Revisando los requisitos para participar en el 6º Salón de arte joven del Club el Nogal, donde expuse hace dos años, encontré una desagradable sorpresa: “El proponente deberá ser egresado de un programa universitario de artes (o afines) o estar cursándolo.”
Al considerar que mi carrera de Estudios Literarios en la Nacional, enfocada a la crítica literaria y lejos de la práctica artística, no era tan (afín) a artes, decidí escribir indignado a la señora Clemencia Arango preguntando por qué habían puesto este requisito. Me respondió afirmando que la curadora había dicho que yo podía participar, pues afortunadamente para ellas, mi título de Profesional en Estudios Literarios era lo suficientemente (afín).
Pero yo ya estaba bastante indignado para olvidar el asunto. ¿Cuántas otras veces me había encontrado con este tipo de requisitos en diferentes convocatorias artísticas? Muchas otras. Al parecer, para algunos, ser artista es algo que únicamente se puede lograr haciendo una carrera de artes (o afines). ¿Dónde quedan entonces los ingenieros, médicos o biólogos – artistas o incluso los artistas que no van a una universidad? Porque les aseguro a los organizadores que sí existen, pues parecen ignorarlo. ¿Y dónde queda entonces la interdisciplinariedad? Vetada tras un simple requisito.
Pero ¿Por qué poner una condición como ésta? ¿Qué es lo que buscan? Le pregunté esto mismo a la curadora del salón Ana María Lozano, la misma que hace dos años se negó a colgar una de mis obras en El Nogal porque estaba sucia, cuando mi propuesta era re-utilizar objetos encontrados en la calle y ensamblarlos para hacer obras de arte. Le decía también que mi inquietud iba más allá de poder o no participar y le pedí que me respondiera como si yo fuera un biólogo – artista. Simplemente me respondió que leyera la convocatoria que ahí decía artes (y afines). No más.
Ya que no tuve respuesta me aventuraré a encontrar posibles razones por las que en algunas convocatorias ponen este requisito, ya que la del Nogal no es la única, pues también hay otras como por ejemplo algunas de Bogotá Tiene Talento, exclusivas para estudiantes de artes o autodidactas con más de cinco años de experiencia, pero ese es otro caso diferente, también muy interesante para analizar algún día. La razón más aparente podría ser que al pedir un diploma de grado en artes o afines los organizadores pueden confiar más tranquilamente en la calidad y en la trayectoria del artista. Este precisamente puede ser el centro del asunto: la calidad artística en relación con los estudios realizados. No voy a cuestionar qué tan buenos artistas son los egresados en artes, porque he visto de todo, pero sí me interesa cuestionar que se considere de menor calidad artística el trabajo de una persona que no estudió artes. ¿Si existe un jurado para evaluar la calidad artística de las obras de los concursantes, qué importa que éste sea artista o matemático? ¿Qué es eso que no se puede aprender también fuera del salón de clases? ¿Qué es lo que nos hace artistas más allá de nuestra propia obra?
Otra posible razón es la necesidad de filtrar la cantidad de concursantes, pero en este caso me pregunto ¿Qué tantas otras propuesta reciben de artistas con formaciones (no afines)? En caso de que sean muchas eso significaría que hay procesos de creación artística que se dan fuera de la academia, que sería importante considerar. Y si por el contrario las propuestas son pocas, esto haría aún más ridículo el requisito y nos llevaría a preguntar en un tono más angustiado: ¿Por qué negarle la posibilidad, no sólo de exponer, sino incluso de presentarse a la convocatoria, restringiendo y discriminando el trabajo de algunos pocos artistas que no estudiaron artes (o afines)”?
Considero que este tipo de actitud es un ensimismamiento, tan común en los espacios artísticos de nuestro país, donde se le pone fronteras innecesarias al arte a favor de la academia y del gremio, limitando el diálogo que debe existir entre el arte con todos los otros campos de la vida humana, además de no fomentar las prácticas artísticas en espacios no tradicionales.
Propongo entonces que el nombre del salón cambie a 1er salón de arte para egresados y estudiantes jóvenes de arte (o afines) del Club el Nogal, y entonces, en ese caso, no pondré objeción alguna, pero no pueden hablar de un salón de arte donde los artistas pueden o no participar de acuerdo a lo que estudiaron.
En mi caso en particular después de graduado he dedicado tres años al arte de forma autodidacta, lo que ha implicado un gran esfuerzo, llegando a exponer dentro y fuera del país y logrando varios reconocimientos, como para que alguien me diga que mi arte no puede ser considerado para un salón de artistas porque no estudié artes, o que mi participación dependa de la afinidad que consideren que existe entre los Estudios Literarios con las Artes. Yo y cuanto artista exista tenemos derecho a presentarnos a un salón de arte aunque sea para que nos digan que no.
Entonces, aprovechando que soy un egresado de una carrera (afín), aprovechando que estoy en el círculo de los que sí podemos participar, presenté el jueves pasado mi obra al Nogal titulada Maestro en Artes. Ésta consiste en un diploma, fiel copia dibujada, del que me dio la universidad cuando me gradué de Estudios Literarios, pero en vez de que se me otorgue el título de Profesional en Estudios Literarios se me otorga el de Maestro en Artes Plásticas (foto). La obra va acompañada de un texto explicativo donde se cuenta la historia de la misma obra. Este pues es mi certificado como artista, él único que me pueden exigir: mi obra.
Y como estoy seguro que los organizadores de un salón de arte estarán muy interesados en aceptar obras que promuevan la reflexión sobre el arte mismo, estoy muy optimista en que escogerán mi obra para ser expuesta.
Alexander Rios