apoyo a las industrias culturales, la persistencia de las políticas de cooperación, el mantenimiento de un 40 % de producción nacional en televisión, la autonomía en la definición de políticas en temas sociales claves como por ejemplo en la educación (en todos sus niveles), así como en la definición de políticas que afecten a las poblaciones económicamente en desventaja o minorías étnicas.

 

Lo interesante en el proceso chileno fue el proceso de participación de la Coalición por la diversidad cultural que agrupa a diferentes sectores de la cultura como editores independientes, artistas y creadores audiovisuales, entre otros. La Coalición dirigió una carta al presidente Ricardo Lagos para insistir en la importancia de la cultura en la negociación, participó en diversas reuniones de trabajo, promovió el debate sobre temas concretos de la agenda cultural e interactuó activamente con el equipo de negociadores.

 

En el Tratado de Libre Comercio con los países centroamericanos, además de las restricciones contenidas en las leyes, se plantearon explícitamente cuatro campos de medidas hacia el futuro en materia cultural: los referidos a la cooperación audiovisual y el apoyo a las industrias culturales, los programas de subsidio del gobierno para la promoción de las actividades culturales, la posibilidad de definir políticas públicas en temas como educación, seguridad social, cuidado de los niños, y otras como derecho de los Estados y la reserva del derecho de adoptar o mantener cualquier medida relacionada con las poblaciones económicamente en desventaja y las minorías étnicas.

 

“Entendemos que toda política cultural que queda limitada a concepciones proteccionistas y defensistas en el sistema de las industrias culturales y en las del audiovisual en particular, podrán tener muy poco futuro si no se la enmarca en finalidades más ambiciosas como son las de promover y potenciar, según las circunstancias de cada país y región, los recursos económicos, humanos y técnicos existentes para equilibrar fuerzas y ser capaces de crecer en términos locales o regionales en la competencia con las transnacionales que hoy tienen la hegemonía en el dominio del sistema”

Octavio Getino, Las industrias culturales: entre el proteccionismo y la autosuficiencia

 

6. ¿Y el alca?

 

En 1994 todos los países de América Latina y el Caribe adscritos a la oea decidieron participar con Estados Unidos y Canadá, en la constitución del Área de Libre Comercio de las Américas (alca), la mayor del mundo, con un enorme mercado potencial que llega a los 800 millones de personas y tiene un pib de cerca de 11 billones de dólares.

 

La negociación del alca ha sido un proceso difícil y complicado. Inicialmente se pensaba en lo que algunos llamaron un “alca robusto”, es decir, que contemplara acuerdos en la mayor parte de asuntos estudiados en las nueve mesas existentes para ello. Los desacuerdos fueron aflorando, a la vez que el proceso sufría las influencias de los debates que se vivían en otros lugares de las decisiones sobre el libre mercado, como por ejemplo, la omc.

 

Lentamente el alca fue perdiendo robustez y empezó a transformarse en un “alca light”, es decir, en un acuerdo en el que ya no se contemplaban todos los temas, sino sobre todo aquéllos sobre los cuales existía un consenso más generalizado. Los cambios políticos de Argentina y Brasil influyeron en una reconsideración de los contenidos y los alcances del alca, puesto que se han mostrado remisos a tocar ciertos temas, como propiedad intelectual, mientras los Estados unidos persisten en sus políticas de subsidio a los agricultores. Como lo señaló el Canciller de Brasil, Celso Amorim, se trata de “encontrar el equilibrio adecuado entre nuestras ambiciones y la necesidad de no comprometer nuestras capacidades de diseño y de ejecución de políticas de desarrollo social, ambiental, tecnológico, etc.”

 

La tendencia más reciente es la de un “alca progresivo” es decir, que vaya encontrando temas coincidentes en los cuales se podría llegar a acuerdos inmediatos y se mantenga una agenda paulatina de búsqueda de consensos en otros asuntos.

 

Sin embargo, lo que ha sucedido es que se han iniciado procesos de negociación de tratados bilaterales con los Estados Unidos, mientras se avanza en el camino del alca.

 

“Reconociendo que los países deben mantener la capacidad de proteger, elaborar e implementar políticas culturales con el propósito de fortalecer la diversidad cultural, dado el papel fundamental que desempeñan los bienes y servicios culturales en la identidad y la diversidad de la sociedad y en la vida de las personas”

Propuesta canadiense de un preámbulo para el alca, julio de 2001

 

7. ¿En qué mesas de la negociación del alca se analizan los temas de la cultura?

 

Los temas culturales no tienen un capítulo especial, ni están concentrados en una mesa específica de la negociación. Igual sucede con los Tratados. Basta leerlos para observar que se desperdigan a través de sus numerosas cláusulas.

 

Pero la cultura fundamentalmente está ubicada en las mesas de servicios, de inversiones, de compras del Estado, de propiedad intelectual y de acceso a mercados. Una atención especial merece el tema de servicios y el de propiedad intelectual, en los que se pueden encontrar las cuestiones más difíciles e importantes.

 

8. ¿Cuáles son las alternativas que tiene la cultura en las negociaciones?

 

Las opciones reales son varias. La primera alternativa es la Excepción cultural, por la cual, como ya hemos visto, se excluyen todos los temas culturales de la negociación. Este camino fue el que se transitó en la creación de la omc, particularmente en las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea. También Canadá ha mantenido esta alternativa en todas sus negociaciones, con las salvedades que ya se especificaron anteriormente, presentes por ejemplo, en su Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.

 

La segunda alternativa es la Reserva cultural, por la cual se incluyen los temas culturales en la negociación y los Estados se reservan algunos asuntos que consideran especialmente relevantes y que son explícitamente concretados en el Acuerdo. El caso más reciente de reserva cultural es el de Chile-Estados Unidos.

 

La tercera alternativa es la de la Liberalización total. En general todos los Tratados contemplan algún grado de reserva frente a los temas culturales, puesto que los consideran socialmente estratégicos para el país.

 

“Sin lugar a dudas, la existencia social y la identidad pasan hoy por el lenguaje audiovisual y la pantalla. La constitución de un “nosotros” latinoamericano, caribeño o centroamericano y de cualquier país del continente requiere de ese lenguaje. Desde esta perspectiva, la industria cinematográfica y la televisiva son prioritarias en términos de identidad. Sin embargo, precisamente en ellas lo latinoamericano apenas está presente, salvo en algunos géneros como la telenovela. La creación audiovisual sobre temas latinoamericanos, en idiomas locales o ambientada en la región, es escasa. Del mismo modo, las culturas populares y las culturas de los pueblos originarios son prácticamente inexistentes, porque para la lógica del mercado que rige estas producciones el espesor y la diversidad cultural no cuentan. Ello incide, sin duda, en nuestra imagen como latinoamericanos y también en el modo como nos perciben los otros”.

Bernardo Subercaseaux, Las industrias de la cultura: realidad y desafíos

 

9. ¿Cómo entra la cultura a las negociaciones?

 

Hay que ser conscientes, por una parte, de que los Estados no entran en igualdad de condiciones a las negociaciones en materia cultural. Es decir, existen claras asimetrías en la negociación; por otra parte, los países participan en las negociaciones, con unas realidades específicas que también le dan un sentido a las orientaciones de las negociaciones.

 

Las asimetrías tienen que ver con la situación diferente de las industrias culturales dentro de los propios países y a su vez, con las diferencias que existen entre ellos. Algunos países han logrado construir una industria relativamente fuerte del cine, como Argentina, Brasil y México. Otros tienen exportaciones significativas de producción televisiva como México, Brasil y Venezuela y en la industria editorial México, Argentina, Colombia, Brasil y Chile poseen reconocidas fortalezas. Sin embargo, la situación de muchos otros países de América Latina y el Caribe, es de una enorme dependencia de la producción de los Estados Unidos y de Europa. Hay campos en que la desprotección es prácticamente generalizada como ocurre con la distribución de cine. La gran mayoría de películas que se ve en los cines de la región proviene de los Estados Unidos y particularmente de Hollywood. En música, cinco grandes compañías dominan el mercado de la región, aunque aún el repertorio de música doméstica tiene una importancia relativamente significativa, como ya vimos.

 

Pero hay una serie de tendencias en la cultura en nuestros países que hay que tener en cuenta en las negociaciones. Ellas son:

  • El decrecimiento de la presencia de los Estados en la cultura, o por lo menos el replanteamiento de su acción: ante las urgencias de las demandas sociales, la cultura no suele aparecer en los primeros lugares de las jerarquías en los planes de los gobiernos, entre otros motivos por las comprensiones que suelen tener los políticos y los encargados de las decisiones económicas sobre ella. Habitualmente la relacionan con las bellas artes o con lo folclórico y casi siempre con el gasto, pero no con las oportunidades de desarrollo de los países. Así mismo los Estados han perdido capacidad de actuación real en la definición de políticas públicas sobre las industrias culturales, que está hoy sobre todo en manos de la iniciativa privada, y en muchos casos, de grandes compañías transnacionales. Por otra parte parece haber un retorno al patrimonialismo y la actividad cultural conservadora que “inmoviliza y coopta” (Jesús Martín-Barbero, 2003). Algunos investigadores, como Octavio Getino, aconsejan poner el acento de los Estados menos en las limitaciones o en las restricciones de lo ajeno y más en el fomento y acrecentamiento de las capacidades propias. Por ello es fundamental que los Estados se reserven espacios de autonomía para la definición de políticas públicas en este campo, el apoyo a la creación y la búsqueda de formas efectivas de cooperación que no puedan después ser demandadas por incumplimiento de los acuerdos.
  • El crecimiento de la iniciativa privada en las industrias culturales: es un signo muy interesante, con muchas posibilidades y que debe considerar su contribución a un tema público como la cultura.
  • La presencia de grandes compañías multinacionales en la cultura: en algunas industrias culturales el espacio está copado por la presencia de estas empresas, que no siempre facilitan el desarrollo de la diversidad cultural y la circulación de bienes culturales más allá de sus objetivos económicos.
  • El desarrollo paulatino de la participación social en la cultura: existen experiencias como planes participativos de cultura, cabildos, presencia de gremios de creadores, aunque aún subsista en muchos países una baja participación ciudadana en estos temas.
  • Fortalezas y debilidades de las industrias culturales nacionales; algunas de ellas con muy baja capacidad competitiva.

 

“La cultura se refiere tanto a la invención como a la preservación, a la discontinuidad como a la continuidad, a la novedad como a la tradición, a la rutina como a la ruptura de modelos, al seguimiento de las normas como a su superación, a lo único como a lo corriente, al cambio como a la monotonía de la reproducción, a lo inesperado como a lo predecible”

Zygmunt Bauman, La cultura como praxis.

 

10. ¿Cuáles son los ejes culturales más importantes en las negociaciones?

 

Los ejes más importantes son:

 

  1. El eje de la Propiedad: tiene que ver con las disposiciones sobre propiedad dentro de las industrias culturales, como por ejemplo, los topes de inversión extranjera en medios como la radio, la televisión o la prensa escrita. También se refiere a la propiedad de las obras de creación.
  2. El eje de la Nacionalidad: se refiere a temas como la naturaleza de la producción cultural (por ejemplo los porcentajes de producción nacional de televisión) como a la procedencia de los directores de medios de comunicación, el personal participante en actividades arqueológicas, maestros de historia y guías de turismo. Busca garantizar la presencia nacional en actividades culturales que se consideran muy ligadas a la autonomía de los países.
  3. El eje de la Promoción, fomento y cooperación cultural. Se refiere a todas aquellas reglamentaciones que buscan garantizar el apoyo a la creación, circulación y acceso a la cultura. Por ejemplo la creación de fondos de financiación y políticas de cooperación audiovisual.
  4. El eje de los Derechos de autor y propiedad intelectual: uno de los temas centrales de la negociación. Se refiere principalmente a derechos de autor y derechos conexos, marcas, indicaciones geográficas, diseños industriales, patentes e información confidencial, plazos de protección, políticas contra la piratería. Existen diferencias entre la concepción anglosajona y la europea de los derechos de autor. Hay discusiones pendientes como por ejemplo, la relación entre derechos individuales y derechos colectivos o la complementariedad entre derechos de autor y derechos de la ciudadanía al acceso a los conocimientos y la cultura, la responsabilidad de proveedores de internet, etc.
  5. El eje de las Poblaciones autóctonas o en desventaja: se refiere a todas aquellas reglamentaciones dirigidas a proteger a poblaciones en desventaja, así como a lograr la salvaguarda de sus derechos culturales.

 

¿Y qué hacen los habitantes de los ranchos (en la versión de pobreza rural de México y de pobreza urbana de Venezuela o Colombia)? Se saben ante otro episodio de la infinita cancelación de alternativas que constituye su vida, ante otra exclusión colosal. «No se podrá vivir sin conectarse a la red», reza el nuevo proverbio. Hoy, el 20 % más rico de la población mundial acapara el 93,3 % de los accesos a Internet, frente al 20 % más pobre, que apenas dispone del 0,2 % de las líneas. En el siglo xx la vida latinoamericana ha consistido en gran parte en la resistencia a la alternativa única, que extingue opciones con ferocidad. Hoy, cuando las alternativas se concretan, el derrumbe de las economías amenaza con destruir, o destruye en efecto, mucho de lo avanzado. Los procedimientos de la televisión le devuelven a la sociedad el carácter homogéneo de que tan penosamente se había desembarazado, las promesas de la globalización se estrechan y se concentran monopólicamente, lo que se excluye se disemina por doquier y lo que incluye apenas sobrevive. Y las antiguas quejas y los lamentos proverbiales ya no operan, disueltos en la ironía posmoderna. Ante las devastaciones, algunas certezas permanecen, todas ellas correspondientes a los grandes cambios positivos. No las difundo ahora para no oponerme al esplendor del pesimismo.

 

Carlos Monsiváis, Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina.



[1] Este trabajo, elaborado por Germán Rey se basó en el estudio “De la realidad a los sueños. La cultura en los tratados internacionales de libre comercio y el alca”, Germán Rey (coordinador), Mauricio Reina y Gonzalo Castellanos, Bogotá, Convenio Andrés Bello, 2003.

[2] Este concepto se refiere a que una obra creada en una relación contractual le pertenece al que contrató y está pagando por el trabajo. (Nota del editor)

 

[3] El concepto de importación paralela se refiere a la importación de obras protegidas, cuya distribución y venta no está autorizada por el tenedor de los derechos. (Nota del editor)