Lo peor de la National Gallery

La National Gallery de Londres está a punto de inaugurar su peor exposición. Los cuadros son deplorables: copias y restauraciones malas, falsificaciones. Lo más triste para la galería es que compró la mayoría de esas obras creyendo sinceramente que eran obras maestras…

La National Gallery de Londres está a punto de inaugurar su peor exposición. Los cuadros son deplorables: copias y restauraciones malas, falsificaciones. Lo más triste para la galería es que compró la mayoría de esas obras creyendo sinceramente que eran obras maestras.

Examen concienzudo: Falsificaciones, Errores y descubrimientos es la primera muestra importante dedicada a la obra de los científicos de la Galería. El laboratorio fue fundado en 1934 y actualmente es un líder mundial en su campo. La formación y el equipamiento son caros; y también lo son los resultados. La capacidad de los expertos para espiar bajo la superficie de los cuadros usando rayos X, fotografía infrarrojo y microscopios electrónicos puso al descubierto una serie de falsificaciones: dos Holbein, dos Botticelli, un Velázquez, un Poussin, varios Rembrandt y un Durero. Todas esas obras eran falsificaciones, copias, o habían sido atribuidas al autor en un rapto de excesivo entusiasmo.

El veredicto de los científicos no es siempre una mala noticia. Los escépticos no se sorprenderán al ver en la exposición la pequeña obra de Rafael «La Madonna de los claveles», una de las más polémicas y recientes adquisiciones.

Estaba en la colección que había en una casa de veraneo y fue catalogada como copia, pero identificada por el entonces curador y hoy director de la National Gallery, Nicholas Penny, como auténtica. La galería pagó 22 millones de libras por esa obra: la ciencia confirmó su intuición.

Una de las primeras adquisiciones de la galería no salió tan bien parada. Un retrato del siglo XVI fue comprado en 1847 por 630 libras: supuestamente era una importante obra de Hans Holbein.
El escándalo le costó el puesto al primer director de la National Galley, sir Charles Lock Eastlake. La ciencia moderna es inequívoca: fue pintada por lo menos 17 años después de la muerte de Holbein, en 1543.

«Yo no creo que eso pueda suceder ahora», dijo la co-curadora de la muestra, Marjorie Wieseman.
Y agregó: «Estos cuadros son tan caros que nosotros los observamos muy, pero muy cuidadosamente, y tomamos todas las precauciones posibles. Sin embargo, debe haber más secretos por descubrir en obras que ya forman parte de la colección permanente.» Los síndicos del siglo XIX compraron dos supuestos Botticelli.

Ambos están en la muestra. Uno, «Venus y Marte», es genuino, y una de las pinturas más queridas de la colección. El otro, aunque es realmente del siglo XV, parece, para los ojos modernos, modelado en Play Doh, una marca de plastilina usada por los niños. Otra pequeña pintura que representa a San Francisco, también ha resultado ser un Botticelli auténtico.

La muestra incluye muchos enigmas no resueltos, como por ejemplo el de un conmovedor cuadro de un soldado muerto vestido con su armadura, comprado como un Velázquez, que inspiró otra obra maestra: «El torero muerto», de Edouard Manet. Los científicos y los curadores coinciden ahora en afirmar que ese cuadro no sólo no es de Velázquez, sino que además su autor no es español si no italiano.

Nicholas Penny dijo que la muestra fue la primera dentro de su política de montar una importante exposición libre todos los años, basada en la colección permanente de la Galería. La llamó, simplemente, «una idea nueva y emocionante», pero es también una idea que muchas colecciones inglesas pueden adoptar ahora que los gastos se recortan, los acuerdos con sponsors disminuyen y la organización de las muestras internacionales en préstamo se tornan cada vez más difíciles.

Una de las más divertidas revelaciones de la muestra es el retrato de una mujer joven que comenzó como una vulgar belleza veneciana del siglo XVI y se convirtió en un modelo de modestia victoriana.
Cuando la galería compró el cuadro, a mediados del siglo XIX, se veía en él una joven de dulce rostro semi-oculta tras una cortina. El trabajo de conservación reveló que los tímidos ojos redondos eran originalmente almendrados y de mirada calculadora; la suave melena castaña era rubia ­algo frecuente en cuadros venecianos asociados con prostitutas­ y que sus pezones, originalmente visibles a través de la tela transparente, se habían desvanecido completamente.

Traducción: Ofelia Castillo

publicado por revista Ñ