Intención

Es de agradecer que existan modelos de gestión como el que ustedes aplican en el país. De hecho, su labor a lo largo de varios años ha terminado por convertirse en una metodología que, por desgracia, ninguna entidad cultural apoyada por recursos económicos significativos ha tratado de emular. Quiero decir, además de las instituciones que les son cercanas en espíritu (espacios alternativos, semifinanciados y/o autogestionados), los demás entes (museos mendicantes pseudo-administrados, Secretarías de cultura) ni se han enterado de su existencia. Mal por ellos.

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Lugar a dudas, imagen de presentación de la convocatoria internacional de residencia para curadores 2014

Bogotá, 31 de mayo de 2014

 

Señores

Lugar a Dudas

Cali

 

Cordial saludo,

Es de agradecer que existan modelos de gestión como el que ustedes aplican en el país. De hecho, su labor a lo largo de varios años ha terminado por convertirse en una metodología que, por desgracia, ninguna entidad cultural apoyada por recursos económicos significativos ha tratado de emular. Quiero decir, además de las instituciones que les son cercanas en espíritu (espacios alternativos, semifinanciados y/o autogestionados), los demás entes (museos mendicantes pseudo-administrados, Secretarías de cultura) ni se han enterado de su existencia. Mal por ellos.

Ahora bien, hay una convocatoria organizada por ustedes donde se pide a curadores internacionales postular proyectos de programación para un período de seis meses. Dentro de los documentos solicitados se sugiere poner una carta de intención. Aunque yo no pueda participar por obvias razones, envío esta.

Por algún momento pensé en lo que sucedería si ese mismo plan se lanzara hacia curadores caleños o artistas de allí, que estuvieran dispuestos a cumplir y expandir los objetivos solicitados. Es decir, hay una notoria, saludable y creciente llegada de artistas de Cali a la ciudad de Bogotá, lo cual da a pensar que allá hay un gremio mayor. Aquí su aparición es bienvenida por varios motivos. Por la renovación que han venido introduciendo en las metodologías de producción que se enseñan en los centros universitarios que no les han cerrado las puertas. O por algo mucho más importante: el diagnóstico que traen del devenir del campo artístico de su ciudad de proveniencia.

Al hablar con muchas de estas personas, se reitera el agotamiento por la forma en que opera ese sector y se encuentran señalamientos que aparecen cada cierto tiempo:

1.- Falta de apoyo estatal –que cuando lo hay, apunta hacia el patrocinio a eventos de asistencia masiva o construcción de infraestructura inútil-;

2.- Malestar por la ausencia de espacios para promoción del arte contemporáneo diferentes a Lugar a Dudas;

3.- No se comprende la falta de impulso o la ausencia de planes específicos desde el Ministerio de Cultura hacia esa ciudad, o esa región –lo que se refuerza con que la encargada de esa cartera hubiera consolidado su presencia profesional trabajando desde allá;

4.- Se extraña, aunque si se insiste ese sentimiento no es tan sincero, la presencia de galerías privadas.

5.- Una notable suspicacia frente a la manera en que se ha orientado la programación curatorial de los últimos años del Museo La Tertulia –donde a la alta tasa de participantes bogotanos (curadores encargados de renovar la colección permanente, curadores paracaidistas que llevan exposiciones concentradas en la década de 1990, artistas de exposiciones colectivas de calidad e individuales altamente cuestionadas), se suma la falta de programación regular;

6.- Un previsible cansancio frente a la falta de estímulo a las constantes iniciativas parainstitucionales impulsadas por pequeños grupos que, por lo mismo, no terminan en nada.

Al combinarse, estas variables muestran un clima de aparente falta de dinamismo. Sin embargo, esas mismas circunstancias permiten comprender la naturaleza del campo artístico de esa ciudad como un entorno afectado (o beneficiado, depende de como se mire) por la carencia de patrocinio institucional, con políticas culturales nulas hacia las artes visuales, donde se mira poco lo que produce la misma región pero predomina un altísimo interés por ver lo proveniente de los centros hegemónicos.

De ahí que exista un amplio rango de acción para investigadores dispuestos a relacionarse con áreas de producción, estrategias de circulación y autores no necesariamente localizados alrededor de los espacios tradicionales de visibilización. De hecho, el objetivo a mediano plazo de un trabajo de investigación curatorial en esa ciudad debería contemplar la particular relación que hay allí entre producción artística y circulación. Allá aun no hay feria de arte que todo lo vuelva obritas portátiles, dibujitos y maticas (o dibujos de maticas). Allá no hay una altísima oferta de espacios de formación, ni seminarios, ni encuentros, ni conferencias patrocinados por entidades anejas a las del sector educativo. Allá no hay Premios Luis Caballero. Allá hay una importante generación de artistas que se han quedado sin retrospectivas serias que los reinstalen en el panorama de producción de ese contexto. Allá no se sufre de eventitis bogotana (pero tampoco se ven alternativas de visibilización). Allá no se promueven indagaciones históricas concentradas en lo que desarrolló la región. Allá se publican pocos libros dedicados al arte local. Allá hay industria y una curiosa falta de contacto entre ella y los productores visuales. Allá no hay sobre-especialización y cualificación académica. Allá hay unos pocos nombres que suenan desde los noventa (o antes), pero pocos de reciente aparición. Allá hay gente con excelentes ideas que no se queda trabajando allá. Allá no hay cómo sostener una población de productores visuales a largo plazo.

Por esa razón les pido que piensen en que quizá sea momento de, sí, seguir trayendo curadores internacionales increíbles con propuestas, digamos, prudentes –por no decir aburridas o inconsecuentes- pero a la vez traten de incidir en el perfil del campo artístico de esa ciudad patrocinando a sus nativos. Y si no creen que los haya, ofreciéndoles programas de cualificación.

En ese sentido, sugiero que tengan en cuenta la necesidad de realzar los procesos de producción locales, tratando de continuar y multiplicar procedimientos relacionados con investigaciones curatoriales concentradas en la producción visual de las décadas de 1980, 1990 y 2000 (para variar la sobrediagnosticación de las dos décadas anteriores), apoyar y revisar la investigación reciente de artistas nóveles y de generación intermedia (y lograr que se publique).

En otras palabras, que reemplacen a la Secretaría de cultura que, parece, existe en esa ciudad.

Eso, creo, podría servir.

 

Agradeciendo su atención.

 

–Guillermo Vanegas