“Para los griegos, la ciencia de la naturaleza era un arte en sí mismo que tenía al mundo como materia y a la imaginación como instrumento, y que consistía, como el resto de las artes, en mezclar lo limitado con lo ilimitado. Ahí se daba la concordancia entre la ciencia y el arte. Para nosotros, son opuestos, porque la ciencia analiza.
Hacer del universo la obra de Dios. Hacer del universo una obra de arte.
Tal es el objeto de la ciencia griega.
El de la ciencia clásica es “hacernos dueños y poseedores de la naturaleza”, Descartes, Discurso del método, 6 parte, (asimilarnos a Dios, de manera muy distinta a la anterior) mediante un saber que se encuentra en nosotros mismos. (Reconstrucción apriorística; analogía con la lectura de un mensaje cifrado en una clave desconocida.)
El de la ciencia contemporánea: expresar en lenguaje algebraico las regularidades de la naturaleza, con el fin de servirse de ella.
Cada vez más bajo.
Y es que donde hay progreso, el nivel es obligatoriamente bajo. “Ars longa, vita brevis”, Hipócrates, El arte es de largo aliento; la vida es breve”. Simone Weil, Cuadernos
Ningún decorado a la vista. Los dos personajes de esta conversación se encuentran equidistantes, mediando entre ellos una distancia lo suficientemente significativa para que podamos hablar de lejanía. Los une virtualmente un chat. Una sala provisional a la que acuden puntualmente cada noche, antes de dormir. Así que los espacios de conversación son abstractos. Se trata apenas de una ventanita titilante donde van apareciendo las letras y donde de vez en cuando alguna imagen tomada rápidamente de las cosas que están en derredor, se aparece abruptamente por uno de los vórtices de la pantallita. Como no podemos verlos sino apenas vislumbrar sus palabras en el teclado, podemos imaginarnos cualquier cosa. Su edad, su fisonomía, y todos esos detalles y circunstancias que he preferido obviar. Por ahora los llamo provisionalmente A y B. Sin ningún rasgo particular que el de sus propios enunciados.
Un ordenador merecería ser llamado inteligente si pudiera engañar a un ser humano en la creencia de que es humano. A. M. Turing
A: ¿La inteligencia es un corolario?
B: ¡Me haces reír A!
A: ¿Por? ¿Es absurda la pregunta?
B: No, me pareció disparatada. Puede ser.
A: ¿Es un enunciado, no?
B: La inteligencia se supone es central y un corolario es un efecto derivado.
A: Entonces mi inteligencia son más o menos un cierto espectro de enunciados. No creo sea central. Eso es un corolario.
B: Entonces afirmas que, “la inteligencia es un corolario”, ¿es invertir las jerarquías?
A: Depende si es un corolario o no.
B: Es una aproximación interesante.
A: Porque son enunciados imaginarios. Por eso el disenso. La inteligencia es un efecto del espectro de mis corolarios. Por eso se puede ser o no ser dogmático. Alguien verdaderamente inteligente puede en consecuencia cruzar el cerco de sus propios corolarios. ¿No crees?
Sabe que son ficción.
A: Sí. Entender el ego como ficción.
A: Esa supuesta inteligencia es un obstáculo entonces.
B: Sí.
A: Un default perverso.
B: Por eso me reí.
A: ¿No crees? ¿Por?
B: Porque en tu pregunta inicial estaba claro que más jerarquías se habrían de invertir. Las jerarquías…
A: Sí. Es como “agradecer”. Es un enunciado. De ahí a encarnarlo…
B: Y en esa inversión se revela la naturaleza obstrusiva de la inteligencia.
A: Así la inteligencia. Sí es como dices, obstrusiva y cerrada. Un ser inteligente puede tener el mayor espectro de enunciados de tal forma que la obstrucción no sea un imperativo. ¿No crees?
B: Pero entonces yo no llamaría inteligencia a esa forma obstrusiva de la razón.
A: Plausibilidad de asimilación de enunciados, ¿Sino…?
B: La inteligencia salta el cerco de sus propias obstrucciones. Torpeza. La denominaría “confianza torpe”.
A: Luego, casi todos los llamados inteligentes no lo son.
B: No, no lo son. O no lo somos.
A: Lo que hay es firmeza de enunciación. Y eso deslumbra.
B: Sí.
A: Un inteligente salta esa barrera. Su propio espejismo obstrusivo ¿no?
B: Aporta desde una construcción real de conocimiento.
A: ¡Es un monje!
B: Probablemente.
A: Cero egolatría. Y apego. Es decir. Conciencia absoluta de la falacia que lo quiere cercar.
B: Sí. La renuncia al ego no es un proceso accesorio. Es indispensable para ampliar el territorio bajo nuestro espectro de comprensión. Con ego no se comprende.
A: También en la ciencia, en el Arte. Sobre todo en la Política. En cualquier campo.
¿Por qué decimos “fulanito es inteligente”? ¿Qué estamos diciendo?
B: Estamos diciendo que nos parece inteligente, no que verdaderamente lo sea.
A: Sí. Es así.
Dame un ejemplo de algún inteligente.
B: “Fulano es inteligente” es algo que cualquier fulano puede decir de cualquier otro fulano. Es una afirmación vacía porque no lleva la carga de una prueba. Un enunciado, un balbuceo. Turing creo fue un individuo notable.
A: Por ejemplo X. ¿Qué sería? Es el vivo ejemplo del inteligente entre comillas. Arrasa en Facebook. ¡Pura egolatría! Un fenómeno mediático. Ese es un buen ejemplo. Fíjate, y con fuertes defensores.
(Arreglé por fin la chapa de afuera, pasando a lo “mundano”. Arreglé el jardín.)
(¡Un like de Z en la foto del árbol con nubes y poema!)
Bueno, hora de retirarme a mi cama.
¿Qué piensas?
B: Sí. Lo pernicioso de los consensos. La banalización de la experiencia.
A: Voy a descansar. Buena noche. Gracias por todo.
B: Descansa A. Dale tiempo al blanco. A la mente.
A: Sí. En Blanco.
(A envía una instantánea de su gato C. Parece estar muy cansado, el gato)
B: ¡Un Turing de los gatos!
Quién sabe cuántos cálculos habrá hecho hoy.
(A envía otra instantánea fotográfica del segundo de sus gatos, D)
A: Y aquí D, hace un momento haciendo de “porcelana”.
B: Dos miradas. Dulce D.
A: Sí. ¡Qué gatico sabio C!
Bueno. Mente en blanco…
B: Exacto A.
Baja los cambios y detén la marcha. Descanso.
A: Sí.
(Tiempo después, cerrada la emisión de la pantalla, cada uno a solas con su mente y con su Idea.)
B: De lo enunciable sólo un fragmento muy pequeño construye experiencia profunda, se acerca a algo que se podría decir verdadero, así sea transitoriamente. Todo lo otro que no construye experiencia, sería “ripio enunciativo”.
A: Previo al enunciado estaría la experiencia. Prescindiendo de toda enunciación. Arte y Política dejan de ser legítimos en su devenir enunciativo. Más que una especulación anuncian un universo vacío. Una promesa que jamás toma curso.
Anotaciones en la Moleskine
- En el Prefacio de Las palabras y las cosas, Foucault citaba a Borges a propósito de una enciclopedia china, en consonancia quizá con nuestra enciclopedia ilustrada; en aquella cabrían, a diferencia de la nuestra, planos con seres pertenecientes a categorías inimaginables para el occidental de tal suerte que su lectura no podría sino producir estupefacción para nosotros. Porque precisamente lo que el índice de esa enciclopedia mostraba, era la posibilidad de pensar las cosas que para nosotros occidentales eran todavía imposibles.
- En el Discurso preliminar de la enciclopedia, D´Alambert alude a la división que hace el Canciller Bacon, así lo refiere, de las ramas del conocimiento humano. El propósito no sólo era aludir a la fuente más representativa de su trabajo, sino además, para que sus lectores y quiénes lo acusaban de plagio, pudieran comparar esas clasificaciones con las de su propia enciclopedia, y hacer evidente que se trataba de un malentendido.
- Cuando Flaubert se lanzó a la aventura de escribir Bouvard y Pécuchet, sus sabios y malogrados hombres de la ciencia analítica, consultó y leyó a la par que sus personajes más de tres mil volúmenes.
- No nos sorprende encontrar dos alusiones fantasiosas en Descartes. La primera es el famoso recurso del “genio maligno” quien como un dios perverso lo lleva a la duda sistemática de las proposiciones a las que creía libres de toda sospecha, en razón de una supuesta claridad; la segunda la revelación de un sueño como motivo y lugar de su inspiración para la escritura y concepción del Discurso del método.
- Cuando Turing se pregunta si las máquinas pueden pensar encuentra que la pregunta no puede hacerse sin antes corroborar los significados de las palabras aludidas en la misma pregunta, es decir, poder preguntar significaría eludir toda sospecha de las palabras en cuestión, a través de las definiciones de las palabras aludidas, pero sabiendo de antemano que esta ruta comporta una actitud imprecisa. No quedaría sino un camino más indirecto y es el de realizar una investigación estadística donde pueda corroborarse el uso de esas palabras. Turing llega a la conclusión de la necesidad de encarar una vía carente de equívocos, como encontrar otra pregunta sin espacios para el yerro. Así llega al juego de la imitación que es precisamente el punto en que esta pregunta se sincroniza con el diálogo anterior que acabamos de enunciar. Porque se trata en este caso de un juego donde también hay dos personajes A y B y un interrogador C que en el caso que nos ocupa bien podría ser el narrador o el lector, quien también está curioso como C por conocer la identidad y género de los interlocutores. En el juego de Turing cada miembro además de participar en un diálogo, tiene como misión confundir o apoyar al interrogador C de tal manera que las preguntas enunciadas por cada uno se dirijan en esa intencionalidad. El juego tiene un propósito, poder reemplazar al interlocutor A (una mujer) esta vez por una máquina y permanecer expectante ante la posibilidad de respuesta de C. Turing señala así, cómo la pregunta inicial que ha dado lugar a todo el mecanismo enunciativo será reemplazada por otras preguntas. En este caso, ¿Puede pensar una máquina?
- Diálogo en colaboración, el diálogo en cuestión fue realizado por Claudia Díaz y Pablo Batelli.
- Dibujo en colaboración, o cómo pensar de otra manera esta Idea, Hernán Sansone.
Claudia Díaz, mayo 6 del 2016