Es interesante ver cómo los medios de comunicación presentan las obras del Salón Nacional. Por una parte tenemos la nota del periodista Diego Guerrero de El Tiempo, para quien las obras realizadas con coca constituye un hecho que puede ser noticia y llamar la atención del lector desprevenido.
Algo similar sucedió con la Escuela de Esgrima con Machete, que se presentó también el Festival del Performance de Cali y que llamó poderosamente la atención de los periodistas. Por otra parte tenemos la nota de Oscar Romero, estudiante de la Universidad Nacional, quien en UNperiódico escribe un breve texto con un perfil más académico sobre la instalación de Rolf Abderhalden, artista y docente de ese claustro.
Para cerrar tenemos a Jairo Moreno y Gabriela Numpaque, profesores universitarios de Tunja, quienes se refieren a su experiencia curatorial y cierran diciendo que “este Salón ha permitido que las instituciones se piensen y las pensemos, no sólo con relación a una supuesta fisura entre arte y cultura, sino con relación a unas políticas educativas que descuidan la formación artística en básica y secundaria, lo que crea distanciamientos entre el público y el medio artístico.”
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El Tiempo > Plantas de coca y maíz juntas.
Una docena de plantas de coca están sembradas en botellas de Coca Cola junto a un número similar de matas de maíz, sembradas en una caja de Corn flakes. Es la obra de Milena Bonilla Consumo legal: coca y maíz/ boceto para cultivo en América, que hace parte del actual Salón Nacional de Artistas.
Querida por los nativos de América por ser parte de su cultura, buscada por científicos para investigar sus virtudes, promovida por traficantes como insumo para la cocaína y perseguida por las fuerzas del orden de Colombia, que la ve como un arbusto maldito, la coca (Erytroxylon novogranatense) también es materia del arte.
Sobre su obra Milena dice: «Quise hacer evidente una relación de un producto legal y artificial como la CocaCola y uno ilegal, como la coca, que es la satanización de un producto natural».
¿Por qué el sembrado de maíz en su obra? He aquí una de varias razones: «En la Colonia se prohibió la chicha (del maíz) porque, supuestamente, idiotizaba a los indígenas. Ahora se persigue a la coca. Es ridículo satanizarla, pero se trata de romper el ‘ladrillo’ por lo más frágil, que no son los consumidores, ni el gobierno de Estados Unidos sino la planta. Pero es curioso: la coca y el maíz son milenarios y están por toda América», dice la artista, que advierte que en
la obra hay otras alusiones.
La coca parece ser un gran elemento para el arte porque llama la atención y ofrece muchos significados.
Por correo sí, llevarla, no
Miguel Ángel Rojas ha usado las hojas para varios trabajos, entre otros, una imagen de vaquero de Estados Unidos hecho con ellas, que expuso en ese país. «Trabajo sobre la realidad y uso materiales reales. La hoja de coca está lejos de ser un alcaloide, pero este se saca de ella. Eso me permite poner acento de realidad en el mundo ficticio del arte», explica Rojas.
Es tan fuerte su connotación que algunos no se atreven a ver de cerca las propuestas. «Una curadora de México no se arrimó ni a un metro de una obra mía porque pensaba que se iba a contaminar y luego la iban a detener en el aeropuerto. Aunque la creía importante, no se atrevió a pedirla para no tener que sacar ese material ‘ilegal’. Luego, a un curador de Houston (E.U.)le gustó el trabajo y se la mandamos, sin problema, por correo certificado», comenta.
Wilson Díaz también hace arte con coca. Les toma fotos a las plantas, ha llevado sus semillas en el vientre fuera del país y en Europa hizo una instalación en un invernadero donde sembró coca y regaló bolsitas con semillas.
Díaz sintetiza el valor de la hoja en el arte: «Es un material metafórico, con muchos significados contradictorios, implicaciones culturales y políticas. Además resume problemáticas colombianas recientes».
La obra de Milena Bonilla puede verse en el Museo de Arte Colonial, carrera 6
No. 9-77
Mario Opazo fue un ‘jíbaro’ del arte
Es tal la fuerza de la coca, que para un artista ni siquiera es necesario trabajar con la planta para mover el pensamiento de la gente. La palabra coca basta. Mario Opazo hizo por un año y medio una obra singular que llamó ‘Vendo perico’, haciendo alusión a la cocaína. «Le entregaba a la gente una tarjeta que decía ‘Vendo perico’ y que tenía un teléfono. La gente llamaba y un contestador le tomaba los datos», dice. Después, Opazo, que se vestía casi siempre igual para aparentar ser vendedor de drogas, les entregaba a quienes pedían ‘Perico’ una bolsita con un sobre de Instacream, otro de Nescafé y un pitillo. » Ese era el ‘Perico’. Había señoras que pensaban que yo vendía loritos. El trabajo mío se trataba más de un juego con el lenguaje, una especulación sobre las variables de las lecturas sobre la frase», explica Opazo.
Un buen material
«Si se logra secar bien, la coca adquiere un color lindo y se comporta casi como un papiro»
Miguel Ángel Rojas, artista.
Diego Guerrero
Redactor de El Tiempo
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UNperiódico > El centro: descentramiento continuo
El XI Salón Regional Zona Centro es sobre todo una muestra de la manera como los artistas están viendo y están siendo vistos por las gentes, el medio y la cultura de la que hacen parte.