Exhibiciones de progreso

Las limitaciones económicas hicieron que el hierro no se utilizara, por lo que finalmente los pabellones se construyeron en madera y cemento, simulando en lo posible las modernas estructuras metálicas de las Exposiciones Universales europeas que, guardadas las proporciones, pretendían emular…

Pabellón de Bellas Artes, Exposición del Centenario. Bogotá, 1910.

Desde inicios del siglo pasado, el Parque de la Independencia y sus alrededores, se constituyeron como el espacio de representación de los símbolos de modernidad a nivel local. Era el límite norte de la ciudad, el lugar de su futuro, de sus sueños, donde ya se habían concretado algunos signos de progreso como lo eran la fábrica de cerveza Bavaria, equipada con la más avanzada tecnología; el Panóptico Nacional, dotado con los últimos adelantos en materia de seguridad; planificados e higiénicos barrios obreros como La Perseverancia, parques con atracciones mecánicas y el famoso Salón Olympia, en el cual se proyectaban las últimas producciones de ese nuevo arte para todos los públicos: el cine.

El parque debe su nombre a que allí se celebró el centenario de nuestra independencia de España con la Exposición Nacional del Centenario que, como lo afirma el historiador Fabio Zambrano, constituyó una “contundente declaración de modernismo”.

Se propuso inicialmente la construcción de cuatro pabellones de exhibición con materiales decididamente modernos como el hierro y el vidrio, los cuales servirían para presentar a la ciudad los últimos avances de la industria y el arte nacional. Las limitaciones económicas hicieron que el hierro no se utilizara, por lo que finalmente los pabellones se construyeron en madera y cemento, simulando en lo posible las modernas estructuras metálicas de las Exposiciones Universales europeas que, guardadas las proporciones, pretendían emular.

Recorrido por la Exposición Nacional de Artes. Animación de Pablo Castillo.

En el Pabellón de Bellas Artes tuvo lugar la Exposición Nacional de Artes (que podemos “recorrer” gracias a esta magnífica animación del arquitecto Pablo Castillo, quien reconstruye su interior), la cual constituyó todo un esfuerzo por ofrecer un panorama de las artes plásticas en el país, tal y como sucederá posteriormente con aquellas exposiciones igualmente panorámicas que son los Salones Nacionales.

Así mismo, este evento produjo un espacio ceremonial que, a través de festejos y rituales, buscaba “poner en escena” el progreso y la modernidad del país, afianzar el ideal de nación e impulsar la voluntad civilizatoria desde el Estado y la élite local: hubo procesiones y desfiles, actos oficiales en recintos cerrados, apertura de un Museo de Ciencias en el Instituto de la Salle, inauguración –con sus respectivas ceremonias, condecoraciones y discursos- de veinte bustos y estatuas de próceres de la independencia en distintos parques y plazas de la ciudad.

El artista Andrés de Santamaría –quien ocupaba la dirección de la Escuela de Bellas Artes- hizo parte de la Comisión de la Exposición del Centenario y tuvo a su cargo la organización -y selección de artistas- de la muestra del Pabellón de Bellas Artes. En ella se expusieron aquellas obras sintonizadas con los movimientos artísticos que se venían presentando en Europa desde finales del siglo XIX. Cada artista participó con más de veinte trabajos entre pinturas y esculturas.

“Ante el Pabellón de Bellas Artes, que fue invadido por la concurrencia ansiosa de contemplar las obras de arte exhibidas, formaron dos batallones del ejército, con sus oficiales y sus banderas, una fila decorativa que ayudó al lucimiento del acto inaugural. El sacerdote, doctor J. M. Marroquín, pronunció el discurso de estilo con lujo de elocuencia, y trató sobre el valiosísimo papel que en un pueblo con aspiraciones a un alto grado de civilización, tienen el cultivo de las bellas artes y la costumbre de las exposiciones.” (*)

Kiosco de la Luz. Parque de la Independencia. 2007.

Salvo el Kiosco de la Luz (restaurado el año pasado), todos los pabellones fueron desmantelados años después de la Exposición del Centenario. Algunos de los monumentos permanecieron, otros fueron reubicados, como fue el caso de La Rebeca, trasladada hacia la carrera 13, y el templete con la estatua de Bolívar, que al construirse la avenida 26 fue desplazado a la carrera 3ª con avenida Jiménez.

En las inmediaciones del parque donde se celebró hace casi un siglo el futuro de la ciudad, se construyeron posteriormente otras obras que, en su momento, fueron símbolos de su progreso urbanístico y cultural, como la Biblioteca Nacional, la avenida 26 -que lo atravesó-, el Centro Internacional, el Planetario de Bogotá, el Museo de Arte Moderno, las Torres del Parque y la torre Colpatria.

Jaime Iregui

 

publicado originalmente el 20 de febrero de 2007 en Pensar el museo

[*] Tomado de El Gráfico, Serie I, 31 de julio de 1910.

Animación de Pablo Castillo. Cortesía del Museo de Bogotá.