Programa Nacional de Estímulos 2024, un ejemplo entre muchos: La Beca de Creación en Literatura

 

Este escrito surge tras la lectura de un artículo de Giussepe Ramírez en la página colombiana de podcasts 070. Allí, Ramírez hace un recuento del desastroso proceso conducido por el Ministerio de las Culturas de Colombia para la evaluación de propuestas y la selección de ganadores convocados por el Programa Nacional de Estímulos, una de las iniciativas bandera del Ministerio.

No voy a redactar esto con la sutileza de un texto literario ni de un artículo de prensa, apenas voy a mostrar una serie de hechos y a terminar con un par de preguntas a las que ni siquiera espero respuesta. Me conformo con que las lea alguien y esto sirva para pensar. No es mi intención asesinar moralmente a ningún funcionario, pues creo con entusiasmo en este gobierno, en el proyecto político del Pacto Histórico y en el trabajo del actual Ministerio de las Culturas. Sin embargo, no todo son vino y rosas, así que voy a enumerar los hallazgos de una búsqueda simple en internet a la que ni siquiera llamaré “investigación”.

Anoche revisé la resolución que nombraba a los jurados de la convocatoria en la que participé: la beca de creación en literatura. Mi intención inicial era saber quiénes habían sido los evaluadores de las propuestas, pero al leerla encontré muchas cosas que me parecen más relevantes:

Esta convocatoria (Beca de Creación en Literatura) parece haber tenido 322 propuestas habilitadas, pues la evaluación fue realizada por 5 ternas de jurados y a cada terna le correspondieron más de 60 propuestas para revisión. Considerando que en la convocatoria no exisitía un mecanismo para clasificar los proyectos presentados, se puede decir que:

  • Los proyectos no se clasificaron por género literario.
  • No se agruparon por estado de desarrollo: a iniciar, en proceso o concluidos.
  • No se organizaron según el producto final esperado: manuscrito, libro impreso, etc.

Cinco ternas de jurados evaluaron 64 o 65 propuestas cada una. Esto significa que cada miembro del jurado revisó entre 64 y 65 postulaciones, pues se supone que los miembros de cada terna deben revisar las mismas propuestas para poder evaluarlas. Ignoro cuál fue el mecanismo en que las ternas compartieron sus puntajes más altos y deliberaron para llegar a un fallo consensuado. Espero de corazón que la elección de los ganadores no se haya hecho a través de un algoritmo, por la simple sumatoria de los puntajes más altos de cada terna.

La postulación de un texto aún por escribir podría tener entre 20 y 40 páginas, limitándose a una descripción razonable del proyecto y al formato que debíamos diligenciar los participantes.

La postulación de un texto ya terminado o en su recta final podría tener entre 70 y 300 páginas.

Ejemplo: Yo participé con un texto en proceso, cerca de su finalización. Entre la propuesta, anexos y avance del manuscrito, mi postulación sumaba unas 70 páginas. 70 páginas de un texto que no es novela, poesía, ensayo ni crónica, sino un experimento polifónico de géneros cruzados y exigente para el lector. No creo haber sido el único en aventurarse por caminos difíciles.

Si asumimos un promedio de 100 páginas por propuesta, eso supondría que cada jurado tuvo que leer 6,400 páginas para poder evaluar con justicia los textos que le fueron encomendados.

Si el promedio fuera de solo 50 páginas, cada jurado debió revisar al menos 3,200 páginas.

Incluso reduciendo el promedio a 25 páginas por proyecto, hablamos de 1,600 páginas por jurado.

Los jurados para esta convocatoria fueron nombrados mediante la Resolución 0831, del 9 de julio de 2024. Esto implica que, con suerte, los evaluadores fueron notificados el 10 de julio. Luego de la notificación, vienen la aceptación, el envío de documentos iniciales, la validación de acceso a la plataforma de evaluación, etc.

Supongamos que pudieron comenzar su labor el 15 de julio.

Si el periodo de evaluación se hubiera extendido hasta el 24 de agosto para deliberar el 25, último día antes de la publicación de los resultados, los jurados habrían tenido un mes y 10 días para leer, evaluar y comentar al menos 1,600 páginas cada uno, sabiendo que esta cifra podría estar muy por debajo de la realidad.

Ahora, consideremos lo siguiente:

Cada jurado tuvo que evaluar una avalancha de textos que podría incluir poemas, crónicas, mitos y leyendas regionales, cuentos para niños, novelas, recetarios, estudios críticos, ensayos personales, autoficciones, coplas o manifiestos. ¿Cómo pudo el jurado establecer un criterio consistente para evaluar 64 propuestas tan dispares aspirando a una misma beca? ¿Estaban todos los jurados igualmente capacitados para evaluar un conjunto tan heterogéneo de propuestas? ¿Eran expertos en cada forma de creación literaria que se les presentó? ¿Era posible realizar, bajo tal presión y con tanta complejidad, esta tarea con éxito, incluso para un evaluador de talla mundial? Permítanme dudarlo.

Cada año, el proceso de selección de las propuestas ganadoras del Programa Nacional de Estímulos es un dolor de cabeza para el Ministerio y un calvario para los participantes. Siempre hay demoras, siempre los ganadores deben apresurarse para cumplir con lo prometido y evitar sanciones o vetos. Este año, si les desembolsan el dinero el 15 de septiembre (un comunicado oficial del Ministerio señalaba que el proceso de desembolso se tardaría 15 días hábiles), los ganadores tendrán apenas dos meses para terminar, si es que ya comenzaron o pudieron adelantar algo de sus proyectos durante estos meses, sin importar si se trata de la biografía del caballo Palomo en su travesía con el Libertador o de la Enciclopedia Actualizada del Rap Conciencia en TransMilenio. Y esto sólo en el campo de la literatura, donde no hay que coordinar la acción de un grupo grande de personas, ni buscar espacios de ensayo o exhibición, ni asumir los imprevistos que cosas como un espectáculo circense o teatral podrían conllevar.

Todos sabemos que sin beca no hay paraiso, y escribir con hambre, con el internet cortado por falta de pago, viviendo en la inestabilidad constante de las chisgas, de la escritura fantasma y de los arbitrarios contratos de prestación de servicios, si es que hubo alguno para ir arrastrando el aguante mes a mes, resulta muy difícil, por no decir imposible. A menos que esta beca sea para herederos o mantenidos por la familia, cosa que dudo pero que puede tener sentido en la cabeza de algunos personajes con poder que creen que la clase media en Colombia gana entre 20 y 65 millones mensuales.

El Ministerio de Cultura fue creado hace 27 años. Desde que el Programa Nacional de Estímulos empezó, las demoras y los problemas administrativos han sido constantes. ¿Por qué una institución no es capaz de superar, gobierno tras gobierno, un problema de esta índole, cuya solución podría ser simplemente operativa? ¿Por qué no hay un aprendizaje ni una comprensión de sus cronogramas y de las dinámicas internas que estos precisan?

¿Por qué no dividen el proceso en dos etapas?:

Lanzamiento del portafolio, recepción de propuestas y validación de documentos en el segundo semestre del año 1, y evaluación de propuestas y resolución de ganadores en el primer trimestre del año 2. Así, la gente tendría hasta mayo o junio para escribir sus postulaciones, y el Ministerio tendría hasta noviembre para salir airoso del chicharrón que implica revisar los soportes y habilitar las propuestas. Los jurados tendrían camello a comienzos de año, la época de más vacas flacas, y la ejecución de las propuestas dispondría del tiempo y la plata desde marzo o abril ¿Por qué no permitir que los ganadores reciban su dinero en la época de subienda (sería una bonita metáfora en este gobierno que es potencia de la vida) y tengan hasta noviembre para desarrollar sus proyectos en condiciones dignas? ¿Por qué no separar la ejecución fiscal de esa manera y buscar, el próximo año, una estrategia de bisagra para articular el nuevo cronograma al actual sin arrebatarles a los ciudadanos las oportunidades de participación en el sistema nacional de cultura?

Por otro lado, ¿por qué no tener categorías de selección mejor planificadas? Jurados en formación para proyectos en desarrollo y jurados de larga trayectoria para obras terminadas o en proceso de serlo. Poetas evaluando poesía, novelistas leyendo novelas y jurados que entiendan otras formas de escritura evaluando lo que se sale de los márgenes. No es tan complicado. Al Ministerio le encanta preguntar si uno es raizal, o lgbti+, o si es cojo o ciego. ¿Por qué en la convocatoria no ponen unas categorías para marcar con una X en la casilla de “poesía” o en la de “novela” o “ensayo”, “oralituras” o lo que consideren coherente según sus estadísticas de lo que han venido recibiendo por género cada año? Si la beca ofrece 10 estímulos (que es poco, considerando el número de propuestas recibidas), ¿por qué no acuerdan desde el inicio que 2 serán para novela y cuento, 2 para poesía, 2 para literaturas campesinas y comunitarias, etcétera? Creo que así, además, los jurados pueden ser mejor escogidos, que disfutarán leyendo propuestas acordes con sus intereses, que les servirá para actualizar sus perspectivas sobre el estado del arte en su campo de especialidad y que, sobre todo, no tendrán que leer, o que mentir diciendo que leyeron, miles de páginas recibidas a las que tendrán que ponerles comentarios genéricos y caprichosos que van a llenar de frustración a los participantes que después se tomen el trabajo de pedir que sus evaluaciones les sean entregadas.

La cultura es cariño. Hagamos las cosas con cariño, ¿sí?

Cierro entonces con un par de preguntas:

¿Qué tipo de cultura puede surgir desde el afán y la improvisación?
¿Qué cultura institucional puede fortalecer una entidad pública que no respeta a las comunidades que dice apoyar?

Creo que este Ministerio tiene un largo camino por recorrer y mucho que escuchar. Se ha avanzado bastante, y el grueso de las acciones emprendidas desde el nombramiento de Juan David Correa son destacables y fundamentales para el país. Pero ofenderse y acusar de “asesinato moral” a una publicación porque alguien señala que este proceso ha sido una chapuza es un acto de soberbia del ministro y demuestra falta de atención en la escucha que, en otras áreas de su gestión, es evidente y emocionante.

Víctor Albarracín Llanos

Cali, septiembre 1, 2024

1 comentario

Buenos días.
Ese Ministerio no le ha aportada nada a la cultura del país. Si uno ve los indicadores de impacto, no hay seguimiento a los estímulos que entregan y esto no le da sostenibilidad a las iniciativas que se presentan. Estas están mal planteadas, los evaluadores dejan pasar errores recurrentes y se ve que no hay asesoría previa por parte de todos esos asesores que tiene el ministerio. No hay lectura territorial de necesidades por parte del ministerio y las voces de los territorios y las acciones que se llevan a cabo cotidianamente no se estimulan ni se apoyan. Qué es economía cultural? la respuesta ha sido muy ambigua y se ve en las convocatorias a estímulos. Es la mesita de noche donde cabe todo y se ve en las propuestas que se han presentado. Cómo se le hace asistencia y monitoreo a los proyectos aprobados? sólo desde la forma. Lo gastado vs. el presupuesto. Pero en términos de proceso social y cultural qué? Cómo contribuye eso al plan de cultura local? ahí debería estar el ministerio dando línea. Sabemos que en muchos municipios hay gente trabajando hace mucho tiempo. La inmadurez del ministerio hace que la interlocución sea difícil. Con tres frases se acaba el tema. No se regionaliza y la responsabilidad de los resultados se diluye en un ministerio que no responde. Lo que se ve en la respuesta a las preguntas del documento anexo, es la respuesta típica de un ministerio que no sabe en qué realidad vive. Generalidades y excusas, divagaciones que suenan más a eludir responsabilidades. En concreto, el ministerio para dónde va? Ese sistema de estímulos deberían desmontarlo y construir una bolsa disponibles según necesidades regionales. Transformar la estructura funcional del ministerio para dar respuesta efectiva a las necesidades de los cultores, gestores y demás y dejar de hablar de «hélices del ecosistema» y pasar a respuestas sistémicas. RESPUESTAS. IMPACTOS. Cómo una cosa influye a otra es una manera simple que los que estamos en el sector cultura sabemos, porque la realidad cotidiana es multi escalar: un días estamos en la economía popular, vendemos arepas en la esquina y por la tarde ensayamos con colegas en la cofradía de la otra esquina. Qué respuesta habría? fragmentación. Esa ley de cultura es una colcha de retazos que no responde a la historia del hacer del arte popular y académico en lo local que es donde se vive y se acciona lo cultural y se transforman los imaginarios y lo local está esperando más que respuestas, está esperando acciones, inversiones y ejecuciones.
Tengan buen día y disculpen la catarsis.
El gato en el tejado.