los dueños del dolor

No mi estimado Eledeabril. No se pintan flores y mujeres desnudas o se hacen fotos de cobijas al viento porque el mundo y el país no nos preocupe o la tragedia del semáforo no nos preocupe. Volvemos a la trampa dialéctica de Mouffe: bodegón indiferente, Vietnam responsable. Bodegón de derecha, uribista, Vietnam de izquierda, Lucho. Las mentes simples defienden su cabeza de playa…

Es porque nos preocupa éste país que ponemos en evidencia un sistema global y transnacional que solo propone y acepta, lucrándose de paso de ellas, soluciones estéticas a sus problemas y que en lugar de cumplir con su deber de dar oportunidades a la población de tierra, techo, comida, educación, salud, cultura y acceso a la belleza y al placer, si….¡acceso a la belleza y al placer!, la distraen con el opio bucólico de la identidad y de la memoria: para los pobres, el patrimonio inmaterial.

Y no. No es el género lo que hace una obra intensa. Como dice Pfeifer de la poesía es el TONO de verdad, el «pathos» con el que está hecha lo que la hace intensa, no el discurso moral grandilocuente que la justifica. Como diría Lucho. El arte flojo quiere «pasar de agache» con el discurso que lleva pegado. Existe más melancolía, tensión y agobio en «Si tu savais» de Robert Desnos o en «Naturaleza Muerta con lámpara» de Soutine de 1916 (arriba) que en el sentimental y lacrimoso «Monumento a los caídos canadienses en Passchendaele Ridge» de la «battlefield painter» de la Primera Guerra Mundial Mary Ritter Hamilton (abajo).

El narcisismo suele expresarse en forma de dolor intrascendente y ritual y es en ese sentido que entre el «arte político» y la religión no hay ninguna diferencia, justamente porque el «arte político» actual solo es una hipóstasis de la religión y de las políticas oficiales del estado que a usted tanto preocupan.

Carlos Salazar