Este contramanifiesto está escrito contra otro manifiesto de un artista contemporáneo, su nombre está tomado del título de un cuadro de 1954 del pintor colombiano Ignacio Gómez Jaramillo. En los 50´ Colombia se debatía en La Violencia y el artista, luego del fracaso de un arte mural revolucionario impulsado desde la nación Colombiana como programa artístico, regresa al caballete. Por la misma época hacia su arribo a Colombia la crítica Marta Traba, proclamando con euforia el nacimiento del Arte Moderno en Colombia y en América Latina. Convergen entonces en ese grito dos figuras que podrían considerarse semejantes si no análogas, cada una en su momento respectivo y en su contexto particular. Marta Traba y Marina Abramovic. Así al manifestarnos contra Marina en realidad estamos desatando ese grito, porque Marina está más cerca que Marta y todos sabemos quién es ella.
Una obra es siempre la ilusión de obra como totalidad
Un manifiesto es siempre la ilusión de una voz que habla libremente
En realidad, un manifiesto es una representación de la ilusión de un hombre que cree en la posibilidad de manifestarse
En este caso, una mujer, Marina Abramovic, que representa a un artista que se manifiesta
Detrás del manifiesto el proyecto ideológico de un arte libre
De un arte de una época libre
La puesta en escena de las posibilidades del artista contemporáneo
La escena de los límites de que esa realidad es un existente
Y el artista apenas un estandarte de esa libertad
De la ideología como libertad
Solo así las palabras pueden ser escuetas
Sin ruido en derredor
Asegurando esa libertad
Proclamando todavía la confianza en el arte
Marina Abramovic es un lenguaje de manifiesto
De la posibilidad de un manifiesto
De la posibilidad parlante de una libertad liberada de todo contexto, de toda referencia
Una sombra contra la pared. Una escudilla de arroz
La sombra de un figurín que se representa a sí mismo
No está frente a nosotros, nada de lo que dice es en verdad
Se representa. Hace su papel y en su papel representa que se manifiesta la libertad del artista contemporáneo. Su furia
Esta vez sin disfraz ella se disfraza de nosotros, se disfraza de arte, y nosotros nos identificamos con esa imagen. Logramos integrarnos para ser esa conciencia ficticia
Marina se disfraza de nosotros y nos mira tras sus lentes. Nos miramos. Logramos ser por un instante pleno alguien manifestándose. El -arte- que pide hasta conciencia y diligencia sobre sus disposiciones finales. Como si su vida integra fuera una coreografía perfectamente ensamblada que siguiera el derrotero de su propio parlamento en camisa de blue jean y trenzas y anteojos
Somos marina. Nuestra propia performance. Accesibles a nosotros mismos
En realidad nunca estamos en disposición real de poder ser un artista en blue jean y gafas que puede disponer de una escudilla de arroz y de la muerte. Y de quiénes serán nuestros amigos, en esa escenografía vital que marina simula “libre de todo mal”. En mangas de camisa, libres, ingenuamente desinhibidos, nos identificamos
Ninguna distancia perturbadora que rompa la ilusión de esa fábula de arte
El artista Marina logra el trance de la identificación y nos sentimos por un instante, libres. Artistas libres en un mundo libre
Pero el artista no es quien habla, quien se manifiesta es más bien su analogía. Es Marina Abramovic, la fábula que Marina ha creado para representar al artista contemporáneo
Marina es su propio efecto de ficción, su más radical performance
(En el análisis materialista del materialismo clásico, Bertolt Brecht, prevé la necesidad de romper con la ilusión del efecto especular que produce una obra, una particular relación embelesada que se produciría entre el actor y su público. El público se funde a la obra en tanto se identifica con la obra sin ninguna distancia crítica. Así logra el espejismo de una verdad. Y una realidad de si en que no entra ningún elemento que venga a perturbar esa ilusión. Ese efecto de ficción.)
El efecto Abramovic
La artista Marina Abramovic aparentemente ha roto la identificación, aquí no hay ninguna performance. Sin ninguna máscara salvo el estar disfrazada de ella misma, se dirige a nosotros. Y tras sus gruesas lentes, lee su manifiesto. Entonces el espejo es total y el efecto completo
Marina nos habla, Marina la persona nos habla. No su máscara. Y en esa ilusión creemos que es verdad
Su manifiesto es un ejemplo de la identificación
Tú sabes, lector, del sutil monstruo, tú, hipócrita lector, mi semejante, mi hermano. Yo te maldigo. Marina Abramovic soy yo. Y también Marta. Marta Traba.
Claudia Díaz, mayo 11 de 2015.
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Brillante