«Lowlands», instalación acústica de Susan Philipsz en un puente de Glasgow (2010)
Fiel a su trayectoria poco convencional, el premio Turner ha sido este año para una instalación sonora: la voz de la artista escocesa Susan Philipsz cantando una y otra vez una canción folclórica del área de su Glasgow natal. A falta de propuestas transgresoras —en esta ocasión ninguno de los artistas seleccionados utilizaba el escándalo como reclamo—, las 25.000 libras (cerca de 30.000 euros) del prestigoso premio que otorga la Tate Britain fue por primera vez para arte que sólo se percibe con el oído. Entre los finalistas estaba la artista gallega Ángela de la Cruz, la primera española en ser seleccionada para el premio, destinado a artistas británicos o que trabajan en el Reino Unido y tienen menos de 50 años.
Lo más llamativo de la exposición que presentaba las obras de los cuatro artistas era probablemente el espacio vacío de una de las salas, en la que unos altavoces reproducían la voz de Philipsz entonando, sin acompañamiento musical, una canción folclórica escocesa. «Lowlands», que alterna 8,5 minutos de canción con 35 segundos de silencio, tras el que la canción vuelve a repetirse, fue presentada este año en una instalación bajo uno de los puentes de Glasgow sobre el río Clyde. Con orígenes en la escultura, Philipsz ha evolucionado hacia la noción de cantar como «experiencia física y escultórica». «Cuando respiras, eres consciente del espacio interior de tu cuerpo. Cuando proyecto mi voz, soy consciente de llenar la sala con sonido y esto lleva a pensar cómo la arquitectura y el sonido pueden definir el espacio y cómo a veces el espacio puede cambiar el sonido», asegura la artista.
Ángela de la Cruz había sido seleccionada por la pintura-escultura que ha creado tras el derrame cerebral que la tuvo varios meses en coma, en los que dio a luz a su hija, y que la obligó a varios años de recuperación. La artista española «se interroga sobre el medio que es la pintura: ¿cuándo una pintura no es una pintura? Tras romper los bastidores como estudiante, De la Cruz pasó a liberar la pintura de los límites sagrados en los que se sostiene, permitiendo su expansión desde lo pictóricamente plano a una tercera dimensión». Por su parte, el inglés Dexter Dalwood define sus propuestas como pintura narrativa o arte que quiere contrar una historia. Optaba al premio con varios lienzos con motivos históricos en los que en realidad el objeto del cuadro está ausente, como es el caso de «La muerte de David Kelly», donde no aparece el especialista armamentístico que cuestionó la afirmación de Tony Blair sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, que se suicidó en 2003. El cuarto seleccionado era el Otolith Group, integrado por los británicos de origen africano Kodwo Eshun y Anjakika Sagar. Al Turner optaban con la proyección en una sala de «The Owl’s Legacy», una serie de televisión del cineasta y artista Chris Marker sobre el legado de la antigua Grecia. Pretendía ser «un monumento a la difunta televisión».