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Sería muy interesante conocer qué reflexiones les suscitó a Anna María Guasch y a José Luis Brea el Salón Nacional. Ya se ha dicho en esta esfera que los invitados internacionales podrían ofrecer una interpretación de esta muestra, y que para este caso podría darse desde el mismo campo de los Estudios Visuales -lo que sin duda hubiese sido una excelente manera de introducirlos.
Para un salón cuyo énfasis está en resaltar las dinámicas de lo local, el trabajo a partir del lugar, el cuestionamiento de sus íconos y el diálogo con los espacios patrimoniales, también se habría podido traer como invitado internacional a un artista como Francis Alÿs. Sus trabajos sobre espacios de la ciudad y, específicamente sobre sus íconos y representaciones, habría complementado las exploraciones sobre el lugar, el patrimonio y la memoria urbana presentes en este Salón Nacional.
Este artista belga radicado en México, estuvo trabajando durante cinco años en torno a distintas imágenes y lugares de la ciudad de Londres. En septiembre del 2005 presentó en varios sitios de esa ciudad los trabajos que resultaron de este largo proceso. Uno de ellos consistió en crear, para la muy británica Guardia Real, una serie de recorridos por distintos lugares de la ciudad. Los londinenses de pronto se encontraban uno de estos guardias -conocidos por ser absolutamente inmutables a todo lo que los rodea- marchando por una calle muy distinta a las que honran con su paso desde tiempos inmemoriales.
Otra pieza memorable es la del zorro que introdujo en la muy aristocrática National Portrait Gallery. Era el momento en que la polémica por la prohibición de la caza del zorro estaba en su punto más álgido, por ello los medios reprodujeron una y otra vez la imagen de Bandit -el nombre que Alys bautizó al zorro- recorriendo este museo dedicado a la memoria de las más nobles familias de Inglaterra, que como es apenas lógico, se dedicaron durante siglos a la caza de este animal.
Según Fox News, el director de la National Portrait Gallery, Sandy Nairne, dió el visto bueno al proyecto y se declaró satisfecho con el resultado: «El zorro demostró muy buenos modales e interés en los retratos de la nobleza».
Las camaras de seguridad dispuestas para la vigilancia de la National Portrait Gallery operaron esta vez para dar cuenta de los modos en que este extraño invitado recorría el lugar, husmeando aquí y allá, pasando de largo por la sala de los Habsburgo, oliendo el lujoso marco de la Reina Victoria, buscando chicles pegados a las bancas y, en suma, desafiando con su presencia la memoria, las imágenes y las tradiciones de las más honorables familias de Inglaterra.
Mery Boom