En facebook los parlamentos de la conversación surgen desde distintos puntos geográficos y se hacen simultáneamente presentes para todos los participantes habilitados de acuerdo a las esclusas previstas por una base de datos. El diseño de esa base de datos es el organismo rector de participación, y sus cualidades son la expresión de los criterios editoriales de sus diseñadores. La conversación adquiere las características de un juego en donde la interface regula los movimientos de cada pieza de texto. El elemento más importante son las piezas textuales en tanto permiten el cambio de estados del juego, y quien las genera, en el extremo final de las redes, bien podría recibir el nombre de insumo terminal. La abundancia de conexiones permite hacer de cada extremo de la red un insumo provisional, prescindible, y por ello, lo lanza a la condición terminal. En presencia de abundante insumo terminal, las piezas de texto avanzan en la base de datos, articulando una sucesión de estados inéditos e infinitos que otorgan al juego su desarrollo infinito.
La estructura de este texto excede la simulación que se intuye sucede en la escritura de una obra de teatro en la que un autor (con frecuencia único, el autor de nivel cero) se hace pasar por diferentes personajes, finge un autor para cada personaje, o adopta la función de fingir un ser humano distinto para cada uno de los personajes -cada una de estas ficciones en el papel de autor de sus propios parlamentos (o acude a disociarse en una ramificación más corta o más extensa en cualquier combinación de personaje/autor como lo requiera el guión de la obra de teatro o lo permita la capacidad de desdoblamiento del autor de nivel cero). Las ficciones de la escritura en red: el jackeo, el autojackeo, la suplantación, autosuplantación y la posibilidad de la supresión real o jackeada de la palabra que ha sido emitida. Conocer estas estrategias es adaptarse al juego en uno de sus estados provisionales.
El texto colectivo de facebook -o juego- confunde al observador con la ilusión de superar en su mecanismo inmediato y en el diseño de su acontecer todas las ficciones anteriores dedicadas al autor de nivel cero; no sorprende el que no necesariamente culmine en la generación de textos que vistos como guiones de obras de teatro resulten interesantes cuando se juzgan desde fuera del territorio y de las convenciones de la base de datos: el consenso generalmente se establece en torno a lo trivial; la red lleva al extremo de la representación realista y del acontecer instantáneo el mecanismo interior del desdoblamiento y de la fragmentación del autor en ficciones autónomas, y lo exterioriza exhibiendo el proceso de escritura del guión de una forma tal que logra exceder cualquier forma de simulación del desdoblamiento pero que también deja abolido cualquier elemento de cohesión que no sea la obediencia a los mecanismos de registro de los que pudiera desprenderse una intencionalidad. Pierde toda condición erótica en su acontecer descarnado. Lo que sucede en cada extremo terminal de las conexiones de la red queda registrado únicamente en su manifestación externa y aparente como un registro nuevo en la base de datos. Tal vez, utilizado con un plan previo, pueda escribirse una obra literaria verdaderamente colectiva utilizando una berma para esta interface (de manera no fortuita, y en la penumbra de una forma deliberada). Tal vez el juego nos obliga a aceptar la apuesta por el texto que sucede en el puro acontecer de la interacción no subordinada; sin embargo, esa apuesta está sucediendo permanentemente bajo la vigilancia de un férreo control e intervencionismo electrónico en donde el primer control es el juego en sí, estar abocado a jugar en el juego, no tener opción; pérdida de opción que al igual que en una cárcel es el equivalente a la pérdida de privacidad.
El autor de nivel cero que se bifurca en nuevos autores o en nuevos personajes o ficciones más complejas verá juzgado su papel como ficción unificadora en un texto final y en los efectos que produzca el guión en otros autores potenciales que él mismo no logre simular. En el juego de la base de datos, sucede la desintegración de este autor de nivel cero.
Lo que caracteriza a facebook tal vez sea no la posibilidad de esa mímica realista, automatizada y torpe de la disociación y fragmentación del autor de nivel cero -en donde cada insumo terminal podrá ser eventualmente reducido a una manifestación de software-, no la posibilidad de suplantar y la potencialidad para abolir definitivamente la figura del autor de nivel cero, -es decir, no se caracteriza por la posibilidad de la construcción de un texto colectivo-, sino por la posibilidad de editar retrospectivamente -de avanzar en un proceso editorial inédito que consiste en el ejercicio de un control editorial reverso– cualquier conversación en la que se haya participado, eliminando los parlamentos que se han escrito y dejando invisibles los registros a la lectura de los otros, con un fantasma recuperable exclusivamente para los adminstradores, editores del sistema de esclusas. No, no se caracteriza por la posibilidad de la construcción del texto colectivo que tanto se promueve desde el contexto político idealizado de una libertad de expresión, tanto como por la posibilidad de su destrucción y su potencialidad para hacer derivar textos acabados a lugares incomprensibles a partir de la intervención de un proceso editorial reverso. Se participa en el juego de la edición, la censura, la autocensura y la edición inversa o a posteriori.
Los registros faltantes de la conversación producen -probablemente- el rasgo más característico que encierra la conversación en facebook; se asemeja mucho a los documentos de Estado que son liberados a la opinión pública donde hay párrafos enteros censurados bajo una tinta negra indeleble capaz de ocultar todo vestigio del texto original; solo que en esa forma de ocurrir de la censura es siempre evidente la existencia de una pieza de texto ausente, de una influencia que irradia fuerza expansiva en dirección a las piezas vecinas del tablero. En la esperanza de una traza detectable que pueda reconstruir lo que ha sido destruido, se define una nueva forma de lectura que se mueve en el juego de las predicciones, de lo conjetural, una lectura reversa predictiva. La ausencia de un registro recuperable de lo que ha sido mutilado deja abierta la oportunidad de recuperar lo ausente desde la predicción temporal, abre el espacio para el ejercicio permanente de una lectura conjetural y provisional, susceptible de ser siempre actualizada y modificada a cada nuevo instante, con cada nueva conjetura sobre la forma definitiva del fragmento invisible que hace de la lectura bajo la expectativa de la certeza una experiencia permanentemente pospuesta a futuro, brindando únicamente una completa ausencia de certeza sobre lo que estuvo escrito y sobre la posibilidad de leer. Es el juego que está siendo jugado.
Dado que pueden existir una infinidad de oportunidades de mutilación que pueden potencialmente pasar de manera totalmente inadvertidas, nunca tendremos la certeza de que la certeza de la lectura no sea otra cosa más que un estado transitorio. Lo que ofrece la interface de la exacerbación de la comunicación es la ruptura de la certeza, y tal vez se acerca a la posibilidad de una total destrucción de cualquier forma de comunicación.
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Pablo Batelli
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