En Carta furtiva, la exposición de Beatriz González que se exhibe en la Galería Alonso Garcés hasta el 16 de junio, los destinos de tres mujeres se congregan en torno a una carta. Beatriz González realizó un grabado de Yolanda Izquierdo (líder campesina asesinada por paramilitares en 2007) y lo puso a circular en el diario El Tiempo el 23 de mayo de 2008. Una mujer anónima, lavandera de ropa, encontró el grabado por casualidad y comenzó a hablarle y a rezarle por las noches, pues había escuchado que esa imagen era la de una santa. La mujer le hizo llegar entonces una carta a la artista para contarle los milagros de su santa, que van desde conseguirle ropa para su hijo hasta lograr ser atendida en el Sisbén, y le pidió el favor de que intercediera por ella con Yolanda para hacerle saber lo agradecida que estaba.
Este cruce de informaciones le sirvió a Beatriz González (Bucaramanga, 1938) para insistir en una exposición que había inaugurado el año pasado y renovarla. En esa oportunidad su obra principal había partido de la imagen de la líder Yolanda Izquierdo, tomada de una fotografía del periodista Álvaro Sierra de El Tiempo. Y respondía al interés de la artista por la reportería gráfica, que ha manifestado desde sus primeras obras, como Los suicidas del Sisga (1965). González le dijo a SEMANA «yo hago un paso entre la reportería gráfica y el espectador, para fijarle estas imágenes de la realidad, que son efímeras y pasan al olvido, por medio del lenguaje de la pintura».
En entrevistas anteriores, Beatriz González había declarado que aquel grabado (Ondas de Rancho Grande) buscaba convertir la imagen de Yolanda Izquierdo en el icono de una santa moderna. En el grabado la mujer está sosteniendo un rectángulo que contiene la imagen de la misma mujer sosteniendo otro rectángulo y así hasta el infinito. Una imagen que habla sobre las ondas, las réplicas; una vía para que la imagen de Yolanda Izquierdo se quedara fija en la memoria colectiva. Como un verdadero experimento en donde juega el arte y lo popular, este grabado circuló en las páginas de El Tiempo. Para González: «Lo más bonito es la repercusión que tuvo el grabado en el diario, que llegó a la cúspide con la carta. Lo que allí está escrito es un drama. La carta es el retrato de Colombia porque esta señora está narrando su vida, que es la vida de miles de colombianos».
Pero no sólo en la carta se cuenta la historia de esta mujer, sino que también abre paso a múltiples reflexiones que fueron suscitadas por la imagen de Yolanda: «(…) porque leí bien y entendí que es que representaba el valor, pero el gran dolor de la situación de Yolanda y yo me había equivocado con la primera mirada que me reí por verlo de vistas hacia fuera y no de vistas hacia adentro cuando me puse en la situación de ella y me agarró la tristeza porque nos hemos acostumbrado a olvidar e ignorar. (…) Estas son realidades que se repiten y son todas muy ondas como las de rancho grande, pero sólo muy pocos deciden enfrentar con su vida lo que a todos nos lo afecta como Yolanda».
González encontró en la carta otro valor para la imagen. Y aunque la artista estaba trabajando paralelamente la imagen de Yolanda Izquierdo en grabado y en pintura, admite que al leer la misiva encontró una nueva inspiración para su trabajo pictórico. Y así nació Carta furtiva, una exposición dividida en dos: la primera parte, que recoge las variaciones pictóricas que ha hecho la artista sobre la imagen de Yolanda Izquierdo en donde se destacan obras como La hoja rota, que muestra la silueta de la líder sosteniendo una hoja de papel rasgado, o Yolanda con horizonte rosa, en donde la silueta sostiene la imagen del paisaje de esa tierra que ha perdido. La segunda parte es Transmisiones, la exposición itinerante del grabado Ondas de rancho grande que ha estado viajando por el país desde 2008.
Publicado em Semana