Estado de excepción y Arte de la Censura. Una reflexión sobre Arte Y Poder en tiempos de pandemia

Un arte de la censura es un arte de la suspensión del arte. El artista ha sido llamado a declinar su arte. A manifestar su arte como un juego contra el poder. Ha sido llamado a abandonar su arte para jugar ese juego de un arte que necesariamente debe ser suspendido por ese juego con el poder.

“En el campo de tensión de nuestra cultura actúan dos fuerzas opuestas: una que instituye y pone y una que desactiva y depone. El estado de excepción es el punto de su máxima tensión y, a la vez, lo que al coincidir con la regla hoy amenaza con volverlos indistinguibles. Vivir en el estado de excepción significa tener la experiencia de ambas posibilidades y aún así intentar incesantemente, separando en cada ocasión las dos fuerzas, interrumpir el funcionamiento de la máquina (la máquina biopolítica) que está conduciendo a occidente hacia la guerra civil mundial”.

Estado de excepción, Giorgio Agamben

Un arte de la censura es un arte de la suspensión del arte. El artista ha sido llamado a declinar su arte. A manifestar su arte como un juego contra el poder. Ha sido llamado a abandonar su arte para jugar ese juego de un arte que necesariamente debe ser suspendido por ese juego con el poder.

El arte de la censura inaugura una zona problemática en que el arte ha trocado su poder y su libertad a cambio de ese juego contra el poder.

El arte de la censura no está dentro ni fuera del arte.

El arte de la censura ha dejado de ser arte para pasar a ser censura. El mismo es la censura. El mismo en consecuencia es el juego a que ha sido llamado por el poder, operando la clausura del arte. La obsolescencia de un arte que ya no tiene lugar a no ser ese juego siniestro que ha pasado a ocupar como manifestación de la pseudo libertad.

La censura sería un estado de excepción en que el arte se encuentra interferido por el juego del poder. Sin embargo esta interferencia contamina la idea misma de una temporalidad suspendida para pasar a ser toda la temporalidad que quiere interferir el poder.

El arte de la censura es la expresión de una arte en los tiempos de totalitarismo político. De economía política.

Todos esos tiempos van creando una arte de la censura. Una mentalidad autocensurada.

La mentalidad totalitaria es la mentalidad de la censura de toda expresión.

En ella sobrevivirá como expresión sólamente un arte que ceda a la provocación. Al poder como provocación.

De tal manera que el censor ha creado un arte a la medida de sus necesidades de cooptación. Política.

Fuera del arte de la censura estarían los tiempos del arte violento. Del arte en estado salvaje que es preciso reprimir.

Precisamente a través de un arte de la censura.

Un arte de la censura elimina el estado de un artista por fuera de la ley de censura.

Elimina en consecuencia todo lo demás.

Reduce toda experiencia a ese momento en que el censor cubre toda expresión con el velo de la prohibición.

Reprimiendo al artista.

El represor crea al artista censurado. Al arte de la censura.

No habrá velo que descorrer. No habrá palimsesto por indagar. Salvo el de una superficie blanca que ocupa toda atención. Que rapta toda inquietud.

Acaparando la expresión sobre dos puntos solidarios.

Paradójicamente.

Solidarios.

El del censor y su arte de la censura.

Por exclusión. Se crea un afuera de la ley de censura que debe cesar. Que debe reprimirse y expulsarse de la expresión.

Todo arte de la censura es un negar lo que cesa cuando se opera la exclusión. Ese afuera. De la censura.

Ese afuera de la ley de censura.

En eso se equiparan hasta producirse una homologación.

Censura y Arte de la censura devienen los valores de ese arte del porvenir.

Cuando la expresión se elimina y se reprime.

El censor se nutre del Arte de la censura. Su fuerza es precisamente el consistir en la creación de ese arte interferido por su ley.

Un estado de ley que crea su no arte. Como Arte de la censura.

Estamos ante un caso paradójico de desubstanciación del estado del arte. Un estado en el que sin embargo podemos entender quizá cómo todo el estado del arte en esta fase de politización absoluta de la vida, es un estado sin Arte. O una manera de ser del arte que comporta precisamente su más completa negación u obsolecencia.

El Arte Político necesitará siempre precisamente esa no realización del arte a través del vehículo de un acto de censura, operado siempre como Arte de censura.

Un arte que captará toda atención sólo en la medida en que se opere precisamente la exclusión de sí. Es decir cuando desaloje de si todo lo que atente contra ese estado de superación del arte de censura. Del Arte Político.

Habrá operado el cometido de albergarse como ciudadano de ese estado del arte que ya no puede abandonar si precisamente insiste en el juego de su ciudadanía.

A menos que abandonando su ciudadanía se abandone a quien errando busca una Arcadia imposible por fuera precisamente de esa ciudadanía.

Un paraestado que irrumpiría la noción, quebrándola, de estado soberano del arte.

La figura límite entonces no es como podría suponerse el artista de la censura. Sino ese llamado a la develación de una crisis profunda de la noción de arte. Y más precisamente. La supuesta soberanía de ese estado soberano y de su artífice de soberanía.

Un arte de la censura es un arte de la naturalización de un estado de excepción que nos lleva a pensar el arte como un estado que no sería definible o concebible todavía sin ese estado de excepción que por lo general se ha hecho norma del estado del arte.

Claudia Díaz, domingo 28 de junio del año 2020