Transcripciones en el tiempo —La Violencia (por)venir

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En los años 50´s existía aun la posibilidad de una función testimonial en el arte. Despojado de la pertenencia a un tránsito de intereses el arte poseía todavía la posibilidad de ser testigo y testimonio de la violencia. Su función testimonial era nítida, y por lo tanto, posible.

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Dos obras, dos tiempos históricos. En el renglón superior se encuentran la obra “La violencia” o “Muerte de un Estudiante” (1957, Ignacio Gómez Jaramillo) y una transcripción del original realizada en el 2014. Entre ambas hay un transcurso de 57 años. En ese lapso las posibilidades testimoniales del arte parecen haberse desleído en el cauce de las influencias y la propaganda. El arte puede cambiar la sociedad pero primero debe cambiar la sociedad del arte. Sujeto a ser un mecanismo de propaganda y objeto de intercambio, el arte parece haber quedado imposibilitado para alcanzar el alma y la conciencia de las personas.

En el renglón inferior se encuentran “La violencia II” o “Muerte de una mujer embarazada” (1957, Ignacio Gómez Jaramillo) y al lado, un lienzo en blanco. Una transcripción que todavía permanece en suspenso. Transcripción y violencia. Las repisas cuelgan sobre el vacío.

“Diferentes preguntas en diferentes momentos históricos. El museo. La cueva de los sueños olvidados de Herzog. El imposible de dos tiempos históricos ahí ante los ojos. El contexto es otra ficción del aparato de interpretación. Las tabletas superpuestas. Esto no es una estrategia interpretativa. El cuadro de tu abuelo recostado al lado de tu cuadro, resultados de un legado. Colgaban de otras paredes que desaparecieron. Ahora reposan allí. En el estudio. Un día decidiste iniciar esa marea, y empezaste a transcribir. Casi en los dedos la memoria de un color de infancia. Cientos de veces mirados mientras subías la escalera.”. (Claudia Díaz, Panorámica imposible, notas sobre una exposición de Pablo Batelli).

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El espacio del taller, o el posible lugar en donde el arte habrá de salir de su condición de permanente promesa. Su frialdad parece un monolito que da acceso a la conciencia, situarse en el lugar de la imaginación del otro. La suplantación.

“Uno quisiera tener esa panorámica imposible de la obra. El estudio. La expectativa pura. El puro reposar sin pretensión. La obra no llamada a responder por nada. Ninguna deliberación. El momento anterior a nada. Solo el momento. Y luego un acercamiento. Blow Up. Esto es real. Las entrañas. Las cuñas del bastidor.”. (Claudia Díaz, Panorámica imposible, notas sobre una exposición de Pablo Batelli).

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Hacer del dorso de la visión el plano principal de contemplación. Conceder a lo utilitario la gracia de lo que no parece necesario. Un giro de la visión que permita ver el entorno desde el lugar menos visto y exacerbar la imaginación en la búsqueda de nuevas sendas y probables epifanías. Construir el lugar para el encuentro de los lenguajes. Mirar desde las trastiendas. Cambiar el ángulo de mirada para situarse en el dorso de la observación. Observar desde un lugar distinto al de la costumbre.

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“Bonito ejercicio el de suplantar. Podríamos hacernos tomar una foto en el lugar del artista. Descubriríamos que es imposible. Porque cuando se hace a un lado, no queda el lugar vacío, y no hay lugar para nosotros.

No podemos suplantar al artista.”. (Claudia Díaz, Panorámica imposible, notas sobre una exposición de Pablo Batelli)

 

LA VIOLENCIA (POR)VENIR *

La muestra tiene tres ejes, que son: Transcripción, suplantación y violencia.

El arte de nuestros días, o arte contemporáneo si quieres llamarlo por su convención más frecuentemente invocada, se encuentra en una crisis de sentido que proviene de dos fuertes influencias, o de una sola influencia y su fractura de profundidad y radicalidad:

  1. La primera de ellas, las presiones de mercado. Esta habría sido la fase incipiente de la crisis del arte de nuestros días.
  2. La segunda fase es la entrada en el concurso de las tensiones del aparato político, donde el valor de mercado se deriva de la capacidad de influencia política de la obra. Se deriva a un hacer del artista que lo convierte en un «artista de las relaciones públicas», ahora también (llamado) «artes diplomáticas». Finalmente el capital de la obra es puro capital político. El valor es un derivado.

Las influencias serían lo económico en primera instancia, luego el asunto de lo político, que lanza la obra a la escena política con la obligación de ser lo más eficiente posible en la captación de capital político.

El evento singular más importante de la exposición es tal vez «transcripción y violencia» una articulación de dos testigos que son dos transcripciones. La muestra es una obra total, como da fe la ausencia de fichas técnicas. La obra es la muestra. Avancemos en este evento singular de importancia:

Cada evento es una dupla de lienzos.

La primera pareja es un lienzo original de Ignacio Gómez Jaramillo de 1957 titulado «La muerte del estudiante» o «La Violencia I» y su transcripción realizada por mi, su nieto, 57 años después, en 2014. Hay un deseo de una continuidad de circunstancias en este salto de sintonías. Un harmónico de asuntos, una distorsión.

Este gesto de transcripción resitúa las preguntas que desde un terreno teórico Ignacio hiciera en su papel como artista: la relación entre el artista y el Estado, pregunta simiente del arte contemporáneo. Las propone nuevamente como asuntos de interés con una simple operación de contraste de contextos temporales.

Ignacio también defendía la especificidad cultural y la autonomía cultural Latinoamericana como valor con potencial político.

Hacía parte de una delegación enviada a México por Alfonso López Pumarejo para apoyar la proyección Latinoamericana del muralismo Mejicano.

Esta proyección fue abolida por la convenida «modernidad» de Marta Traba, en una acción de refundación del capital cultural Latinoamericano que de manera inexplicable buscó eliminar toda especificidad regional.

Al inaugurar el Arte Moderno Marta Traba inaugura también el mercado del arte moderno. El comienzo del camino hacia un diplomado en Artes Diplomáticas y comienzo de inserción del arte en el inventario internacional.

Este riesgo fue también señalado por Ignacio, el influjo del mercado en los procesos de obra de arte.

La singularidad inferior son dos lienzos, «La Violencia II» o «Muerte de una mujer embarazada» que es la obra fundacional de la obra icónica de la denuncia de la violencia, «La Violencia» de Alejandro Obregón. Mientras Ignacio se mantuvo en el lugar testimonial y defendiendo el valor político del actuar autónomo, Alejandro fue lanzado como una presa a los círculos de especulación del Mercado .

Estas preguntas, relación arte y Estado, relación arte y mercado, arte y violencia, anticipatorias del Arte del Estado, fueron sembradas en el territorio nacional desde la obra de Ignacio.

Y estas cuestiones definen el suceder del arte contemporáneo a nivel mundial.

Por último, un lienzo en blanco. Una transcripción que no ha comenzado y que podría suceder exenta de la distorsión tradicional, una pregunta sobre la relación entre arte y violencia. Lo que aguarda a ser escrito. La violencia por venir. La violencia porvenir.

Arte y violencia, arte y mercado, arte y Estado.

Transcripción, suplantación y violencia.

La curaduría de la muestra realizada por Claudia Diaz (Premio Nacional de Crítica 2012) organiza el espacio de la muestra como un motor cuyas bases se encuentran en la tradición del arte moderno e impulsa la muestra (como obra total) por el conducto de la Valenzuela, en la forma de una plataforma hecha de andamios invisibles, hacia la extra atmósfera de lo contemporáneo y más allá.

Pablo Batelli, Bogotá, marzo-abril de 2015

 

Enlaces:
Panorámica Imposible, muestra en Valenzuela Klenner
«Panorámica Imposible, notas sobre una exposición de Pablo Batelli» (Claudia Díaz)
«Estética de Consumo, la división de trabajo en el arte» (Claudia Díaz)
«Desculturización de los pueblos latinoamericanos décadas 50’s 70´s» (Claudia Díaz)
*A partir de un intercambio con María Alejandra ToroVesga