Pocas veces se escribe sobre las obras de un Salón de Artistas (Nacional o Regional). El periodista Fernando Gómez lo visitó en días pasados y decidió escribir sobre ellas. Aquí la lista que Gómez publicó en su columna semanal de El Tiempo.
El Museo Efímero del Olvido –el 15 Salón Regional de Artistas Zona Centro, institucionalmente– tiene una obra maestra. Una obra que, en otro tiempo, cuando los salones tenían premios y perdedores, debería recibir el primerísimo primer lugar; porque hay otras obras, claro. Bastante buenas como la de Lucas Ospina con su Artista del hambre; la del colectivo El Honorable Cartel y sus Buitres del nuevo mundo; obras como Lenin viene, de Andrés Caycedo; o el Oasis, de Giovanni Vargas, o el Archivo de un parque zoológico, de Gustavo Villa, pero en mi opinión –o en la de un jurado más o menos competente, creo– el ‘Centro Espacial Satelital de Colombia’, de La Decanatura, es la gran obra de este Salón.
La obra comienza con dos fotos inmensas de las antenas satelitales de Chocontá. En 1999 la mitad de las telecomunicaciones del país todavía dependían de ellas. Fueron, en su momento, en los 70, sinónimo de progreso: la llegada de Colombia a la era espacial. Hoy –acaso– son hermosas ruinas del pasado; las primeras piezas arqueológicas de tamaño monumental de nuestros tiempos. Y el video de la segunda parte de la obra deja todo claro; primero se ven las antenas desde un paisaje campesino, el paso del día, una vaca jugando con su ternero con las antenas de fondo; hasta ahí es un viaje a la nostalgia, luego comienza una maravilla que hace que las antenas se conviertan en el escenario de algo más poderoso. Porque de una de estas empiezan a salir seres extraños vestidos de astronauta. Y comienza la magia.
Los astronautas son niños. Tienen instrumentos musicales. Y la sala de video se llena con notas musicales que podrían ser parte de una película de Stanley Kubrick. Y la música –en realidad– es de un compositor colombiano: Victoriano Valencia. Y la mezcla de niños –que no son astronautas, sino los orgullosos miembros de la banda infantil de Chocontá– y toda la tecnología de los años 70 dentro de la antena: teléfonos grises, pantallas negras con números verdes indescifrables, viejas consolas con pantallas redondas y kilómetros de cables, hacen que la felicidad sea posible. Porque es una obra que produce euforia.
No pueden perdérsela. Ni perderse el Salón. El escenario es inmejorable: la Universidad Nacional.
Puntilla I: La Decanatura es un dúo dinámico: Elkin Calderón y Diego Piñeros.
Puntilla II: Hay buenas obras. Es para una buena causa. No hay excusa para no ir a la subasta que organiza la Fundación Juan Felipe Gómez Escobar, este jueves en La Cometa.
Fernando Gómez Echeverri
Publicado en El Tiempo
@LaFeriaDelArte