la íltima bienal [2]

segundo resumen de intervenciones>

marzo 7 a 15 2003 >

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Gabriel E. Merchán:
Leyendo el resumen de intervenciones que circularon por
este espacio y haciéndome la pregunta de Alexis Moreno
-sobre la posibilidad de que la curaduría de la Bienal
sea un proyecto artístico de creación colectiva y no
una rigurosa investigación curatorial- me viene
a la mente lo siguiente:

En el caso de que no sea una curaduría en el sentido
ortodoxo del término sino un híbrido creativo-curatorial
de artistas-curadores, me parece un hecho renovador.

Los anteriores jurados (Valencia incluido) tuvieron
bastantes oportunidades de replantear la Bienal y
lo que hicieron fue consolidar cada dos años la misma
práctica de reunirse meses antes del evento, proponer
cada uno sus artistas y negociar, en dos o tres sesiones,
una lista de invitados. Vaya investigación!!

Los curadores de siempre ya tuvieron sus oportunidades.
Si las instancias institucionales del medio artístico están
en manos de los artistas, tanto mejor. Creo que en unos
pocos años el medio bogotano ha sufrido una
transformación, pues los artistas han creado sus propios
espacios para exponer, debatir y diseñar proyectos desde
la escena no-institucional e institucional.

Poco a poco esta realidad «distrital» se ha ido consolidando,
por lo que los curadores y críticos pueden sentir que les
están quitando territorio. Pero seguramente encontrarán
nuevas oportunidades y espacios. Posiblemente ese tipo
de prácticas entraron en crisis y merecen replantearse.
De pronto son los artistas quienes las están
replanteando…

Ahora, estos artistas que operan desde instancias
privadas e institucionales, deben cuidarse de
no caer en la misma práctica narcisista de consolidar
nichos de poder que terminan con el tiempo elaborando
costosos espectáculos con el mismo «entorno» y la
«teoría» de moda importada de otras bienales y
documentas. No creo que el asunto sea traducir
o domesticar los paradigmas que ofrece el mercado
institucional a nivel global. Eso no es lo local.

Lo local está más relacionado con la «Estética Distrital»
que propone Sergio Mutis. Si, que problema que
el I.D.C.T sea una institución con plata, hija de una
alcaldía organizada, y que ante la agonía presupuestal
de otras instituciones sea prácticamente la única que
está creando espacios y cumpliendo con sus objetivos:
estimular y fomentar el hecho artístico y cultural. Esa
hegemonía es resultado de una buena gestión distrital y
una pésima gestión del Estado a nivel nacional. Si hay
que diferenciar la oferta distrital, que lo estudie la
instancia correspondiente. Vale la pena. Pues la
fotico y el video ya están saturando.

Es más, para las siguientes versiones de la Bienal de
Bogotá el I.D.C.T. podría -ojalá- apoyar el evento
con el suficiente dinero que permita una óptima
producción. Es decir, si la idea es trabajar con la
ciudad, pues que los artistas cuenten con el suficiente
apoyo para trabajar en la «larga duración» con barrios
y comunidades. Como lo dije en mi pasada intervención,
esos procesos cuestan y tienen sentido cuando se produce
una real interacción con la vida de la ciudad.

La Bienal debe estimular esos procesos. Está bien poner
fotos y documentos de trabajos didáctico-colectivos en las
bibliotecas del distrito. Pero… eso si le llega a la comunidad?
O eso le parece un excelente trabajo con sentido «social» a los
poquísimos integrantes del medio artístico que se echaron
el viaje a esas «periferias».

Para finalizar. La Bienal es «de Bogotá». Si como evento
institucional de la ciudad invita a curadores-artistas del
distrito está en su legítimo derecho. No es una «Bienal
Nacional de Arte». No tiene porque estar representando
continuamente una «realidad nacional». Eso le
corresponde al Salón Nacional. Es más, la Bienal
está en mora de generar una real interacción con
la ciudad y para eso se necesita gente que conozca
muy bien el distrito y no expertos en hermenéutica.

>>>
TBCTU:
Me parece muy importante la apreciacion que hace Gabriel.
Si bien la Bienal se presenta como un espacio donde se
pude mostrar lo mas actual que se esta haciendo a nivel
supuestamente distrital, falta mucho para mostrar un
participacion de buenos trabajos como deberia ser.
Es obvio que uno no siempre va a quedar totalmente
satisfecho con todas las exposiciones a las que asiste,
pero no se que criterio curatorial «seleccionó» estas
obras, pues conozco el trabajo ACTUAL de muchos de los
que se presentaron y me sorprendio ver tan viejas y tan
malas obras, sobre todo la antigua fecha de realizacion.

Se supone, hasta donde yo tengo entendido, que la bienal
es una MUESTRA de lo que se esta haciendo en Bogota en
todos los aspectos, pero creo que se esta cayendo en un
repetitivo proceso de mostrar al indigente (de mejor o
peor manera), o al niño pobre (dibujando su entorno),
no estoy diciendo que este mal, pero me parece que eso
entra en el terreno pedagógico, y entonces deberia existir
otro espacio para mostrar los trabajos que hace la comunidad
cuando un artista los dirige, O si no se deberian presentar
como trabajos paralelos a la bienal, como practicas
artisticas…..pero lo que si es cierto es que el viajecito
hasta la biblioteca del tintal hizo que de hecho esas obras
quedaran confinadas a los reducidos visitantes del sector
y a los pocos que logramos llegar. Es muy bueno que se lleve
arte hasta estos lugares pero no lo mas social o pedagogico,
ya que eso suena «a lo que su pobre capacidad mental les
permite entender», deberia llevarse todo.

Sugiero que para la proxima, estas exposiciones sean
rotativas, pues si se esta tratando de llegar a toda la
comunidad distrital, debe LLEVARSELEtoda la Bienal, y no
tomar esas extrañas desiciones, donde siguen diciendole al
publico corriente IGNORANTES.

La Bienal deberia poder verla toda Bogota.

De otra parte creo que cierto olor a «rosca» a empezado
a INVADIR ( no a surgir) en el ambiente, si no, como se
explica que en las convocatorias 2003 del IDCT, hayan
disminuido los espacios para pintura y/o escultura,
multiplicando peligrosamente los de FOTOGRAFIA DE MODA,
yo se que es muy bacano tener camara digital, PERO YA
DEJEN LA GOMA SEÑORES; y si definitivamente lo suyo es
la fotografia, ENTONCES TOMEN BUENAS FOTOS, porque
se está viendo poco rigor y mucho FASHION.

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Mario Opazo:
He seguido los diversos comentarios que se han
generado a partir de la Bienal de Bogotá, y me alegra
constatar a mi regreso a Colombia, que las dinámicas
artísticas y modos de operar institucionales e
individuales en vuestro (nuestro, si me lo permiten)
pais, han seguido superando paulatinamente, los
modelos paradigmáticos de la institución del arte a
nivel global, que en muchos contextos siguen aferrados
a la modernidad (es decir, a ese momento en el cual
las disciplinas debían manifestarse como entidades
autónomas y particulares, sin permitirse cruces entre
ellas y por supuesto entre sus oficios [artista
-curador], ya que esto generaba la sensación de
incorrección).

Es para mi, muy grato reconocer que estos avances en
Colombia, se han ido gestando paso a paso, desde hace
bastante tiempo y que uno de sus motores ha sido la
busqueda de pertinencia y el respeto a las verdades
contextuales, aparte, para hacerlos posibles se
necesitó desconfiar de las figuras de poder y ubicar
el saber, en un lugar distante de la idea de
especialista o de juez. Son muchos los que han
participado en este proceso de configuración de otros
modos de hacer, y relacionarse con el arte como
lenguaje que debe incidir pertinentemente en la
cultura. Recuerdo que a principio de los 90s
sucedieron varios fenómenos atípicos para un lugar
donde se produce arte, pero no para un contexto como
el nuestro, donde aparte de producirse arte, se
requerían ingredientes amorosos y solidarios, que
hicieran posible verificar unas funciones sensatas del
arte en nuestra sociedad. Uno de esos fenómenos
consistió en el auto destierro de los críticos de
arte, y con ellos se van los valores de juicio
jerárquicos, hoy en día en Colombia a nadie le
interesa nominarse crítico de arte. Ellos se ubicaron
entonces en lugares como Los Angeles, San francisco o
New York, es decir donde sus modos de operar seguian
siendo legítimos, y eficaces, los que no se fueron,
retornaron a sus disciplinas de orígen, la historia o
la antropología y desde allí publicaron en adelante,
libros de tipo autobiográficos, para algunos de los
artistas abstractos que en los 80s se habían portado
correctamante, o compendios como el Bodegón en
Colombia o la historia del Dibujo en el pais.

Otro fenómeno es que en cambio de fundarse una maestría
de crítica de arte, se abre una en la universidad
Nacional dedicada a la investigación y producción de
pensamiento desde la teoría y la historia del arte y
al arquitectura, punto que a nuestro favor, le
permitió a algunas personas adoptar, el hasta entonces
nuevo concepto de curaduría, con responsabilidad
intelectual, además, proponer ensayos y metodologías
curatoriales, que empesaron a generar interesantes
exposiciones temáticas, que para nada proponían
competencias entre obras o artistas, sino mas bien,
intentaron mostrar las distintas direcciones ,en las
cuales los artistas exploraban.

Otra interesante propuesta de ese momento fue la Galería
Gaula, espacioque aún conservando el blanco en las paredes,
funcionó de manera subversiva, haciendo propuestas de
exposiciones colectivas, donde sus participantes por
lo general, eran grupos heterogeneos, mezclas,
híbridos, artistas estudiantes al lado de sus
profesores, y hasta un ex- crítico explorando sus
propios objetos y no los de otro.

Las Escuelas de Artes de La Tadeo Y Los Andes en ese
momento se proponen ejercicios de nominación para las
asignaturas, nombres como Procesos, Popular y Objeto,
Fragmentos del Cuerpo, o taller tridimencional para
referirse a los antes académicamente llamados escultura 1,
escultura 2 y escultura 3, y esta misma necesidad de
señalamiento de problemas, más que de procesos
acumulativos en sentido cuantitativo ,se dió hacia
muchos espacios de relación académica.

Se intentaron también espacios alternativos como el
proyecto Casa de Gullermo o Artistas en Residencia,
caóticos?, confusos?, desprotegidos?, si, pero
sucedieron, fueron verdades. Nunca hubo una Panadería
como en México, pero es sencillo, esto no es México,
necesitabamos una Panadería?

Mientras Gaula se apaga con dignidad y cierra sus
puertas donde hoy es Q.A.P, abre otras puertas al
interior de las investigaciones de los artistas
jovenes, que vieron en ella y en lo que después se
propone como el Espacio Vacio, otras formas de difusión
que además se acompañaron del recién fundado Salón de
Arte Joven, que aún hoy goza de criterios sólidos, y
para nada mezquinos.

La crísis de las galerías comerciales fué asociada a
la crísis de los carteles, pero pienso que se debió
más al triunfo del pensamiento estético y al compromiso
con laexperimentación y configuración de otros modos de
operar del aparato artístico, en busqueda de
relaciones pertinentes, y ante todo solidarias con el
pais. Pais que ha sabido aprovechar por lo menos desde
las humanidades, los tránsitos y cruces disciplinares,
que se generan gracias al mismo enrredo sociopolítico
que habitamos.

No sé si la bienal exhibió obras buenas o malas,
jóvenes o viejas, para usar algunas de las
calificaciones que he leido en este espacio, pero
estoy seguro, que la Bienal no solo se estructuró con
buenas intenciones, sino también con la firme
intención de señalar que nuestro contexto no olvida, y
que somos la memoria de estas y muchas otras verdades
que han ido configurando nuestro proceso.

Me veo en la necesidad de señalar algunos
acontecimientos de nuestra história cercana, porque
pienso que para muchos de los que han participado en
el debate no son tan cercanos, y que al parecer
desconocen las puntadas que se han ido dando, para
finalmente llegar a la situación actual, llena de de
espacios, de diálogos, de relaciones, de dinámicas,
pero distante, si, muy distante de la aburrida figura
de la institución de arte paradigmática, de la añeja e
ingenua figura del crítico, y lejos pero muy lejos del
artista martir.

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Catalina Vaughan:
Ese tipo de contextualización que hace Mario Opazo
me aclara bastante el porqué del cambio que hizo el
Museo de Arte Moderno al pasar de jurado de selección
(jueces que legitiman) a Comite Curatorial (equipo que
investiga y contextualiza). Sencillamente las figuras
de poder ya no tienen ninguna credibilidad. Por lo menos
en Bogotá.

(Este cambio fue fundamental. Pero le faltan ajustes:
el Comité insiste en legitimar)

Tambien me parece clave que relatos como los de Mario Opazo
circulen en espacios de diálogo como este y no en textos
autoadhesivos en los muros del museo, que me parecen muy
interesantes, pero creo que por estar en ese lugar, los vuelve
alfabetizantes, pomposos y un poco ridìculos. Por más impregnada
que esté la institución de buenas intenciones por parte de los
artistas-curadores, siento que se tomaron muy en serio la tarea
y terminaron jugando a historiadores. (Han debido ser más artistas)

De pronto el museo los endurece y sus «manifiestos» pierden toda
la frescura e irreverencia que habrían podido tener si la muestra
se hubiera realizado en un galpón dirigido por artistas.

Como lo aclara Mario Opazo, es patente que nuestro medio es bastante
«sui generis» y debe interpretarse con esquemas «propios» que
contextualizen su producción, que la tornen comprensible. El esquema de
la Bienal no contextualiza. Trata de legitimar y hacer historia.
(!!!???) De pronto ese es su aspecto más criticable. Mucho eje
vertical historicista (hitos) y poco eje horizontal de lo social
(producción actual). Demasiado Hal Foster!

En cambio el texto de Mario Opazo (eje transversal?) hace que podamos
entender mejor muchas cosas de la Bienal, otros eventos y la misma
naturaleza del medio artístico. Cuando este tipo de eventos están
sustentados en «verdades contextuales», como las denomina Opazo, son
muchísimo máscomprensibles (y hasta legítimos) que cuando tratan de
legalizarlos con apoyos historicistas (hitos) que me parecen bastante
artificiosos y pedantes.

Antes de construir problemas teoricos, vale la pena rememorar
que ha pasado en nuestro medio. Qué lo hace diferente de Ciudad
de Mexico, Santiago de Chile o Caracas. Que hechos lo han
«realmente» transformado. (Eso puede quedar para otra Bienal)

Apoyo por completo la tesis de Gabriel Merchan: La Bienal es de
Bogotá. Luis Fernando Valencia debería dedicarse a resucitar la
Bienal de Medellín y dejar de mirar tanto al centro.

Bogotá ha cambiado bastante y necesita que su Bienal se ocupe
de ella.

Es justo y necesario!

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Antonio Caro:
Aunque «me píca» la lengua, no debo hacer comentarios
a las diversas intervenciones sobre la Bienal de
Bogotá lo que sí, a todas luces es evidente, es que el
Museo de Arte Moderno por todas sus falencias: su
dirección Autócrata, la carencia de «Curaduria» y en
especial, por su falta de vínculos con la comunidad no
pudo diseñar, concretar y arraigar un proyecto de
válido de Bienal.

Las discusiones sucitadas demuestran que hay un clima
propicio para diseñar una nueva Bienal, comenzando
desde su organización misma y creo que es el Instituto
Distrital de Cultura quien debe encargarse de ello,
pues hasta el momento es el Instituto el que ha dado
los mayores aportes económicos para la Bienal. Que sea
el Instituto que la organice no significa que sea solo
«oficial» que sea Bienal de Bogotá, no significa que
sea solo «bogotana», que sea «oficial», no significa que
se margine a la empresa privada, en fin, es tiempo de
hacer un gran evento de la Bienal de Bogota.

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Alexis Moreno:
Creo que el intercambio de opiniones que hemos tenido oportunidad
de compartir en esferapublica ha sido sano en el sentido que ha
permitido lecturas de un evento institucional como la Bienal de Bogotá.
Lecturas que espero sean un aporte tanto para el medio artístico como
para el tan cuestionado Comite Curatorial.

Luego de leer los comentarios de esta semana es evidente que la Bienal
no cumplió con una expectativa que a mi modo de entender era
fundamental, y es la de que un comité curatorial integrado por artistas
que conocen de sobra el espíritu crítico del artista hacía la
institucionalización de sus procesos, terminara ejerciendo esta operación de
forma plena y cayendo de paso en prácticas historicistas en las que ya nadie
cree. Reafirmar las instituciones no es precisamente lo que se espera de un
artista. O me equivoco?

No tuve la oportunidad de asistir a la presentación de Carolina Caycedo
pero por las imágenes y el texto de Carmen María Jaramillo pude
conocer, por lo menos en una versión mediatizada, como una artista
se relaciona, de forma directa y sin pose etnográfica, con la vida de
la ciudad.

Sin el ánimo de contradecirlo, me atrevo a sugerir que en vez de
cerrar el debate, se le diera continuidad introduciendo otras miradas
y otras formas de relacionarse con la ciudad.

Esto sin el objeto de oponer otros modelos curatoriales al de nuestra
cuestionada Bienal. Tampoco con el de comparar diferentes contextos.
Tal vez con la idea de contrastar y compartir experiencias, tal y como
se hizo en el seminario de Modus Operandi.

>>>>>>>>
Luis Hernandez Mellizo:
Al igual que la forma como se concibió y abordo el pasado salón nacional,
ahora la bienal de Bogotá presenta cuestionamientos. Yo veo que el principal
problema radica en que el publico y los artistas reclaman lo máximo de
neutralidad y democracia, ya que por ser un salón «oficial» realizado con
dineros públicos, hace suponer que como en el pasado los artistas que
participan y más los que obtienen distinciones deberían ser los
representantes del arte contemporáneo.

Pero temo que ya no funciona de esa manera. Pues el arte (por lo menos en
Bogotá) se ha venido desprendiendo de prejuicios comerciales, serviles e
incluso objetuales. Los artistas que actualmente son representados por
galerías
muy organizadas y con buena trayectoria, no necesitan pasar o validarse por
este tipo de eventos públicos, pues son promovidos directamente con amplias
criticas (aun existentes en este nivel) y excelentes documentaciones.

Por otro lado algunos salones populares que son gestionados y
patrocinados por empresas e instituciones privadas ya han conformado
un guetto, escogiendo de antemano a sus artistas y promoviéndolos con
premios y exposiciones en galerías de mediano nivel. Por ultimo hay algunos espacios independientes (autónomos o
resistentes) que están ligados con la academia, que logran conformar
exposiciones serias y con propósitos, pero aveces quedando rezagadas
por su obligada austeridad.

Pienso que en esta ocasión la bienal debió cruzar una inmensa fractura para
acomodarse a la realidad Bogotana. Contentos o no los que no participan
siempre
estarán a favor o en contra (total los mas recientes premios de E Heim, Rolf
Abderhalden y Rosario López también han despertado sectarismos) al final, al
pertenecer o no a la rosca el arte no se detiene así suene romántico,
existen diferentes organismos y espacios que constantemente reciben, trabajan y
apoyan propuestas que sin duda han producido exposiciones y proyectos más
significativos y relevantes que algunos de los salones oficiales, así que
consejaría no deslumbrarse con el sello de «oficial» y seguir con lo de cada
uno, ya que si es bueno a su debido momento buscara su propio espacio y
reconocimiento.

Este fenómeno se aprecia en lugares tan distantes y diferentes entre sí como
la Guaba en el sur de Quito y las zonas marginales de Londres, en donde
existe una tendencia a trabajar con una realidad más cercana a lo popular o común, tal
vez como síntoma de desmitificacion y mutación de los procesos de gestión y
divulgación del arte, ya sabemos que actualmente su validación viene de los
medios de información como noticieros y programas culturales (bastante
parciales)y los medios de comunicación como documentaciones y publicaciones.

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Luis Luna:
Aca se toca un tema que resulta relevante. Es el de la validacion en el
arte.
Aunque algo trillado parece de importancia a la luz de esta feliz
decentralizacion del arte contemporáneo. Por un lado pasamos por la
revaluación del sentimiento centro periferia para dar paso si no a un cajon de sastre donde TODO estaba permitido a la luz del nuevo pensamiento anti dogmatico, se caía en la irresponsablidad o ligereza de propuestas artisticas bobas con acabado o corte Guggenheim o de galeria neoyorquina (por decir algo).

Pienso que la validacion misma fuera de contexto, de bienal, de ciudad, de
tema, no se puede dar. Las generalizaciones no solo son odiosas sino petulantes. Y lo que se podria acercar a validacion es mas bien una aclaracion del proceso artistico. Quizas el reconocimiento de una continuidad, una insistencia pero que de no ser trazada o seguida por un ojo observador caeria desapercibida.

Me parece que el mal llamado critico tiene esa responsabilidad en sus manos:
compartir ese PROCESO y encontrarle un contexto, involucrandose en el y
creando un metodo de observacion. («dime COMO estas buscando y te dire QUE estas
buscando.») Mejor que inventarse el contexto y despues incluir el proceso.

Esto implica que el critico o investigador se situe mas allá de una visión
historicista…es inventarse la historia sin fechas. Requiere que no se
tomen tan en serio, que no tienen que validar nada, que deben ser mas creativos en el ejercicio de su trabajo. Pero eso si, que no se olviden que hacer arte no es escribir tratados de sociologia….mas bien contribuir a «minimizar la
estricta separacion de los sentidos.»

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Catalina Vaughan:
Completamente de acuerdo con Antonio Caro. (Y parece que con mucha
gente). La bienal no logró un arraigo y una validez (como lo propone
Luis Luna: validación como claridad y relación legítima con un
contexto)

Los artistas-curadores (tendrán experiencia curatorial?) resultaron,
tal vez por sus mismas limitaciones, siendo más papistas que el Papa.
(Godísimos y convencidísimos de que lograron infiltrar la institución
con una curaduría inédita.) Han debido mirar propuestas como las de
Hans Haacke. Asimilarlas. Domesticarlas. Apropiaselas con irreverencia.
En resumen, cuestionar la misma institucionalidad museal a través
ya no de obras (trilladísimo) sino de una curaduría para un evento
institucional. Una oportunidad servida en bandeja de plata…

De una vez debería el Instituto Distrital de Cultura tomarse la Bienal
por completo y rediseñarla. Eso sí, conservando un «Comité Curatorial
Absolutamente Autónomo» del cual no podrán hacer parte funcionarios de
del I.D.C.T. (No estaría bien visto)

Obviamente el MamBo no permitirá que lo dejen sin Bienal. Ya que están
de moda los «retornos históricos» a lo Foster porque no revive el Salón
Atenas (evento antecesor de la Bienal) con una muestra que revise los
artistas «jóvenes» de los años setentas?

Eso si sería un Retorno de lo Real.

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José Salgado:
Bueno despues de ver la Bienal de Bogota, siento
que es necesario como alguna vez se planteo en el
debate sobre el proyecto PENTAGONO, que las curadurias
se deberían abrir a diferentes disciplinas.

por que no una mirada de un curador desde la
semiologia ArmandoSILVA, o una mirada desde la
sociologia como la curaduria del Salon de Arte
Joven que hizo Ramiro CAMELO; pienso que estas
nuevas miradas de los curadores le darian un nuevo
oxigeno al Arte Colombiano pues en la actualidad
se siente un poco viciado.

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Gabriel E. Merchán:
Lo de revisar el Salón Atenas es una propuesta bien interesante.
Si además de colocarle a las obras de los setentas fichas técnicas
y reflectores, se hiciera una buena presentación de los contextos
artístico y socio cultural de la época, tendríamos en primer plano
un conjunto de realidades que vale la pena revisitar.

Es decir, ademas de un buen montaje, excelentes apoyos con imágenes
y hasta recortes de periódicos y revistas de la época. Volver a ver
al curador irreverente del museo (Eduardo Serrano) trabajando lleno
de entusiasmo con Beatríz Gonzaléz. En fin, simplemente re-visitar
una época sin tanta ansiedad por legitimar.

Su sóla puesta en escena con los standares mínimos de museología,
harían de esta revisión un evento que seguramente nos depararía
sorpresas y hasta revelaciones. Además hay una distancia buena
para hacerlo, pues ya han pasado treinta años.

De pronto el comité curatorial podría estar integrado por un equipo
interdisciplinario que cuente con las herramientas conceptuales para
dicha tarea: un historiador, un sociólogo y por lo menos un curador
con bastante experiencia.

Nada de improvisar de nuevo con gente sin experiencia curatorial.
Eso sería imperdonable.

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Mario Opazo:
Pienso que es importante resaltar algunos comentarios
constantes o puntos comunes, el primer señalamiento
que veo, es la necesidad de relacionarse legitimamente
con un contexto, para eso es importante reconocer su
pasado, su presente, y obviamente potenciarlo hacia el
futuro, que es el mismo lugar de la comunicación,
lograda a partir de los lenguajes.

Se que esto no es nada nuevo, mas bien creo que
siempre se ha hablado de ello. Pienso que el ejercicio
mas amoroso que debe proponerse el artista, y el
trabajador cultural en general es pensar no solo en el
orígen de las propuestas, sino también en el destino
de las mismas.

Estoy de acuerdo con Catalina Vaughan en cuanto a que
textos como el que propuse antes, deberían ser
revisados en espacios de dialogo y debate, mas que ser
convertidos por los museos en datos autoadhesivos
pegados en las paredes; Sin embargo, no comparto el
tono agresivo ,con el que Catalina se apropia de mi
texto para manifestarse en contra del museo y de los
curadores, creo que podría manifestarse creativamente
con mayor eficacia, si su lenguaje desalojara tanto
rencor, que aveces tiene tono de envidia y
resentimiento.

Pienso un poco en la frase «EL CONFLICTO ES UNA
PÉSIMA CARICATURA DE LA DIFERENCIA».
Segun Beuys (aunque nos canse la historia, sobretodo
nos cansa cuando no la hemos entendido)»HACED
PRODUCTIVOS LOS SECRETOS»

Esfera Pública
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Debates anteriores en Esfera Pública
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