revisiones históricas

Es interesante rastrear en la historia de los Salones Nacionales otros momentos coyunturales donde los artistas se han quejado de «nuevas» políticas que ponen a «invitados» al Salón Nacional y a participantes de los Salones Regionales en condiciones diferenciales. Es el caso del 36 Salón Nacional de Artistas Colombianos de 1996 en cuyo catálogo se publicaron los siguientes textos que se anexan escaneados:

-Carta de los artistas. Queja referente a la existencia de una normativa para los artistas participantes de los Salones Regionales, quienes se sometieron a una convocatoria pública y al final para el Salón Nacional se dio un cambio de procedimiento con «otros» artistas invitados que llegaron tarde al proceso. Entre otras cosas la carta plantea lo siguiente acerca de los “invitados”: “¿Acaso no fue suficiente haber realizado siete (!) Salones Regionales?”

-Carta del maestro Antonio Caro donde de manera individual asume una posición muy contundente renunciado a participar en el Salón, y pidiendo que institucionalmente se revise su reglamento.

-Respuesta del Consejo Nacional de Artes Plásticas, donde se argumenta que tener artistas invitados no está por fuera del reglamento del Salón y que este procedimiento es necesario para consolidar los ejes conceptuales del mismo. Sobre ello escriben: «Los ejes conceptuales corresponden a un criterio de curaduría por parte del Consejo que no invalida el proceso de selección planteado por los Salones Regionales»

-Texto de María Elvira Ardila titulado “Voz en off” como presentación general del catálogo donde sustenta el trabajo realizado por el 36 Salón Nacional desde exigencias estructurales de renovación. Respecto a este texto, me atrevería a decir que junto a la carta del Consejo Nacional de Artes Plásticas, es la primera vez que se plantea la necesidad de curadurías para los Salones. Sobre ello dice Ardila: «Podemos vislumbrar que los futuros Salones Nacionales tendrán que someterse a curadurías para que el Salón posea un carácter evolutivo y cree su identidad». Y al final del texto en relación a la autora se escribe: «Tuvo a su cargo el 36 Salón. Dimitió luego de su premiación». Y de ahí tal vez el título sugerente e inquietante del texto: Voz en off.

-Textos de Javier Gil como ejes curatoriales del Salón Nacional que relacionan las obras de los diferentes Salones Regionales y brindan herramientas conceptuales de interpretación para generar miradas transversales en la exposición conjunta en Bogotá. En este sentido me arriesgaría a decir que los textos de 1996 son mucho más elaborados y sustentados conceptualmente que los realizados por el Nuevo Comité Curatorial del Salón Nacional de 2008.

En términos generales, es interesante que el catálogo publicara ese debate que evidencia la apertura a las críticas que tuvo el Salón, no archivando las cartas sino divulgándolas en una época en que las discusiones no tenían una gran difusión en tanto en nuestro medio no había un acceso masivo al Internet. Por otro lado, es sintomática la ausencia de los Salones Regionales de diferentes lugares del país en la carta, pues casi todos los firmantes son de Bogotá y unos cuantos son de Cali (su origen lo atestiguan con su cédula y ciudad como un dato significativo de identificación). Igualmente, es representativo que algunos curadores independientes firmaran la carta.

En contraste con el pasado, el presente debate en el 41 Salón Nacional de Artistas ha sido impulsado también por otras regiones. Ahora una nueva generación de artistas escribió como colectivo una carta y es importante desde los documentos históricos analizar cómo han cambiado las mentalidades, y cómo se ha transformado esa categoría de «invitados» en tanto los artistas antioqueños no critican la figura de “artistas invitados” al Salón Nacional por fuera de los Salones Regionales. Pero, la situación del 41 Salón Nacional va mas allá de lo sucedido en 1996 pues ahora es una «nueva» curaduría oficialmente designada la que define los lineamientos generales del Salón Nacional, donde para esta versión del 2008 asumió que los Salones Regionales son exposiciones satélites restringidas en cuanto a espacios y presupuestos. O sea que lo sucedido en el Salón Nacional en Cali, tal vez es mucho más grave que su tímido antecedente de 1996.

Es peculiar el contraste entre distintas épocas y ver cómo cambian los roles de los artistas firmantes en 1996, algunos de los cuales expusieron como invitados en la nueva curaduría del 41 Salón Nacional, otros (o los mismos) han sido profesores de los laboratorios del Ministerio de Cultura –base de gran parte de los actuales Salones Regionales del país a excepción de Cundinamarca y Antioquia donde no se sabe que se dicten laboratorios aunque nadie entiende el por qué-, y otros que participamos en el 36 Salón Nacional, no firmamos la carta de 1996 y ahora estuvimos en el Salón Nacional como curadores regionales.

La diferencia entre ambos Salones Nacionales radica en que en 1996 el Salón era con premios y ahora son las «curadurías» las que son «premiadas» aunque finalmente el trabajo es mayor a los recursos asignados y el 80% de las labores que se realizan en los Salones Regionales no están en el contrato de las Becas de Investigación Curatorial, y por ello es necesario replantear si son Becas de Investigación o más bien son de Coordinación y Producción, pues el tiempo para investigar es mínimo, problemática semejante a la de los Salones Regionales del 2005 y que aún no ha sido solucionada.

Continuando con los contrastes históricos, en el 36 Salón Nacional los artistas se presentaron en sus regiones a convocatorias públicas, pero también para los 12 Salones Regionales del 2007 los curadores se presentaron a convocatorias públicas y cada proyecto pasó por un jurado conformado a nivel nacional, y posteriormente al interior de esos Salones se realizaron diferentes modalidades, entre ellas las convocatorias públicas a los artistas que estuvieron regidas por un reglamento, y todos esos procesos –negados o no por otros- son parte del 41 Salón Nacional de Artistas Colombianos.

Asimismo, cada curaduría regional tuvo un tutor y fue sometida a un dialogo y exigencia constante por parte de cada Comité Local de Artes Plásticas, pero aparte de todo ello, se reconoció la autonomía curatorial de cada Salón Regional del país. O sea que los Salones Regionales no funcionaron como «ruedas sueltas» sino bajo la supervisión de distintas instituciones que en las regiones pagaron el 85% de la materialización de las exposiciones, de las itinerancias locales, y de las ayudas para los artistas etc. Y en todo este trabajo siempre estuvo presente el concepto de «autonomía regional» manejado por el Ministerio de Cultura como fundamento de los Salones Regionales. No obstante lo anterior, el Ministerio de Cultura supervisó el proceso de los Salones como institución convocante de los mismos, pero para el Salón Nacional legitimó las situaciones subordinantes a que fueron sometidos los Salones Regionales en Cali.

En otro sentido, al analizar desde el presente las cartas de 1996, no se sabe si la actual estructura de los Salones Regionales ha distanciado a muchos artistas que ahora tienen una gran trayectoria a nivel nacional e internacional, y mientras hace 12 años estaban al tanto de todo lo sucedido en los Salones, ahora simplemente aceptan las invitaciones que les hacen. Por ello, más que una contradicción lo que uno percibe es el desconocimiento que estos artistas tienen del trabajo y del esfuerzo -muchas veces ad honorem- realizado por los Salones Regionales del país. En contraste con ello, es significativa la coherencia del maestro Rafael Ortiz como artista firmante de la carta del 96 (aunque la carta fue publicada muy borrosa en el catálogo, ampliando su tamaño se logran ver las firmas de los artistas) quien ahora es curador del Salón Regional Maldeojo al igual que profesor de los laboratorios del Ministerio de Cultura. En este mismo sentido, la carta que hace unos días envió el maestro Antonio Caro a Esfera Pública donde reconoce que los “Salones Regionales fueron tratados como parias” en Cali, es un gran apoyo y evidencia la identidad de un artista a lo largo del tiempo.

Desde mi experiencia personal, puedo decir que yo me presenté a la convocatoria pública de hace 12 años, no firmé la carta del 96, pero cuando participé en el 36 Salón Nacional fui tratada en igualdad de condiciones respecto a los artistas invitados y me encantó ver sus obras que estaban en Corferias al lado de los artistas más jóvenes. A mí en el 96 me dieron el espacio que solicité, ni más ni menos, y no tuve que reducir el tamaño de mi trabajo porque otros artistas estuvieran invitados como exposición hegemónica para el Salón Nacional. Todos estuvimos en el mismo espacio y no se hicieron exposiciones segregadas o minimizadas respecto a que unos artistas fueran “inferiores” a otros.

Lo sucedido para el 41 Salón Nacional donde muchos artistas de los Salones Regionales tuvieron que reducir el tamaño de su obra en una tercera parte para poder “acomodarla” en el espacio asignado por una “nueva curaduría”, tal vez puede ser motivo de otra carta pormenorizada sobre ello.

Por otro lado, 12 años después no me queda claro el motivo de la dimisión de María Elvira Ardila de la dirección de Artes Plásticas de Colcultura después de la premiación del Salón Nacional. ¿El problema del “reglamento del Salón Nacional” en el 96 fue mucho más grave que lo sucedido ahora en Cali? ¿Los artistas hicieron un gran escándalo en esa época? Quienes vivíamos en otras ciudades no lo vivimos así… ¿O tal vez fueron distintas coyunturas personales que desconocemos?

Gloria Posada

Documentos anexos >
https://esferapublica.org/anexosgloriaposada.htm