Documenta 12, la exposición quinquenal de arte contemporáneo, abrió sus puertas al público el 16 de junio en la ciudad de Kassel, Alemania, luego de una prolongada espera y expectativa creada en torno a su estrategia innovadora y el secreto en torno a los nombres de los artistas participantes. El director artístico Roger Buergel intenta llevar la exposición a una nueva plataforma en la que la exposición no es en sí un espacio de representación, sino un formato de producción que se extiende en tiempo y espacio.
Aunque el concepto de Buergel ha sido criticado debido a su negativa a revelar los nombres de todos los artistas participantes, la expectativa y la incertidumbre ha ido en aumento pues hay noticias de que la exposición incluye a creadores que no necesariamente se expresan a través de las artes visuales, como es el caso de Ferrán Adriá, el chef catalán de fama mundial y, en contraste se han filtrado nombres de artistas como la polémica Marta Rosler, conocida por sus relecturas de la imagen mediática, la guerra y el consumismo, o del cineasta canadiense Mark Lewis.
La Documenta 12 ha basado su estrategia en una red de colaboradores editoriales extendida por todo el mundo y un comité de asesores que ha trabajando alrededor de tres cuestiones: ¿Es la modernidad nuestra antigüedad?, ¿qué es la vida? y ¿educación para qué? Siguiendo la tesis didáctica de la exposición, el programa educativo que la acompaña está diseñado para motivar al público a poner en juego sus propias experiencias estéticas e intelectuales en el acercamiento a la obra.
La primera de las tesis tiene que ver con la doble actitud que existe hoy en el arte visual hacia el concepto de Modernidad. Hay artistas que basan su trabajo en el rechazo de los paradigmas modernos (la subjetividad, la novedad, la originalidad, el progreso), mientras que hay otros que producen arte basado en el desarrollo de ciertas tesis modernas no del todo exploradas o enunciadas. La segunda tesis se explora la relación del arte con la realidad, con la identidad, con el interminable dialogo entre arte y vida, entre imagen y sociedad, pensamiento y tiempo. La tercera tesis tiene que ver con el futuro del arte y con las formas en qué este se presenta, ya sea en museos, galerías, eventos comerciales y en los espacios cotidianos. El arte tiene que luchar para garantizar su existencia en un entorno cada vez más dominado por tecnologías de la imagen y estrategias mercantiles que parecen acotar sus significados. La tarea del arte dentro de la educación y la comprensión de nuestros valores es algo que preocupa especialmente a la Documenta de Roger Buergel.
Mientras la Bienal de Venecia es un evento que destaca las participaciones nacionales de los países invitados, con un pabellón central que es una mezcla de arte globalizado, la Documenta 12 pretende explorar durante cien días los temas identificados por un comité editorial, integrado por 140 miembros, un equipo de más de 50 educadores y un comité de asesores que debatirán sobre los tres temas fundamentales frente al público visitante. De manera que no solo se trata de exponer obras de arte, en el sentido estricto, sino también de crear experiencias, como las del artista Sakarin Kure-on, quien plantó un campo de arroz en las inmediaciones del parque donde se sitúa la Documenta o las de Ricardo Basabaum, que viajó por todo el mundo para preguntar a la gente de la calle si deseaban participar en una experiencia artística. Siguiendo la idea de Joseph Beuys –uno de los más activos participantes de las ediciones anteriores de la Documenta- sobre la escultura social, la experiencia de Basabaum consistió en dejar prestados en hogares de tres continentes decenas de objetos de aluminio difíciles de utilizar o de acomodar, con la intención de crear un reto para los que alojaron dichos objetos en sus casas.
Por último, para enfatizar las tres tesis de la exposición y la experiencia de las obras y de las ideas de los participantes en la exposición, 50 educadores de arte se encargaron de diseñar actividades, tales como comidas y discusiones con los artistas, presentaciones de videos, y recorridos guiados, que tienen como objetivo lograr una inmersión total en la respuesta de las cuestiones planteadas.
La estrategia de difusión de Buergel apunta al desmontaje del aparato mercadotécnico frecuentemente ligado a las bienales, específicamente a la promoción y la autopromoción de los artistas y sus obras. Pero ante esta política de secreto, surge la incertidumbre sobre lo que será un evento de esta magnitud sin generar expectativa respecto a las propuestas. La moneda está en el aire y quedan solo unos cuantos días para descubrir la sorpresa, ¿será esta otra Documenta prescindible, asimilable a los demás eventos globales o podrá refundar el discurso de las artes del nuevo siglo?
José Manuel Springer