Para estados del arte. El caso de Federico Uribe Botero

Cuando un artista X del para estado emerge abruptamente con su poder. En realidad hace uso de sus escarapelas que lo acreditan como el mejor. Como aquél que representa ese doble estatal del arte. Y en tanto ningún ente oficial se pronuncie. El para estado flotará en paralelo sin ninguna sanción.

Nadie podrá dirimir cuál es la representación. La confusión acerca de la verdadera representación será el comienzo de la disipación de ese estado del arte. Como el estado político el estado del arte es un ente confuso. Estado gris. Ese es precisamente el estado de cosas propicio para que reine esa aparente apariencia de anarquía de poder en que toda responsabilidad queda disuelta. Cuando se disuelve esa representación nadie sabe o puede fijar de dónde parten las ordenanzas. Cuál es el origen y la intención de los reglamentos. Si hay procedimientos estandarizados. O si todo se reduce a la ilusión de una medida democrática inexistente. Ese estado de anarquía institucional es o da comienzo al para estado del arte. Es el estado actual. Cuando un artista X del para estado emerge abruptamente con su poder. En realidad hace uso de sus escarapelas que lo acreditan como el mejor. Como aquél que representa ese doble estatal del arte. Y en tanto ningún ente oficial se pronuncie. El para estado flotará en paralelo sin ninguna sanción.

Por qué habría de tenerla si hace parte de ese revés en que se refleja lo instituido. Es su doble. Y ningún señalamiento institucional lo constriñe a tener que acreditar acerca de su carta de nacimiento en el sistema.

Muchos sentirán que la disolución de ese foco central era necesaria. La atomización de ese estado del arte central.

Férreo y nítido creían. No sujeto a réplica alguna al menos no sin el consentimiento del poder central de ese estado del arte.

Las márgenes siempre excluidas de esa centralidad focal de poder tan exclusivista verán que hasta cierto punto el para estado viene a rescatarlos de ese anonimato en que de todas maneras la figuración de ciertos nombres a su manera también constituía un para estado pero este si de corte oficial. Solo que en la medida en que estaba representado por una elite de representación el estado central del arte hacía que la apertura democrática a la participación fuera tan solo un ideal que se trazaba apenas como propaganda institucional. Pero que en realidad nunca se cumplía. Quizá este para estado que hoy se inaugura de luces sobre el espectro de ese otro para estado del arte legal.

Muchos sentirán que en nada los toca, en nada los modifican esos estados en tanto en ninguno pueden efectivamente acceder a la representación.

En los dos estados y consiguientes para estados del arte saben ser sólo anónimos artistas en estadística de estímulo super devaluado. Una estadística de los que esperan inútilmente a las puertas ya casi inexistentes de las instituciones fallidas.

Claudia Díaz
7 de febrero del año 2019