Cuando el público determina el destino final de la obra de arte
1.-Mi reciente participación como «invitado especial» en la Décima Bienal de la Habana resultó muy acontecida. Comparto con el lector mi propuesta original: Coexistir con la artista cubana Tania Bruguera, cada cual con su performance, ocupando en simultaneidad los dos patios del legendario Centro Cultural Wifredo Lam, e invitar al público a que transitara contínuamente entre ambas obras de arte viviente y que incluso participara activamente en ellas. Mas que una colaboración se trataba de un acto de coexistencia y sobreposición artísticas entre dos colegas que se admiran y se quieren. Nuestras estéticas son distintas, la de Tania más conceptual y sobria, mientras la mía es más «exhuberante» y «neobarroca» como dicen los críticos. Lo que compartimos es que ambos vivimos parte del año en un tercer país, EU (ella en Chicago y yo en San Francisco), con el cual tenemos una relación ambivalente to say the least. También compartimos una existencia transhumante de artistas nómadas y deambulamos back and forth entre el performance y la pedagogía.
2.-Llegué a la Habana directamente desde Miami en un pintoresco vuelo charter llamado «Xael» acompañado de mi colaborador chicano Roberto Sifuentes, de mi mujer, la curadora colombiana Carolina Ponce de León y de docientos cubano-americanos que regresaban agitados, muchos por primera vez, a visitar a sus parientes del otro lado del espejo.
En el espíritu de internacionalismo «x-centris» característico de mi arte, formamos un equipo de trabajo verdaderamente fronterizo: los «performanceros» eran chicanos y cubanos; la curaduria y el patrocinio, canarios; los videoastas, un oaxaqueño y un canario; y los técnicos españoles y cubanos. Podríamos titular a la tropa «chicubanaria». En los últimos dos días incluso se integraron un santero y un maestro acupuntor, también cubanos. El arte del performance era nuestra lingua franca y el leit motiv, nuestro deseo de establecer conexiones transfronterizas laterales y continuar bocetando una nueva cartografía artística (en este caso, chicano-cubano-canaria) congruente con nuestros plateamientos teóricos y políticos.
3.-Llovía con esas gotas gordas del Caribe. El público comenzó a llegar al espacio dos horas antes. En el patio interior se ubicaba la propuesta de Tania, «El susurro de Tatlin # 6,» que consistía en un elegante podio con micrófono ante una gran cortina de terciopelo color ocre que caía desde el balcón del segundo piso. Se le invitaba al público a tomar uno por uno el micrófono y » hablar sin restricciones» durante un minuto. Dos artistas vestidos en traje militar flanqueaban al participante y antes de tomar el micrófono se le colocaba en el hombro una paloma entrenada, como una reminiscencia del primer discurso de Fidel.
En el patio trasero, más amplio y crudo, se ubicaba mi propuesta titulada «Corpo Ilícito.» Mi tropa ocupaba cuatro estaciones: En una, un acupunturista le colocaba ritualmente 40 agujas (cada cual con una banderita de un país distinto de las américas) a una mujer mestiza que yacía desnuda sobre una cama quirúrgica, mientras en otra estación una jóven historiadora del arte bañaba y rasuraba el cuerpo del «emigrante continental.» En una tercera estación -un altar construído por el santero- se pedía a los hombres «caucásicos» (los extranjeros) que le lavaran tiernamente los pies a una hermosa mujer negra ataviada como hija de Yemayá. Mientras todo esto sucedía yo recitaba desde la cuarta estación un poema épico en espanglish sobre la cultura de la violencia en Latinoamérica. Eventualmente, algunos miembros del público le extraían las banderas a la mujer/territorio mientras otros escribían sobre la piel/texto del emigrante una poética del futuro.
Ambos proyectos invitaban al público a ejecitar ritualmente sus músculos cívicos y a colaborar en el destino final de la obra. Se planteaban como laboratorios efímeros para ejercer una suerte de democracia simbólica, imperfecta y radical, la que propone el arte del performance, la que tanto nos atrae y a todos incomoda.
3.-Lo que mis colegas y yo desconocíamos por completo es que en el patio interior acontecía un evento insólito: después de presenciar varios testimonios conceptuales y poéticos de artistas y curadores de muchos países, de repente, varios miembros del público, se apañaron del micrófono para expresar opiniones críticas en contra del gobierno, la censura, y la bienal. La Caja de Pandora de sentimientos extremos habia sido destapada por obra y gracia del performance y los demonios poscoloniales bailaban frenéticamente y a sus anchas por el patio. Inevitable? Necesario? No lo se. Hubo premeditación por parte de los agitadores -un libreto anticipado, o se trató de un gesto visceral inspirado por el momento? La neta, no lo sé.
La controversia no se hizo esperar. A la mañana siguiente, comenzaron a circular por los fluidos del ciberespacio, decenas de blogs, cartas, crónicas y videos en apoyo o en contra de la propuesta de Tania. Mucho de este material ya lo habrá leído el lector y creo innecesario repetirlo o citarlo. Lo cierto es que días después, al regresar a San Francisco, mi correo electrónico estaba saturado: Periodistas, curadores y artistas me acosaban. Me pedían que por favor asumiera una posición clara ante «la controversia» y yo, sin poder localizar a Tania para coordinar una respuesta conjunta, decidí no hacerlo de inmediato. Preferí esperar y reflexionar.
4.-Ante esta telaraña de complejidades éticas y políticas, quisiera finalmente expresar mi posición que, como toda mi obra, es multi-contextual pués desconfío de las posiciones binarias y simplistas. Estoy con Tania 100%, porque siempre estoy del lado del artista que es congruente con su obra. Estoy con el curador canario Orlando Britto-Jinorio, el gestor principal del proyecto, por apoyar con valentía una propuesta curatorial tan atrevida. Estoy con el Wifredo Lam y con la directiva de la Bienal por haber aceptado el proyecto de Tania desde el momento en que ella lo propuso, por tolerar (sin ejercer ningún tipo de censura) a los demonios que surgieron de la Caja de Pandora del performance y por haberle otorgado un espacio central al arte viviente. A menudo, en las bienales internacionales el performance ocupa espacios secundarios y liminales. Pero al igual que Orlando Britto-Jinorio, «estoy en contra de la ingerencia de los extranjeros en el debate: Estoy a favor de la libertad de los pueblos para decidir su propio futuro; a ser ellos quienes puedan resolver sus contradicciones, y sobre todo estoy en contra de la injerencia de los estados en otros estados, en contra de los bloqueos inmorales y en contra de la doble moral, muy arraigada en Occidente.»
En cuanto a aquellos que utilizaron la propuesta de Tania -un espacio abierto, sin restricciones, ni discriminación- para exteriorizar sus opiniones extremas, que puedo decirles: Carnales, nos aguaron la fiesta: La dichosa «controversia» redujo la complejidad de ambas obras a un «escándalo político», y prácticamente eclipsó a mi obra, «Corpo Ilícito,» que la neta, no tenía vela en ese entierro. Pero acepto una responsabilidad parcial al haber sido yo el instigador de este «dueto» y como tal asumo las consecuencias. Sólo espero que entre las posibles repercusiones, no se vean afectados otros artistas del performance en bienales futuras.
Tengo la confianza de que las llamas del escándalo se extinguirán muy pronto y la distancia temporal nos permitirá recuperar la posibilidad de un análisis más complejo y meticuloso de la obra.
4.- La segunda parte de nuestro proyecto se llevará a cabo el próximo mes de agosto en Bogotá. Me gustaría proponerle a Tania el título de «Coexistencia peligrosa». A ver como nos va en un país como Colombia que paradójicamente posee una de las comunidades artísticas más originales de latinoamerica y al mismo tiempo un gobierno de derechas que sobrevive solitario, junto al mexicano, en la nueva cartografia «multi-polar» de nuestro continente.
Guillermo Gómez-Peña
-Ciudad de México
13 de Abril del 2009
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