Lo que se anuncia en esta transcripción sin alcanzar a expresarse con toda claridad y contundencia, es que todo canon –o tradición- genera un círculo de resentimiento, y que todo atentado al canon proviene desde ese sector que podría señalarse como una escuela del resentimiento. El resentimiento vendría a ser -como la lucha por el reconocimiento-, o la lucha por el no desconocimiento, un motor de movimiento de la pugna social por el acceso al poder que concede el monopolio del discurso.
Toda ruptura de una tradición se ejercería siempre desde el resentimiento que reivindicaría su derecho a construir un relato reconocido.
De otra parte, el vocero se adjudica el derecho para decretar el nacimiento institucional de esferapública, cumpliendo así a cabalidad con el dictado que la institucionalidad más fuerte tiene preparado para la más débil: desarticular la amenaza de lo no plenamente clasificado, etiquetado o subordinado a través de la desintegración total del espacio, o en su defecto, a través de un mecanismo que lo fuerce a identificarse con una condición institucional fuerte. En algunos casos es visible una estrategia combinada de acción: mientras que un frente opera para conceder las cualidades de la institucionalidad fuerte que existen, por ejemplo, en las definiciones del estado y del sistema económico, otro accionar distinto intenta minar el foro de discusión, diseñando una manipulación de la opinión pública a través de una estrategia cracker (no hacker, a quien se le concede un accionar benigno) a través de identidades paralelas, suplantación de identidad, e inclusive, en uno de los casos más bizarros posibles, a través del robo de psuedónimos o alias.
En el campo de las pseudoinstituciones, y también de las microinstituciones, uno de los deberes de las instituciones fuertes sería el de respetar la condición de la microinstitucionalidad, y la de no forzar a las estructuras a participar de un circuito de reconocimiento institucional comparable al de una institucionalidad fuerte. Es decir, un parámetro de las instituciones fuertes (estado, mercado) tendiente a generar menores escisiones y movimientos de resentimiento, sería el absoluto respeto por lo micro y lo pseudo. Proponer toda divergencia como contracanon, o limitarse a señalar las inconsistencias inevitables de la crítica, no es sino otra de las formas como un poder central desarticula toda la fuerza desestabilizante de un micropoder que no se manifiesta incondicionalmente sumiso.
Transcripción: Teatro Crítico
Comentario: Pablo Batelli
“La escuela del resentimiento” – Harold Bloom.
A continuación la transcripción del Video de G. Vanegas
Uno de los supuestos sobre los que suele afianzarse la escuela del crítico consiste en cumplir con el mandato de burlar, defender o atacar desde su perspectiva las actividades del campo artístico que considere relevantes. Esta afirmación funciona como un reclamo ético que muchos han contemplado al momento de decidirse a iniciar su carrera como escritores sobre asuntos de arte. Por ejemplo, una de las pintores que mayor renombre posee en la actualidad, decidió, en el campo artístico colombiano, decidió enfrentar la actividad crítica en un momento específico de su carrera porque veía que en su entorno inmediato no existía voces lo suficientemente dotadas para dar un cubrimiento más o menos exacto de lo que sucedía en el campo artístico de la época. Luego de esto, y tras hacer una importante cantidad de aportes al sector, optó por hacerse a un lado para darle paso a un nuevo grupo de autores, tanto como para abandonar el peso de las enemistades cultivadas a la sombra de sus opiniones. Esta referencia resulta útil a la hora de contemplar la situación social del crítico de arte. En primer lugar podría afirmarse que el ejercicio de esa actividad obedece a una alta informalidad en su motivación inicial. Es decir que al comienzo, antes de los premios, las referencias y la localización institucional, un crítico en ciernes pude decidirse a acometer esta actividad únicamente basado en su iniciativa e impulso personal, de ahí que pueda decirse que la asunción de esta actividad sea la satisfacción de una urgencia del espíritu, una urgencia, hay que decirlo, en ocasiones generada por un afán de responder en público a una reflexión inoportuna, una opinión ignorante, una demostración de arrogancia teórica o un desafuero institucional. En segundo lugar puede hablarse específicamente de la ubicación dentro del campo artístico que adquiere el crítico, de hecho como fruto de su actividad este personaje debe contemplar el pago de dos rubros: uno es el del odio expresado en público, el otro vendría a ser una derivación perversa de este, al cual puede denominarse, denominársele por ahora clasificación estilística: respecto al primero no hay mayor problema. En realidad, la cuestión más aguda tiene que ver con la categoría de la clasificación esti.., estilística, ehem, ehem, por cuanto esta (pausa) … puede pensarse como una manera de recubrir ehem, perdón, el simple desprecio por un autor para descalificar sin mayor esfuerzo su actividad. En realidad, lo que en un artista se denomina estilo, en el crítico podría ser el tono y la predominancia de este elemento a veces es tan fuerte, que a un autor reconocido o semireconocido suele asociársele con una conclusión aun antes de leer sus afirmaciones; de ahí que saltándonos un texto para verificar inmediatamente quien lo firma, optemos por pensar que si es de tal persona, no lo leeremos. Así pues considero que uno de los aportes que han hecho los foros de crítica y opinión sobre arte y eventos artísticos en el campo colombiano, del arte, que se dan en internet, ha sido el de darle espacio a múltiples iniciativas de reflexión basadas en el criterio propio y no tan propio de sus autores, tanto como a servir de vehículo al malestar que estructura tanto como las buenas intenciones, muchas de la actividades personales e institucionales que constituyen la agenda de eventos del campo artístico local. En “Aprender a discutir” el ensayo que se lanza hoy, intento hacer una lectura de las modalidades de participación que se empezaron a dar a comienzos de la presente década en los foros electrónicos de momento crítico, columna de arena y luego en esferapublica. (…) puede quedar sintetizado en la introducción que acabo de hacer, por lo que la anda, alta cantidad de personas que no desee leer el libro ya sabrá de qué se trata. De otra parte, para quienes quieren perder el tiempo y su lectura, van a encontrarse con la tipificación de un cierto número de opiniones y posturas, a partir de las cuales intenté construir un modelo metodológico para interpretar y reconocer el perfil que ha adquirido la crítica de arte en nuestros días al ubicarse en los márgenes de una comunidad virtual. Así creo poder sostener al final que al contrario de lo que sucedió con la pintora mencionada al principio, la comunidad de autores se ha venido incrementando desde el año 2000 hasta ahora, y los esquemas de desprecio han venido creciendo también saludablemente. Para gran parte de quienes opinan actualmente en la red, la cuestión no se reduce entonces a evitar tener un millón de enemigos, yendo a refugiarse a otras actividades dentro o fuera del campo del arte, sino a demostrar mediante un ejercicio constante la manera como se construyen una forma de conocimiento sobre arte en un espacio singular, habitualmente reconocido por su falta de coherencia, su incontinencia verbal y en ocasiones su ausencia de credenciales académicas. No por ello entonces creo que lo que allí se hace merezca como réplica el olvido, pues considero que en ese tipo de comunidades circulan también algunas (…) que estructuran la forma como es comprendido el campo del arte entre nuestra comunidad. Para concluir voy a citar un documento firmado por Nadín Serrano Zea, donde el personaje mostraba su pla… su beneplácito por el hecho de que la comunidad virtual reunida bajo el nombre esferapública habría obtenido al fín la elaboración de un protocolo de institucionalización formalizado en el texto “Asuntos Internos”, de mi autoría. Este escrito de hecho podría funcionar como un corolario al libro que se lanza hoy. Una de las críticas que se hacían sobre ese texto, consiste en evidenciar la necesaria inutilidad del pensamiento crítico, según afirma Serrano Zea, es necesario que quienes participan en esferapública pasen de la reflexión a la acción, pues el espíritu de estos tiempos así lo demanda; el intelectual colombiano navega con romanticismo por una diletancia pardójica, y eta impotencia solamente ha generado una escuela del resentimiento que si bien ha producido textos útiles para la literatura, na ha sido propositiva a la hora de dar una solución definitiva a los problemas sociales que nos aquejan a los colombianos. Considero que la reflexión crítica debe contemplar su inutilidad como una cuestión ineludible, sin embargo no estoy de acuerdo en que sus efectos se limiten a apoyar una inercia institucional sin proponer formas de revisión o incluso de resistencia: el que no logre ningún resultado en el devenir de la sociedad no implica que daba asumir el silencio o la complacencia como actitudes para enfrentarse a la forma como se estructura institucionalmente la cultura en la actualidad. Al contrario, creo necesario fortalecer el discurso crítico con lecturas alternativas que exploren entre otras, sus modalidades de discusión para sobrepasar la simple formulación de opiniones condicionadas por “el espíritu de estos tiempos” al decir de Serrano Zea, y lograr nuevas cuotas de elaboración teórica. Gracias.
Jaime Cerón: entonces, como les decía al principio, a continuación pueden reclamar sus libros en la parte de afuera y tomar una copa de vino con todos los autores. Muchas gracias.
Público: (alguien exclama) Bravo!
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Lo que a todas luces pasa con la reestructuración del IDCT, es el reordenamiento de las tensiones del «campo distrital»: parece que se produce un «relevo» en lo que era la gerencia de Artes Plásticas. Se va Jaime Cerón y llega Ana María Alzate. Sí, la mismísima directora de la fundación Alzate. Bastante lejana del llamado «arte contemporáneo» y muy cercana de los valores tradicionales del arte. Para muchos un reversazo. Para otros, la oportunidad de mostrar obra que había sido desplazada por el alud de documentación de las prácticas artísticas contemporáneas.
Dentro de este reajuste de tensiones, el nuevo «blanco» de las críticas y reclamos recaerá, si los re-contratan, en Guillermo Vanegas y Jorge Jaramillo. Ya Pablo Batelli tiene en su mira a un o de ellos. ¿Será que nadie cuestiona los que se viene con Ana María Alzate?
Amanecerá y veremos.
Gabriel E. Merchán