Mercado y Superstición

El exámen de la tiranía del mercado moderno y su asimilación de prácticamente cualquier manifestación superestructural lo encontramos ya en Benjamin : ”Su auto-alienación ha llegado a tal punto que el capitalismo se da el lujo de experimentar su propia destrucción como un placer estético de primer orden.” (1).

Y más aún: “El aparato burgués de producción y publicación es capaz de asimilar y por cierto de propagar una cantidad increíble de temas revolucionarios sin jamás poner seriamente en cuestión la continuación de su propia exisrencia”.(2)

Cabría preguntarse a través de qué instituciones propaga tales temas en la actualidad el “aparato burgués de producción y publicación”.

Asimismo, sería interesante llevar a cabo una investigación de cuantos millones de dólares anuales representa éste mercado de manifestaciones estéticas “anticapitalistas” o, para ponerlo en un término más à la mode´, “estéticas anti-neoliberales”. ¿Qué tal hacer un seguimiento ético de las prácticas de mercado de los llamados Florence Nightingale Artists?

Desde su nacimiento el capitalismo tuvo el suficiente ingenio de cómo procurar manejar en beneficio propio sus insolubles contradicciones. Hume le da, ya en 1740, la posibilidad al artista de mercadear con el infortunio de los demás a través de su estética de la “simpatía” (3) y Burke en 1757 lo hace en el sentido del provecho de lo terrorífico ajeno como “sublime” (4). Pero solo después de 1945 la estética anglosajona protestante logra comenzar a reemplazar a la estética moderna francesa, en parte gracias a los postestructuralistas franceses: Foucault, Derrida y Lyotard entre otros. Esta se convirtió en la estética dictatorial posmoderna y su nuevo mercado a los que el sensitivo artista contemporáneo se ve obligado a obedecer.

En cuanto al tema de la identidad es también el inefable Benjamin quien dice:

“El fascismo pretende organizar las recién creadas masas proletarias sin afectar la estructura de la propiedad que éstas se esfuerzan por eliminar. El fascismo ve una solución dándoles no su derecho a la propiedad sino la posibilidad de que se expresen. Las masas tienen el derecho a cambiar las relaciones de propiedad. A cambio el fascismo busca procurarles un modo de expresión mientras preserva la propiedad para sí mismo. El resultado lógico del fascismo es la introducción de la estética dentro de la vida política.” (2)

¿No sería el posmodernismo una actualización eufemística de ideas fascistas?

El cuestionamiento a la consistencia y consecuencia del“ compromiso” del artista podemos encontrarla en la noción de Arte Político como Superstición de Brecht (5).

El Arte Político posmoderno (Arte Social, Arte de Simpatía, Postwhateverism…) es, muy a pesar de sí mismo, solo una vuelta al sentido mágico del arte del Paleolítico en el sentido en que cree, bien sea con pose épica de fervor honesto o por puro oportunismo populista, que al REPRESENTAR algo que desea o no desea que suceda, dicha cosa va a suceder o dejar de suceder. Ésta superstición materializada en arte representa el gran volúmen del mercado en una época en que la política y el arte son simplemente “cultura mágica” (6).

El truco de decir que “hay que atacar el capitalismo desde los resquicios que no cuida” es el summum de la astucia de pequeños mercados emergentes. El mercado no deja resquicios que no pueda controlar en términos estratégicos. Por ahora es evidente que nada de lo que se haga va a estar más allá de la complacencia hacia el mercado (7). Desde luego no las Barbies, Kent o Epson, pero tampoco hacer vampiro-turismo estético en zonas de conflicto o “periferias” (Hume) con el fin calculado de ser tenido en cuenta las mecas del “aparato burgués de producción y publicación” como Venecia y Kassel, ni ataúdes o ectoplasmas de tragedias ajenas sobre un piso de cedro impecable para llegar a la Tate (Burke), ni la celebración simulada del acceso de las minorías a la expresión de su cultura (Herder, Goebbels) que nunca a sus necesidades infraestructurales básicas.

Mientras eso no suceda solo estamos asistiendo al nacimiento y desarrollo del sistema del “Arte Simpático Social” dentro de lo que los publicistas de Puma llaman Estrategias de Guerrilla de Mercado.

Carlos Salazar

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(1) BENJAMIN, Walter. THE WORK OF ART IN THE AGE OF MECHANICAL REPRODUCTION. 1936.
(2) BENJAMIN, Walter. THE AUTHOR AS A PRODUCER. 1934.
(3) HUME, David. A TREATISE OF HUMAN NATURE. 1740.
(4) BURKE, Edmund. A PHILOSOPHICAL ENQUIRY INTO THE ORIGIN OF OUR IDEAS OF THE SUBLIME AND THE BEAUTIFUL. 1757.
(5) BRECHT, Bertold. POPULARITY AND REALISM. 1938
(6) SPENGLER, Oswald. LA DECADENCIA DE OCCIDENTE. 1923.
(7) BURNS, Ian. THE 1960´S : CRISIS AND AFTERMATH. 1981.