Bienales y continuidad

Llega el momento de la bienal de Sao Paulo, polémica en su planteamiento pero no menos interesante por lo que supone de análisis crítico de un fenómeno aún en expansión como las bienales.

Toda bienal que se precie tiene que analizar el fenómeno, ser consciente de que el formato está en relación a elementos externos a «lo artístico» y convertirse en una plataforma crítica para su discusión. En cada edición.

Aunque, a veces, parece que empecemos de cero. Cambian los equipos, cambian algunas caras (la mayoría no) y la voluntad de innovar predomina frente a la de generar un tejido que se sustente más allá (o antes) del evento. Y pasan cada dos años, así que la memoria aún está fresca…

La reinvención permanente de la bienal, el empezar de cero, se comprende perfectamente en un modelo como Manifesta (llegando al bonito ejemplo de la imposibilidad de realizar una edición que se cargaba buena parte de lo que significa un evento de este tipo), pero el comprender una bienal como plataforma educativa a largo plazo, entendiendo el evento como la visibilización de un proceso permanente y que no se para, está en manos de responsables temporales. Y aquí tenemos una contradicción con la que jugar. Los comisarios tienen la responsabilidad de una edición (y cobran por este trabajo y no por otras cosas) aunque se les pide que tenga incidencia en lo local (además de presencia internacional), generando bases para el trabajo en arte.

A-desk

6 comentarios

El curador brasileño Ivo Mesquita está preocupado por la angustiante situación que se repite cada dos años: los paseantes llenan el parque Ibirapuera pero no entran al pabellón donde se desarrolla la Bienal de San Pablo. Es lógico. El ciudadano común, amante de los libros, las películas y las pinturas que puede entender y que lo emocionan, no se siente para nada inclinado a creer que los mingitorios, las latas de sopa o los animales muertos se convierten en demostraciones de talento por el sólo hecho de haber sido llevados a una feria de arte. Mientras camina por las calles de San Pablo, Ivo Mesquita se mira las puntas de los zapatos y enumera mentalmente los hechos: 1) los medios de información de todo el mundo les conceden grandes espacios a las ferias y bienales; 2) los principales museos e instituciones se disputan a los grandes curadores internacionales; 3) los gobiernos nacionales y comunales les abren generosamente sus arcas y compiten para conseguir la feria más resonante y el museo más ultrafuturista; 4) hay doscientas bienales e incontables ferias de arte que ofrecen la misma mercadería conceptual; 5) sin embargo, la gente sigue refractaria, se empeña en encogerse de hombros, dice que no entiende y mira para otro lado… Lo mejor, se dijo Ivo Mesquita, es parar la pelota, suspender la acumulación de mercadería y dedicar el espacio de la Bienal a reflexionar sobre la situación. Tengo que enfocarme en el punto 5 y buscar la manera de interesar al gran público…

Al principio, la idea de Ivo Mesquita produjo cierto desconcierto en el interior de la burbuja conceptual. Le echamos flit a las viejitas, a los mendigos, a las manzanas, defenestramos los paisajes y los caballetes, celebramos la caca, los escombros y los pescados muertos, pero una Bienal vacía… ¿No será demasiado? Así pensaban muchos, pero no podían decirlo, porque la ley suprema de la burbuja conceptual es la novedad… ¿Y qué podría ser más novedoso que una Bienal vacía? Sin embargo, también son muchos los que ven la jugada de Ivo Mesquita como una apuesta demasiado riesgosa. Temen que al asociar el arte conceptual con el vacío se confirme la sospecha del gran público, que percibe esas ferias y bienales como un gran vacío recubierto de alharaca mediática y cháchara curatorial. Temen que la Bienal vacía de Ivo Mesquita sea vista como una redundancia, una suma de vacío a lo que ya estaba vacío, un salto al hipervacío.

La gente del común no está en contra de las manifestaciones artísticas contemporáneas. Conceptuar una idea y crear una obra de arte que cause cambios en la manera de pensar o racionar es uno de los principales propósitos del arte. Tampoco los materiales constitutivos de la expresión artística, que pueden ser desde desechos, hasta solo viento. Es un impedimento para que el arte cumpla su cometido y no sea solo producido para una elite que tiende a menospreciar expresiones artísticas como la pintura y la escultura tildándolas de obsoletas y ya muertas.
La gente del común esta aburrida de un arte sin corazón, sin fuerza, que solo dice algo por medio del papel escrito, pero en sí mismo es estéril y vacio. La labor del artista es entregar pensamiento, brindando herramientas que permitan al espectador discernir sobre un tema especifico. Logrando estimular los sentidos de una forma contundente hacia aquello que se pretende comunicar.

La idea de debatir en torno al vacío creado vacío es contadictoria y riesgosa. Como vemos el vacío es llenado por quienes menos imaginamos. Si los artistas imaginan que ausentándose crearán la nostagia y deseo por sus obras están equivocados. Es verdad que la gente está preocupada en otros motivos y estos debería formar parte del repertorio de las creaciones de arte.

Los grafiteros (pixadores) no tenían más que plena razón de ocupar muros vacantes, dentro o fuera de un museo.
Ahora más que nunca el debate en torno al arte público esta vigente y no deberíamos dejarlo en manos de los medios de comunicación.

Quisiera anotar algo que sospecho hace tiempo:

Adictos al vacío… extrañas consecuencias y flagelos del capitalismo salvaje.

Los desórdenes alimenticios para mí son una clara materialización de la «enfermedad» que padecen las instituciones del arte, específicamente en colombia. Susan Sontag en «la enfermedad y sus metáforas» había usado la enfermedad como un símbolo para explicar e interpretar … ahora yo le agrego una enfermedad: la anorexia; una adicción al vacío. Las instituciones del arte hoy sufren de anorexia. De manera extraña vive en ellas un dictador (que son ellas mismas- sus directivos, curadores, los artistas contemporáneos…) que dictan en una especie de super ego, que todo lo que hacen y han hecho está mal… que todo las «engordará» (engordar de significado) que esto es arte, que esto no lo es; y que es hora de hacer algo realmente, REALMENTE significativo. Paradójicamente la barbaridad, el show, la nada entonces, resultan de esta enfermedad. ¿O se nos olvidan las nefastas barbies del mambo?

Ahora, con la crisis económica mundial… mas que nunca veo que nada es capricho en el arte. Y que el vacío realmente… es la droga de la cual nos hemos hecho adictos.

Sofia Fox – crítica de arte

EL VACÍO DEL GRAN PUBLICO

Aunque suene desagradable: EL ARTE, -el verdadero arte- és, ha sido y será siempre, una labor realizada para una élite.
Una serie de actos con consecuencias, no siempre materiales; y que da como resultado, una toma de consciencia en lugares o aspectos donde no la teníamos. Una luz en las tinieblas.Ésta es la definición en la que creo.
Toda tentativa de popularizarlo y conseguirle un numeroso, un gran público; estará sin remedio condenada al fracazo, de inmediato o más tarde, porque la poesía (el espíritu del arte), difícilmente se percibe; y ello ocurre, no porque así lo deseemos; sino porque a la vanguardia intelectual y espiritual no la puede entender de inmediato la generalidad en su momento, sino más tarde. Le ocurrió al Greco, le ocurrió a Pontormo; le ocurrió a Kafka. Le ocurrirá a muchos más.

Es, no un capricho; sino la deducción de una simple observación: ése gran público que en San Pablo
o cualquier otra feria del mundo, (de hecho, Feria, es un evento para la masa, desde allí hay un error), sólo se acerca a ver el alboroto, porque los medios lo anuncian, de la misma forma que van a un almacén a ver cualquier cosa. Como moscas, revolotea alrededor de ésa miel que un conocedor saborea,
-diferenciándose el último así de ella-; mas no consigue entender, cuál es el gusto que aquel obtiene allí. No busca en esos lugares lo que el conocedor busca. Ésa masa, busca espectáculo. Entiende los conciertos de un cantante popular, de un deportista famoso; sabe maravillarse ante la presencia de una celebridad del tipo Hollywood o de la T.V.; y eso no está mal, porque es lo que la masa puede entender: el sabor masivo, el gusto masivo.

Hay un error: es el de querer que a una gran mayoría seduzca aquello que a la élite seduce, cuando esto no puede ser así, porque entonces fracazaría

Es necesario explicar que esta élite; lo és en virtud de su sensibilidad y entendimiento del mundo, del mundo del arte en particular. No es una élite hereditaria ni de naturaleza económica, ni racial ni de credo: es una aristocracia, pero de orden espiritual (como originariamente se entendía al aristócrata); por tanto, sin haber nacido burgués -porque aún no podemos prescindir del dinero-, es posible acceder a tal aristocracia: en el fondo, de cada quien, depende la cantidad de tiempo que a una afición dedica; lo prueba el hecho de que, la masa en general, dedica más horas a ver la telenovela, que a leer un libro, por ejemplo; y si no depende de cada quien, entonces queda claro que no todos poseen la capacidad necesaria para darse ése tiempo.

Esto que ocurre, no es nada más que la consecuencia lógica del intento por democratizar el arte; pero está verdaderamente desorientado, quien cree a pie juntillas en la democracia, como una forma de gobierno en la que cualquiera puede llegar al poder político y gobernar, y en la igualdad de los hombres.

Tampoco todo es malo en ese sistema de administración llamado democracia, pues gracias a que hace ferias de esta naturaleza (para convencer de su bondad), el aristócrata nacido no burgués, puede acceder al arte. Es, sin embargo, errado designar estos eventos, Feria, insisto; por lo demás…

¡¡¡Bienvenida esta situación de Sao Pablo!!!

¡¡¡Caiga un poco el simulacro democrático!!!

¡¡¡Viva el arte, aunque la vida cese!!!

En los comentarios anteriores, escucho quejas sobre la falta de interés del público común en el arte y que esto genera «anorexia» artística, esa comparación me agradó bastante, los espacios creados para el arte se convierten en niñas caprichosas que tienen un desorden mental y alimenticio que hace que se vean a si mismas hermosas al no nutrirse de lo que las podría hacer realmente bellas ante los ojos de cualquier ser viviente o por lo menos humano, el arte se nutre de las sensaciones ajenas, pero son mas atrayente aquellas que nos impactan pero no nos asquean (en su mayoría), creo que el reto para aquellos valientes es enfrentar esta anorexia y nutrirse, es mucho mas fácil asquear que deleitar, por mas marco teórico que recubra a un bollo de mierda este no deja de ser solo eso: un bollo fácil de conseguir, pero lograr una «belleza» que deleite a mas de uno, eso requiere un rato mas de concentración y trabajo, se podría hablar de pasar de la teoría a la táctica e impactar con algo realmente fuera de lo común, me encantaría encontrar una obra que dentro del marco conceptual actual maraville por igual a grandes, chicos, élite anoréxico-artística y seres humanos normales con sentidos ávidos de ser maravillados mal llamados público común.