Probablemente lo precario en el artista no es un deseo por la desposesión, sino, al contrario, un deseo por la posesión del objeto inasible. Lo más ausente de la precarización obligatoria es el deseo de seguir siendo precario. Aunque al artista precario lo compone la descomposición, y la basura hace parte del mundo que contempla, este no desea percibirlo más. Ese es el criterio que puede hacer del humor negro de Hetera Friné un escupitajo de bilis negra, como quien padece de melancolía. Diría Freud que «[…] Es a través de este esquivar lo real como se evita la prueba de la realidad y los fantasmas del deseo, no reprimidos, sino perfectamente conscientes, pueden penetrar en la conciencia y ser aceptados como realidad mejor».
Por eso Friné existe en la inoperancia de una realidad virtual donde la riqueza se resume en poder tener el lujo de ser el fantasma que recorre las televisiones gringas y los shows de farándula más exitosos de la enajenación imperialista. Es la ñera que se hace famosa, como la pobre, la negra, la trans y la vagabunda, que nunca es parte del entretenimiento público, pero que divierte a más de uno por su extravagancia.
La razón de su comedia parece no alterar las mentes de los burgueses que la aprecian porque su estilo está resumido en hacer reír y operar inconscientemente como una inclusión abyecta. Nos reímos de sus tragedias porque reconocemos absurdo que algo así suceda. Eso se debe a que el método es el de una televisión sin crítica, absolutamente melodramática y a veces ‘cringerosa’.
Friné expresa una realidad que es cruda, a pesar de lo fantasiosa. Es la respuesta misma de los niños cuando asumen que la percepción de lo real es inmodificable, pero desean jugar a hacer de esa realidad algo diferente. Es ahí cuando Friné existe en el juego mismo del artista que cambia el mundo para hacerlo a su medida. La precariedad no es una decisión que se toma al nacer, no es el libre albedrío de dios que nos llenará espiritualmente, sino el horror de la desigualdad de un proyecto económico inmodificable.
Lo que Friné hace es convertir los sueños de muchos en una realidad. Así sea porque los proletarios envidiamos la riqueza y la deseamos por igual o porque deseamos simplemente no ser proletarios. Dirán ustedes que el proletariado no es una categoría de la que se fluctúa imaginariamente, pero sí. El proletariado no existe para recoger a los pobres del mundo y hacerlos ricos, sino para acabar con los ricos y volvernos a todos un ente más allá de la desolación que es vivir en un mundo contaminado, absurdo y represivo.
En ese lugar, donde se ha finiquitado los problemas de la desigualdad, los trabajadores del mundo no gritarán «¡uníos!»- como el fantasma disperso que significan- sino que harán tangible el objeto inasible de nuestros deseos más internos. Es ahí cuando Friné nos muestra las consecuencias de un mundo de placeres desbordados y los errores de los movimientos «concientizadores» cuando esperan de las fantasías la luz del futuro. Si acabáramos por desear la vida elitista- es decir la acumulación de riquezas y reconocimientos- terminaríamos por luchar contra nosotros mismos, los proletarios, y perderíamos a seres humanos que viven en la enajenación social por ser demasiado «malos» para los bienes que proceden en una sociedad igualitaria.
En principio, aceptando la crítica, debemos afrontar que la riqueza y la fama no son el único problema de acumulación que existe en la sociedad, sino que existe la acumulación de pérdidas. Hemos perdido tanto, económicamente y socialmente, que hemos aprovechado para excluir lo ajeno y dispersado la oportunidad de unirnos por el fin de las fantasmagorías y el comienzo de la materialización de nuestros sueños. El problema en Friné no es ser ñera, ni estar con un barrista que consume boxer, ni consumir boxer por la pérdida, el problema existe en que es más absurdo, bobo y feo cuando viene de una pobre. Porque si es Britney o Kim Kardashian nos parece que son la representación iconográfica de la belleza oprimida, pero si es la ñera que las roba y mete pegante es la descomposición estética de la sociedad.
Ahí es cuando la narcoestética hace parte de ese ‘regocijo’ social y popular que atraviesa incluso a los más ricos. Así la burguesía rechace las drogas, el bazuco, el boxer, la violencia y la decadencia, debe reconocer que estos también existen en la «gloriosa» vida de las personas más adineradas. Eso es Friné, la personificación del deseo narco de salir de pobres presionando un clic. Este personaje representa el significado detrás de la idea de ser ricos estando con los ricos y descubrir que estos no son diferentes, en tanto peligrosos y problemáticos, de las gentes que hacen parte de su barrio Suachuno.
La obra de Hetera nos revela que ningún impulso económico llevará a los pobres al escalafón de prácticas elitistas por más rico que se haga, por más camionetas que tenga o por más billetes que cuente. Eso es lo absurdo de la riqueza y su composición social, que estéticamente es la decadencia del éxito. A nosotros los pobres nos llenaron de ideas y sueños como apariencias para no ser más feos, a pesar de que la fealdad no es nuestra, sino de ellos. Por eso aprecio a Friné, es la ñera rica que, aunque es la fantasía de una ñera que se hace rica- y puede comerse a Cristiano Ronaldo-, le parece que los ricos no son otra cosa que simulaciones al exterior y espíritus pobres al interior. Demuestra que ser farándula y el arte de la belleza sólo es un efecto ilusorio de la imagen, una descomposición visual, tan precario como la vida en un basurero de una ñera sin novio que ha decidió meter pegante.
Este 14 de Febrero inauguró su página web para que podamos ver los 4 capítulos que componen su real(ity) show. Pasen a ver y quedar ciegos de verdad: