Art Basel y la Bienal de Venecia coinciden cada dos ediciones en el tiempo pero, también, en muchos más elementos. Resulta evidente que las distancias entre ferias y bienales empiezan a ser poco claras. Venecia está marcada por su forma de (no) financiación propia. Art Basel necesita de trabajos conceptuales para seguir siendo puntera dentro del universo de las ferias. En la edición actual de Art Basel, muchos de los trabajos presentados se preguntan sobre el entramado artístico, sobre la práctica, sobre los procesos… Elementos que bien podrían tratarse en un contexto bienalístico.
Un artista recibe el encargo de hacer un vídeo sobre Zuidplein, un centro comercial bastante degradado ubicado en el sur de Rotterdam. Nada más llegar, el artista, Erik van Lieshout, empieza a hablar de manera casual con los habituales del lugar: jubilados que van allí a pasar el rato, vendedores, clientes, jóvenes en paro, agentes de seguridad, gerentes… para, a continuación, ocupar una tienda vacía con una propuesta que nada tiene que ver con la línea del centro y en la que se muestran desde una amalgama de restos diversos de plásticos, envases u hojas secas, hasta imágenes gigantes del controvertido político, asesinado en 2002, Pim Fortuyn o del arquitecto holandés Rem Koolhaas. A lo largo de 49 minutos van apareciendo diversos temas: la desconfianza que genera el arte en un entorno con otras problemáticas, la facilidad con la que los medios de comunicación ridiculizan cualquier inmersión del arte en la vida real, la diferencia entre la cercanía del diálogo personal y la reacción que provoca la instalación artística, las declaraciones de los profesionales del arte que ven con preocupación el perfil de artista que se está convirtiendo en predominante (con una agenda llena de citas y sus iPhone o iPad cargados con todo el repertorio de imágenes necesarias para enseñar los trabajos) y, sobre todo, ese final en el que el gerente del centro hace pasar al artista a su despacho, para elogiar su carácter de «joven activo y emprendedor», que no puede ser tomado en serio debido a su condición de artista.
El propio van Lieshout ha afirmado en alguna ocasión que «Commission», el título de este vídeo, es su comentario sobre la pobreza en el ámbito socio-político y también en el artístico. «Comission» se ha presentado en Art Unlimited, la sección de Art Basel que acoge propuestas artísticas sin limitaciones de espacio. No deja de ser curiosa, en estos días en que con una semana de diferencia hemos asistido a la inauguración de la Bienal de Venecia y de Art Basel, la evidente imprecisión al utilizar la denominación feria para Basel y bienal para Venecia, en cualquier caso sería más apropiado denominarlas «ferienal». Un ejemplo: en el proceso de selección para participar en Art Unlimited las galerías proponen un proyecto de un artista y el comisario de la sección, Simon Lamunière (responsable de las últimas doce ediciones y que este año se despide) realiza, junto a un comité, la selección final. En el caso de la exposición central de la Bienal de Venecia, el comisario, la suiza Bice Curiger este año, define la idea de la bienal y selecciona e invita artistas. En la práctica, el hecho de contar con presupuesto cero por parte de la bienal hace que sean las galerías (o las instituciones oficiales de acción exterior de cada país) las que financien las diferentes participaciones y (así lo parecía este año) seleccionaban el trabajo que creían más conveniente (y no necesariamente por motivos curatoriales).
En Art Basel también se habló de esto. Una de las «Basel conversations» giró entorno a la idea de Privado/Público o «How museums will be able to collect?» ¿Dónde están los límites del intervencionismo cuando los museos ven reducido sus presupuestos y los coleccionistas privados ofrecen sus colecciones aunque no sin condiciones? Otro ejemplo: hace un mes el SFMoMA hizo públicos sus planes de ampliar su edificio para albergar unas mil piezas de la colección Fischer, generosamente depositada en el museo, aunque con la condición de que al menos el 75 % de las obras que se expongan en esta parte del edificio provengan de dicha colección. Otro dato: cada vez más, también son las propias galerías las que financian importantes catálogos de artistas en proceso de consolidación que requieren un gran esfuerzo, tiempo, investigación y, por supuesto, financiación.
Art Basel no es sólo una feria de arte que dura cinco días sino que compartiendo agenda con Venecia y, periódicamente con Documenta e incluso con el Skulptur Projekte Münster, es un baremo de hacia donde marca la brújula del arte tanto en términos comerciales como discursivos. Art Basel tiene secciones como Art Statements, en la que tienen cabida galerías jóvenes que presentan un sólo artista; Art Feature que es la puesta de largo de galerías jóvenes que acceden a la sección oficial e incluso otras ferias paralelas con las que establece relaciones como Liste. Asimismo la ciudad de Basilea se viste de contemporaneidad (damos fe de que no es así el resto del año) al llenar sus museos y centros de arte de propuestas más arriesgadas, como Henrik Olesen en el Museum für Gegenwartskunst, o Francis Alÿs en colaboración con Schaulager que presenta su proyecto «Fabiola» en la Haus zum Kirschgarten, por citar dos ejemplos.
Además de trabajos históricos (sin mencionar ya la parte de arte moderno) de James Turrell, Dan Flavin, John Baldessari o Daniel Buren siempre con cita anual en Basel, destaca en esta 42 edición de la feria toda una línea de trabajo más analítica que reflexiona sobre la propia práctica artística. Mencionábamos a Erik van Lieshout, y también a Mario García Torres, con su carta de solicitud para el puesto de director de la Kunsthalle de Berna en forma de pase de diapositivas y en la que se manifiesta interesado por unirse a una institución tan emblemática gracias a Harald Szeemann, dado que su trabajo consiste en discutir las estructuras que hacen posible el arte. Matthew Buckingham establece complejas relaciones entre artista, obra y espectador a partir de un retrato del siglo XVI de la artista Caterina von Hemessen y Mark Leckey presenta una conferencia en forma de videoinstalación en la que imágenes y narración generan una suerte de automatismo no muy lejano al funcionamiento del sistema del arte.
En cualquier caso, lo que subyace en estos discursos es la fragilidad cuando no precariedad que acompaña a la práctica artística. Y, en ese sentido, llama la atención la presencia múltiple de Hans-Peter Feldmann, no sólo en Art Unlimited sino también en diversas galerías. Feldmann, que durante diez años dejó el circuito artístico para abrir una tienda de recuerdos, curiosidades, objetos de segunda mano y antigüedades en Düsseldorf, decidió al volver definir él mismo las reglas del juego, colaborando con numerosas galerías, sin ninguna representación en exclusiva, y sin limitar el número de copias o ediciones de sus trabajos a priori, sino dejándolas totalmente abiertas. Con distancia y total soberanía, la actitud de Feldmann evidencia las contradicciones de un sistema, el del arte, que a veces opta por la exclusividad o la opacidad para esconder sus propias inseguridades.
Montse Badia
publicado por A Desk*