Liberté – Egalité – Fraternité

Los niños del cielo y el artista colombiano

Dentro de sus Orígenes del Arte Conceptual en Colombia, Álvaro Barrios presta bastante atención al Premio Dante Aligheri de 1966, una convocatoria de pintura promovida por la sección cultural de la Embajada de Italia en Colombia y dirigida a artistas jóvenes.

Barrios reseña la controversia causada por el veredicto del jurado que daba como ganador a Bernardo Salcedo con su obra Lo que Dante nunca supo era que Beatriz amaba el control de la natalidad. En gran medida, la controversia se debió a que, según uno de los jurados, la obra no correspondía a una pintura y no conmemoraba la memoria del poeta italiano como lo sugería el titulo de la muestra en la que tuvo lugar la premiación “Tributo de los artistas colombianos a Dante Aligheri”.

De manera semejante, y desde hace tres años, la embajada de Francia en Colombia, convoca el Premio Francés de Artes Plásticas dentro del marco del programa cultural Francia en Colombia con el que refuerza el ciclo de exposiciones en las diferentes sedes de la Alianza Francesa.

El premio, al igual que su referente de hace cuarenta años, funciona por convocatoria, es dirigido a artistas jóvenes, y aunque no busca directamente la conmemoración de un artista francés, si señala obras canónicas de artistas franceses como punto de partida para las propuestas, La Libertad guiando al pueblo en 2005, Los jugadores de cartas en 2006 y, la referencia de artes primitivas en el arte (occidental) teniendo como ejemplo a Paul Gauguin en la edición del premio del 2007.

Una de las propuestas participantes en el evento justamente propone una reflexión sobre el término que encierra la versión del concurso en este 2007, aquel de primitivismo en el que se encierran practicas artísticas precoloniales inherentes a cualquier continente diferente al europeo, es decir que la convocatoria busca una correspondencia en la iniciativa de artistas colombianos jóvenes con las de artistas netamente occidentales inclinados hacia aquel primitivismo, y pioneros del arte moderno como Gauguin, o propiamente moderno, como cualquiera de aquellos artistas citados en el Primitivism in the 20th Century Art del MoMa en 1984.

En la propuesta Malicia Indígena, Andrés Matute abre una antigua, pero pertinente, discusión sobre los términos y campos que deben señalar y comprender el estudio de las artes no tradicionalmente occidentales. En suma, la obra consiste en la puesta en circulación de un texto que recuerda aquella confrontación de términos enfrentada a la exposición de una serie de publicaciones bibliográficas que señalan diversas maneras en que se ha estudiado el campo del arte precolombino, recordando que esta alineación, la de lo precolombino con lo primitivo, no encaja solo en un adjetivo que tiene lugar en una definición —inamoviblemente— histórica, sino que linda con lo peyorativo.

La propuesta de Matute insiste en el perverso señalamiento de un parámetro ejemplificante para la versión del premio 2007, el caso Gauguin, que no deja de llamar la atención porque si bien corresponde al de un artista pionero en una practicada certificada (como la califica Matute) de apropiación en torno a las artes primitivas, olvida que el acercamiento de Gauguin a dichas artes tiene su punto de origen en el nexo de Gauguin con el Perú, radicalizado éste en la figura de su abuela materna Flora Tristán y en su acercamiento a la cultura Moche, luego vendrían las aventuras de Paúl por Martinica y la Polinesia y el esperado De donde venimos? Qué somos? A dónde vamos? (1897).

Sin embargo, no es la ejemplificación de artistas canónicos franceses, como subraya Matute, lo que me interesa señalar; al fin y al cabo un premio enmarcado dentro del programa Francia en Colombia seguramente deba corresponder con un punto de anclaje en el que la cultura (o los intereses?) franceses se vean reflejados, es allí donde este Premio de Artes Plásticas traza una correspondencia con su antecedente italiano.

Claro esta, que de acuerdo al tipo de obras presentes en las ediciones 2005, 2006, y 2007, queda clara que la discusión con respecto al medio y el valor conmemorativo de las obras (principal tema de controversia frente al Premio Dante) ha quedado atrás, por lo que no me interesa reparar sobre las obras participantes y premiadas, sino mas bien, sobre los premios propuestos por el programa Francia en Colombia, que pueden resultar, de cierta manera, excluyentes, premeditados y, teniendo en cuenta la de Matute, colonialistas; pues hay que recordar que, tradicionalmente, los premios propuestos por esta convocatoria corresponden a estímulos que suponen, tácitamente, la aceptación de la cultura francesa como parámetro estético.

Este año, el primer y segundo premio otorgaban una Beca de estudios en lengua francesa para cubrir el primer nivel (seis meses!) en cualquiera de las sedes que la Alianza Francesa tiene en las cuatro ciudades convocadas (Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla), con lo que simultáneamente se impone un cerco en las posibilidades de participación para las ciudades que cuentan con sede de la Alianza Francesa en el resto del país, pensemos en Manizales, Santa Marta o Popayán.

Claro esta que al primer premio se otorgó algo mas, un viaje a Paris con estadía cubierta ida y VUELTA (como se recalcó el día de la premiación). Lo que la formulación del premio no aclara es si la embajada se encargará de garantizar la expedición de la Visa para hacer efectivo el premio, pues abundan casos en los que el pago de premios semejantes, se alargan y aplazan confusamente por la falta de compromiso en las secciones culturales de las embajadas o instituciones oferentes de los premios; hablemos del Salón BBVA, y los ganadores que tienen pendiente la expedición de una visa para hacer efectivo su premio, por lo que debemos pensar que próximamente uno de los prerrequisitos, junto al de ser egresado o estudiante de últimos semestres en un programa universitario de artes plásticas, será el de tener una visa schenguen vigente.

El tercer premio correspondió a la expedición de un pagaré redimible en libros y publicaciones, con lo que viene a resultar que este premio, el tercero, es el que opera con un principio de libertad mayormente garantizado y abierto en su ejecución, pues en éste no existe la prevención de que los participantes aspiren a cumplir el proceso de un primer nivel de lengua francesa propuesto por la Alianza, o de someterse al confuso devenir de los protocolos y requisitos que un colombiano debe cometer para lograr una visa que le permita visitar el primer mundo.

Irónicamente, ese estado excepcional de libertad que opera sobre el tercer lugar viene a plantear una semejanza entre el artista colombiano joven de la convocatoria del Premio Francés de Artes Plásticas, y el niño iraní que limita sus capacidades atléticas para asegurar un segundo lugar, en la cinta Los niños del Cielo (1997) a fin de garantizar un par de tenis.

Resulta entonces que la participación en dicha convocatoria implica aceptar un cerco que contradice la cobertura nacional de la Alianza Francesa, pues no existe forma de garantizar que el premio, independientemente del lugar donde resida el participante, sea pagadero y, que participar en dicha convocatoria también implica creer anticipadamente en la cultura francesa como modelo, pues sus estímulos no permiten una interpretación, que dependan enteramente de las libres aspiraciones del participante ganador, qué sucedería si el ganador es franco parlante? Entonces no habría posibilidades de hacer efectivo su premio?

Esta dinámica no deja de recordar una obra de Minerva Cuevas en la que la marca de uno de los productos franceses mas fuertemente ligados al consumo globalizado —Evian— es reemplazado, conservando el diseño de etiqueta, por el mote Egalité (igualdad), recordando las modalidades circulación y exclusión que se vienen tramando en torno al producto mas sencillo de la naturaleza, el agua, en este caso extraída de los alpes franceses y distribuida en pets alrededor del mundo.

De igual manera la participación en la convocatoria termina por parecer limitada, restrictiva, excluyente y poco igualitaria, en fin: premeditada y medida en exceso pues al fin y al cabo hay que recordar que así como estamos en tiempos de Uribe, estamos en tiempos de Sarkozy y si por acá llueve por allá no escampa.

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Curiosamente uno de los jurados del Premio Francés de Artes Plásticas 2007 fue Álvaro Barrios, uno de los protagonistas de la premiación del Premio Dante en 1966 cuando con 21 años obtuvo el segundo lugar tras un Bernardo Salcedo de 27. En los Orígenes del Arte Conceptual en Colombia, a través de las entrevistas de Barrios a Salcedo y Barrios (Pág. 29 y 74 respectivamente) ambos aceptan que el premio de la embajada italiana a la larga no fue un premio, se quedo corto, en lo cual estoy de acuerdo de cara al premio francés actual. Según las entrevistas, Salcedo gastó el dinero en algunos materiales y Barrios lo invirtió en una pequeña parte de su viaje por Italia.

Aún así existen algunas diferencias, pues aquel se otorgo en dinero efectivo y suscitó una visibilidad del arte joven en prensa abierta como no sucede con el premio en cuestión y, será qué en ese entonces Barrios tuvo que soportar el ajetreado trámite para que se le expidiera visa para visitar una Italia devaluada similar al de la visa schenguen actual?

Camilo Ordoñez