Hace un par de meses, Toxicómano me pidió escribir un texto de sala para su exposición Des-Conocidos, la cual se inauguró en la galería Otros 360[1]. Este encargo fue grato para mí, ya que sigo su trabajo desde hace un buen tiempo; además, a pesar de escribir de manera constante sobre artistas, sobre sus obras, nunca había tenido un encargo directo de otro artista y menos de la talla de Toxicómano. Por lo que, con ánimo procedí a redactar un breve texto para esta exposición, texto que comparto al final de este post. Sin embargo, al encontrarnos tiempo después, el artista me pide escribir una crítica sobre la exposición, algo que me parece atípico al encargo inicial, pues escribir un texto donde expongo las ideas principales de sus piezas, resaltando sus aciertos, para luego ser aún más crítico, me posiciona en una disyuntiva muy particular, respecto a los dos caminos que puede tomar un ojo crítico frente a la producción artística. Es por ello, que me tomo la libertad de escribir este párrafo, no solo para expresar esta bifurcación del discurso, sino, para buscar la claridad que necesito al escribirlo.
La transición del arte callejero a la sala es problemática en esencia, pues la búsqueda de la belleza no recae sobre la naturaleza de la imagen callejera, la cual se conjuga con varios estímulos sensoriales, peleándose los espacios con la publicidad y la señalética vial, pues en su mayoría, las intervenciones en vía pública gritan para poder equiparar en impacto de la serialidad y la norma de la imagen publicitaria, que siempre te intenta vender algo más allá de la idea misma que comunica la imagen. De allí, el rebelarse frente a los mensajes culturales, por medio de subvertir o crear otras versiones de la misma imagen ha sido un recurso que Toxicómano ha empleado frecuentemente. Por tanto, esta nueva versión de la imagen interactúa con las demás en un espacio natural para contrarrestar los otros discursos, los espacios de tránsito y habitabilidad; pero, una galería no es un espacio de hábito, mas que para los que trabajan en la galería. Las audiencias de estas son expectantes de lo que se exhibe, no se topan con imágenes sin una coordinada curaduría, en algunos casos interactúan con diferente intensidad con las piezas, pero, al enfrentarse a un artista que recurre al espacio vibrante de lo público, su voz se queda sin un interlocutor que conteste con vehemencia.
De esta manera, la confrontación con el gusto popular y el entablar discusión con lo que se considera legítimo para exhibirse en la calle, se ha convertido en un elemento esencial para estos artistas callejeros, promovidos desde la resistencia, la irrupción, la confrontación con lo legal, y posteriormente, acogido por el gobierno en un claro reconocimiento de interacción social con las masas; así, en palabras de Toxicómano:
Así Lucho Garzón en el año 2004 reconoció, con su iniciativa de Muros Libres, asociada al programa Jóvenes sin indiferencia (Dabène, 2020), por lo que, esas voces empezaron a cobrar un sentido particular que promovió una imagen que ahora ha sido asimilada no como contestataria de la identidad local, sino, como parte fundamental del valor cultural de la imagen que define a Bogotá. De esta manera, las condiciones contextuales, históricas y sociales que rodean las imágenes exhibidas en la urbe proponen formas de habitar la ciudad. Por ende, considero que aparece el reto de emular o crear condiciones de exhibición en sala, donde las piezas interactúen con su entorno es fundamental para la producción de muchos de los artistas callejeros, como lo es la producción de Toxicómano. El evento social que suscita lo público debe ser abordado como fundamental en la sala de exposiciones, pues el exponerse al encuentro con el otro se ve opacado por la fría y distante práctica de ver cuadros. Claro, estas piezas no desentonan en la galería, ni distan de lo que el artista nos tiene acostumbrados a presenciar, pues cada pieza de Des-conocidos es potente en sí misma, como lo expongo en el texto de sala, pero, la poca apropiación del espacio sea en intervención o sea en interacción, pone una barreara propia del cubo blanco a las piezas de quién se exhibe. Por supuesto, al exhibir una pieza como “Se ensucia todo tipo de calzado”[3] es un buen comienzo, pero esta se vio perdida en el espacio y más si la ubican al lado del pedestal donde se ilustró el catálogo de la exposición, desluciendo y descontextualizando la pieza. Sin embargo, el acto que contrasta esta propuesta expositiva, que creo que tiene casi todo lo que hizo falta a Des-conocidos, fue la venta de carteles propuesta por varios colectivos, en el túnel de la estación Restrepo de Transmilenio, realizada en los días finales de la exposición en la galería, por lo que pudo ser una oportunidad para la misma galería, para dinamizar socialmente a su artista y conectar con Otros públicos o audiencias, que aunque puede ser que no compren como sus clientes habituales, si dinamizan la obra de un muy buen artista que representan. Por ende, la pregunta que formularías es ¿cómo traducir una experiencia como esta en un espacio como la galería tradicional?
Para concluir, Toxicómano es un artista redondo en su práctica, abrió una brecha importante cuando los espacios de práctica no estaban regulados ni protegidos, primero, por un colectivo definido, y segundo, menos por un gobierno local que propiciara espacios de participación artística. Sin embargo, el paso de sus piezas a la galería en estos momentos le plantea un reto adicional, no el mayor reto de su carrera, que creo que ha sido plantear una imagen propia, fácilmente reconocible y valorada por muchos, pero, si deberá adaptar lo esencial que propicia su imagen en la calle a espacios más áridos para su práctica, como lo son las frías galerías, apuntando tanto a la intervención como a la promoción de interacciones cercanas a lo que potencia su imagen en contextos urbanos.
Des-conocidos – Texto de sala (extenso)[4]
La metáfora y sus infinitos caminos dota de significado a la propuesta de Des-Conocidos de Toxicómano, el juego de palabras, los múltiples sentidos lingüísticos, las bifurcaciones que se pueden tomar al mismo tiempo respecto a lo que podemos leer de las imágenes, el lenguaje y en esta ocasión, las superficies y los objetos que éste provee en sus piezas enriquecen su ya conocido recurso. Su intervención “TODXS ROBAN”[5] en un costado de una edificación demolida, “SE ENSUCIA TODO TIPO DE CALZADO: PRESIONE AQUÍ”[6] escrito en una baldosas o su referencia ACAB con Don Gato, la caricatura dibujada por Hanna Barbera, la cual mostraba cierta convivencia de un policía de barrio que era burlado constantemente por la pandilla de gatos, se ha convertido en una forma de retomar referencias contextuales e históricas, que las audiencias que se enfrentan a las piezas del Toxicómano deben reconocer para ampliar ese sentido comunicativo que viene del diseño, pero decanta en la necesidad de reconfigurarlo que comunica y expresa que el arte como acción.
Es así como se conoce la intención de el Toxicómano por comunicar y expresar, pero se desconoce qué interpretaciones pueden construir quienes presencian las piezas expuestas. Para ilustrar, hemos construido una historia de Gabo a través de sus escritos, pero también, a través de la muñequera propinada por Vargas Llosa a través de la narración mediada por los medios de comunicación, pero desconocemos las narrativas de otros involucrados en este complejo suceso; o por ejemplo, algunos pueden encontrar cercanía en la representación de Sid Vicious en una caja de los conocidos tenis Vans asociados a la contracultura, pero es casi seguro que cada par de zapatos recorrieron diferentes caminos, pero muchos pisaron algunas de las baldosas anteriormente mencionadas. Eso es lo valioso en Des-Conocidos, encontramos un juego con el lenguaje que procura expandir la noción de calle a la de historia personal, a la del reconocimiento del espacio político vivo, que ha forjado la identidad por medio de lo que nos muestran de las celebridades, de los artistas populares, de los íconos culturales y en cómo los hacemos propio y lo comunicamos en un exterior donde nos encontramos todos.
Por ello, estas 12 piezas, compuestas por cajas de zapatos, juguete y por imágenes de masas proveen un sentido a la representación que Toxicómano propone en muchas de sus intervenciones al espacio público, revelando la conexión anteriormente mencionada entre el diseño, el arte callejero y la intención por hacernos dudar de una imagen comunicativa que por lo general siempre nos está vendiendo algo desde una aparente certeza. Esta versión convencional de la imagen traída de la publicidad y la comunicación, Toxicómano la sub versiona con su expresión personal, siendo este un elemento esencial en la expresión estética artística. De esta manera, la expresión del Toxicómano es subversiva, demanda de las audiencias que se involucran con sus propuestas de una lectura no tan habitual, trayendo consigo una reflexión sobre si mismos, sus historias, los valores que hemos construido con ellas y las características formales y lingüísticas que hemos construido de manera conjunta con algunos habitantes de la ciudad.
Dabène, O. (2020). Street Art and Democracy in Latin America (1 (ed.)). Springer International Publishing. https://doi.org/10.1007/978-3-030-26913-5
[1] https://otros360grados.com/
[2] Conversación con toxicómano via whatsapp ocurrida el día 29 de enero del 2024.
[3] https://www.instagram.com/p/CnoyXGVuhwT/?img_index=1
[4] https://otros360grados.com/toxicomano-desconocidos/ (texto corto)