texto sobre Contra la Comunicación de Lucas Ospina y sobre Acto Reflejo de Humberto Junca.
No hay relaciones de comunicación o conocimiento que no sean, inseparablemente, relaciones de poder.[1]
El ensayo crítico de Lucas Ospina tiene un nombre breve y atractivo ”Contra la comunicación”. Esta es una estrategia de venta eficiente (cual campaña publicitaria), pues sería cómicamente impráctico que su texto se llamase “En contra de los mecanismos de instauración de significado que se ejercen a través de los medios de comunicación”. Es paradójico que dicho ensayo, cuyo mayor aporte es precisamente el señalamiento de tales dinámicas, sea en sí mismo un mecanismo de instauración de sentido. En un travieso juego borgiano, podríamos proponer que el texto de Ospina se llame Acto Reflejo.
i De planetas girando y de mensajes utilitarios.
Precio del transporte urbano: 2400 pesos ida y vuelta. Precio de la boleta para la galería Santa Fe: 1500 pesos. Precio de las papas fritas, de la gaseosa, del chicle: 3500 pesos. Total: 7400 pesos. Sentarse en una tarde soleada en el parque de La Independencia a pensar que no hubo que pagar veinte millones de dólares para ver planetas girando, no tiene precio… La comisión por los lectores de esferapública que saldrán corriendo a sacar una tarjeta de crédito Mastercard, producto del estímulo generado en su cerebro por el anterior mensaje utilitario, se la dono a la campaña Colombia es pasión.
Al proponer que los textos escritos en las esferas de Acto Reflejo funcionan de manera análoga a la frase (mejor la campaña) Colombia es pasión, Lucas Ospina les apuntala una carga específica, desde una perspectiva determinada, con unas intenciones precisas de instauración de sentido.
La forma en que Ospina fiscaliza cómo se impone una lectura a una pieza, a través de artículos y frases en medios de comunicación, es ágil e implacable: Primero cita el artículo de Arcadia donde se dice que Acto Reflejo “da un mensaje sobre la realidad política y la vida cotidiana en América Latina”, luego el de Ciudad Viva y, seguidamente ejemplifica con maestría su tesis al citar el eco en el blog de la aficionada, quien replica el mensaje instaurado al escribir que “la propuesta es una discoteca crítica – (…) es una Latinoamérica de colores con un trasfondo gris.”
Quizás genera desazón ver cómo la intensa agudeza de Ospina –que pone sobre la mesa asuntos neurálgicos- pareciera propiciar a su vez entropía con respecto a las posibles lecturas del trabajo de Junca.
El sentido de una práctica artística no existe per se. Luego de que el fenómeno tiene lugar, socialmente el significado del mismo se va instaurando plenamente (o a las patadas con bota o con zapato fino, sucede en nuestro país del collar bomba) a partir de las acciones que ejercen otros actores (periodistas, críticos, historiadores, etc.) sobre dicho fenómeno. Esto es lo que Pierre Bourdieu define como luchas por la hegemonía de sentido dentro de un campo.[2]
El mensaje no existe por si mismo. La generación de significado se da en la medida en que existe un emisor, que pone en relación un conjunto de unidades de sentido, en un contexto, y un receptor -mejor llamarlo participante- que con base en su capital simbólico[3] genera imágenes y conclusiones. El problema radica en la carencia de capital simbólico, la cual implica que el individuo tiene menor capacidad de elaborar sentidos complejos y mayor posibilidad de ser presa de mensajes utilitarios. Nadie con suficiente educación cae en la trampa de Colombia es pasión.
“Leídos como comunicación los textos de Acto reflejo refuerzan el estereotipo nacional…” [4] es a su vez una reducción. Tal frase, que critica la simplificación estereotípica, es un estereotipo en sí misma: equipara una cosa (los textos escritos) con el concepto de comunicación. Unos textos escritos no son equivalentes a comunicación. El asunto de fondo es: ¿Qué estrategias ejercer, para que quienes producen conocimiento desde el campo del arte (desde exposiciones, clases en universidades, artículos escritos) confronten eficazmente a los formidables andamiajes de simplificación de sentido que se ejercen desde los medios de comunicación? (Sin que la estrategia se vuelva un dispositivo de simplificación en sí misma). Dos paradojas más: 1. Si hacemos mucha plata y compramos un medio de comunicación masivo, para que siga siendo masivo, probablemente terminaremos siguiendo los 11 pasos de propaganda que Ospina cita de Goebbels. 2. Si escribimos para 2500 personas en un blog, no es eso casi perseverar sin esperanza?
Regresando los pies a tierra, para liquidar cualquier posibilidad de acoso, las esferas de Acto Reflejo podrían tener un letrero electrónico conectado a un procesador y a lo Jenny Holzer reproducir «truisms»[5]; o mejor, reproducir todos los textos que se han publicado en formato escrito en el mundo, incluyendo este, el de Ospina, la partida de nacimiento de Galileo Galilei, las palabras de Anousheh Ansari[6] al ver la tierra desde un trasbordador, las poesías de sor Juana Inés, Mein Kampf, la Odisea y el Ulises, el Popol Vuh, crónicas de Indias, los escritos sobre teoría de la relatividad de Einstein, el Aleph… Uno de los más preciosos enunciados que podrían reproducirse, sería el último del Cándido de Voltaire, cuando luego de tanto trajín (no por hegemonía de sentidos precisamente) concluye “Todo eso está bien dicho, pero hace falta cultivar nuestro jardín”.
ii El mundo es un pañuelo: Tres referencias breves.
En esta segunda parte, traeré a colación tres trabajos, que pueden servir para reflexionar sobre Acto Reflejo.
Junca dice no conocer el sol de Olafur Eliasson en el Turbine Hall de la Tate[7] . Creíble, a pesar de Internet. Y si lo conociera daría lo mismo. Ambos trabajos pueden relacionarse pero van por senderos diferentes. El trabajo de Eliasson “ha cuestionado continuamente la idea de naturaleza sostenida por el hombre, así como los mecanismos empleados por la ciencia para el registro y la observación de ésta. Su obra circula entre la naturaleza y la tecnología, entre lo orgánico y lo industrial»[8]. Por otro lado, el trabajo de Junca en la galería Santa Fe, primordialmente yuxtapone cosmos y banalidad. La instalación, en categórica congruencia con el sitio específico (un ala del Planetario Distrital de Bogotá), está constituida por seis bolas de discoteca girando (y los textos), cuyos reflejos contra las paredes sugieren cuerpos luminosos en órbita. Difícil imaginar un recurso más económico y trivial para emular un trozo de universo dentro de un ámbito anodino como el planetario.
Avalancha, de Wilfredo Prieto[9], en la 8va bienal de La Habana consistió en una línea recta de esferas que aumentaban de tamaño progresivamente, empezando con un grano y terminando con un cocotaxi (motocicleta con una carrocería esférica, para turistas) y con una gran bola anaranjada de fibra de vidrio traída de un anden de la ciudad, la cual cotidianamente funciona como caseta de venta de jugo. Mientras duró la obra, la persona que diariamente trabaja en dicha caseta, exprimía jugo de naranja y se lo daba a los visitantes.
Usted está aquí:
El mundo en un chícharo (un mapamundi pintado con tinta en un garbanzo), otro trabajo de Prieto que también puede traerse a colación. En Cuba, se come el chícharo casi tan a diario como el fréjol. La primera vez que Wilfredo exhibió este trabajo fue sobre un podio, en el ala de psiquiatría del hospital Hermanos Almeijeiras en La Habana. También congruente… solo los locos se permitirían pensar -a pesar de las dosis de pepas del tamaño de un chícharo que tienen que tomar- que el mundo es diminuto, que puede verse desde lejos, dando vueltas, que es posible tragárselo con uno mismo estando en él… Hasta de pronto repitiendo vertiginosamente una ligera frase de filosofía de discoteca, como “Celebramos el espejismo (de estar vivos)”.
Andrés Matute
[1] Canclini Nestor, en la introducción a la edición en español del libro Sociología y Cultura de Pierre Bourdieu, Grijalbo, México, 1990, Pág. 40
[3] Idem
[9] http://noguerasblanchard.com/wilfredo.html
Apolítico, de Wilfredo Prieto fue la pieza más prominente de la bienal de La Habana de 2003