Contrato de una obra religiosa

Encargar una obra a un artista se hace desde tiempos inmemoriales y tanto la noción de obra como la de artista se ha transformado con el paso del tiempo. Comisionar o encargar una obra actualmente implica una serie de acuerdos entre quien la encarga y el artista. Aunque por lo general se le otorga al artista una alto grado de autonomía, se debe cumplir con una serie de pautas que se acuerdan entre las partes. Para darnos una idea de cómo ha cambiado el hecho de encargar y/o comisionar una obra, así como las nociones de obra y artista, les invitamos a leer el siguiente contrato para una obra en el siglo XV.

Encargar una obra a un artista se hace desde tiempos inmemoriales y tanto la noción de obra como la de artista se ha transformado con el paso del tiempo. Comisionar o encargar una obra actualmente implica una serie de acuerdos entre quien la encarga y el artista. Aunque por lo general se le otorga al artista una alto grado de autonomía, se debe cumplir con una serie de pautas que se acuerdan entre las partes.

Para darnos una idea de cómo ha cambiado el hecho de encargar y/o comisionar una obra, así como las nociones de obra y artista*, les invitamos a leer el siguiente contrato para una obra en el siglo XV.

Contrato para el encargo de una obra religiosa

El día 24 de abril de 1453, el Maestro Enguerrand Quarton, de la diócesis de Laón, artista, residente en Avignon, contrata y acuerda con el señor Johanne Montanhach -presentes las dos partes contrayentes- la pintura de una obra en la manera, forma y significado, contenido y expresado, artículo por artículo, en una hoja de papel, que me ha sido entregada escrita en lengua castellana, cuyo contenido referido a continuación, dice así:

Sigue la disposición de la obra que el señor Johanne Montanhach encarga al Maestro Quarton, pintor.

En primer lugar, debe estar la representación del paraíso y en este paraíso debe encontrarse la Santísima Trinidad, y entre el Padre y el Hijo no debe existir ninguna diferencia, y el espíritu santo en forma de paloma y, delante, Nuestra Señora, según le parezca mejor al citado Maestro Quarton; y a Nuestra Señora, la Santísima Trinidad colocará una corona en la cabeza.

Además, los vestidos deberán ser ricos; el de Nuestra Señora será de damasco blanco con dibujos, a juicio del mencionado Maestro Quarton; y alrededor de la Santísima Trinidad se representarán querubines y serafines.

Y, a un lado de nuestra señora, debe situarse al Ángel Gabriel, con un cierto número de ángeles y en el otro lado a San Miguel, también con cierto número de ángeles, según le parezca mejor al citado Maestro Quarton.

Y, hacia el otro lado, san juan bautista con otros patriarcas y profetas, a juicio del mencionado Maestro Quarton.

Y, a la derecha, debe encontrarse San Pedro y San Pablo con un cierto número de los otros apóstoles.

Y, del lado de san pedro, debe estar un papa mártir, al cual un ángel sostendrá la tiara sobre la cabeza, junto con san esteban y san lorenzo, vestidos de cardenales diáconos y además otros santos mártires, según la disposición del citado Maestro.

Y, del lado de San Juan Bautista, estarán los Confesores, esto es, San Gregorio como Papa, como se ha dicho antes, y dos Santos Cardenales, uno viejo y otro joven, y San Agrícola y San Hugo, obispos (San Hugo con hábito de Cartujo) y otros santos, a juicio del citado Maestro Quarton.

Además, de la parte de San Pedro, debe estar Santa Catalina, con algunas otras vírgenes, a juicio del citado Maestro Quarton.

Y, de la parte de San Juan Bautista, la Magdalena y las dos Marías, la madre de Santiago y Salomé, cada una de las cuales tendrá en la mano lo que deba tener, junto con otras viudas, a juicio del citado Maestro Quarton.

Además, deben estar en el referido paraíso todas las condiciones de vida del mundo, según la disposición del citado Maestro Quarton.

Y, debajo del citado paraíso debe encontrarse el cielo, en el cual estarán el sol y la luna, a juicio del citado Maestro Quarton.

Y, después del Cielo, el Mundo, en el que se representará una parte de la Ciudad de Roma.

Además, hacia el oeste, debe representarse la Iglesia de San Pedro en Roma y delante de dicha Iglesia a la salida una piña de cobre y desde allí se desciende por medio de una gran escalinata a una gran plaza que se extiende hasta el Puente de San Angel.

Y, a la izquierda de la citada, hay una parte de las murallas de roma y al otro lado se encuentran casas y talleres de todo género: al final de la mencionada plaza está el Castillo del Ángel y un puente sobre el Tiber que conduce a la dicha Ciudad de Roma.

Además, en la dicha ciudad de roma hay muchas iglesias, entre las cuales se encuentra la iglesia de la santa cruz de jerusalén, donde san gregorio celebró la misa y se le apareció nuestro señor en forma de «Ecce Homo»: en ésta se pintará la historia según la disposición del citado Maestro Quarton y en la historia estará San Hugo, cartujo que asiste al citado San Gregorio con otros prelados, a juicio del mencionado Maestro Quarton.

Y, saliendo de roma, debe mostrarse el Tíber que desemboca en el mar y que tendrá cierto número de galeras y de naves.

Y, más allá del mar, estará una parte de Jerusalén; sobre todo el Monte de los Olivos, donde estará la cruz de Nuestro Señor y al pié de ésta se situará un cartujo orando, y algo más lejos estará el sepulcro de Nuestro Señor y en lo alto un ángel que dice: «Surrexit, no est hic, ecce locus ubi posuerunt eum».

Y, al pie de dicho sepulcro, habrá dos orantes, a la derecha el Valle de Josafat tras dos montañas, en el cual hay una iglesia donde se encuentra el sepulcro de nuestro señor y un ángel que dice: «Assumpta est maria ad etherum thalamum in quo rex regum stellato sedet solio»; y al pie del sepulcro un orante.

Y, a la izquierda, un valle en el que estarán tres personas, todas de la misma edad, y de las tres surgirá un rayo de sol, y allá estará Abraham saliendo de su tienda y adorando a las citadas tres personas y diciendo: «Domine, si inveni gratiam in oculis tuis, ne transeas servum tuum, sede, afferam paululum aque et laventur pedes vestri».

Y, en la segunda montaña, estará Moisés con su pueblo y un joven que toca la cornamusa y allí aparece al citado Moisés nuestro señor en forma de fuego en medio de un zarzal, y dirá Nuestro Señor: «Moyses, moyses», y moisés responderá: «Assum».

Además, a la izquierda estará el infierno y tras el purgatorio y el infierno habrá una montaña; y del lado del purgatorio, sobre la montaña, habrá un ángel que conforta a las almas del purgatorio; y del lado del infierno estará un diablo, en la montaña, muy desfigurado, que vuelve la espalda al ángel y que arroja ciertas almas al infierno, que le son entregadas por otro diablo.

Y, en el purgatorio y en el infierno, estarán todas las condiciones de vida, a juicio del citado Maestro Quarton.

Y, la citada obra debe realizarse con finos colores al óleo y el azul tiene que ser azul fino de acre, excepto el que se pondrá en la cornisa, el cual será azul fino de Alemania; y el oro que se usará, ya sea para la cornisa ya para el entorno de la obra, será oro fino y bruñido.

Y, el mencionado Maestro Quarton demostrará toda su capacidad en la Santísima Trinidad y en la Bendita Virgen María, y lo restante lo realizará según su conciencia. y, la parte posterior de la obra, estará pintada de un fino damasco carmesí con lirios dibujados.

Dice y promete, el mismo Maestro Quarton, hacer esto y finalmente de acuerdo con las citadas indicaciones, desde la próxima fiesta de San Miguel hasta el año próximo, por el precio de ciento veinte florines, cada uno de los cuales vale veinticuatro sueldos de oro de la moneda corriente en Avignon, descontando de éste los cuarenta florines corrientes que el citado pintor reconoce haber obtenido del mismo señor Johanne, del cual el mismo pintor se declaró contento y después expidió recibo al citado señor Johanne… la suma remanente el dicho señor Johanne promete saldar al mismo Maestro Quarton como sigue: veinte florines, cuando el mismo pintor habrá llevado a término la mitad de la obra; y, cuarenta florines según lo que haga y como pago a cuenta de la misma obra; y, los veinte florines en el momento en que la obra se haya finalizado y colocado en la citada iglesia de los cartujos. y el citado Johanne promete que se acordará con el prior y con el convento de los cartujos a fin de que éstos respondan al citado Maestro Quarton de la suma remanente en ausencia del mismo Johanne Montanhach.

Contrato del encargo otorgado en el Taller de Especies de la casa de Joan de Brito, mercader de especies, ciudadano de Avignon, presentes…

Coronación de la Virgen, Enguerrand Quarton. 1454.

***

Contrato publicado en Joaquín Yarza y otros, Fuentes y documentos para la historia del Arte. Arte Medieval II. Románico y Gótico, III, Barcelona, 1982, pp. 422-426.

* La noción de autor no existía en el siglo XV. Sólo hasta el siglo XVII se comienza a definir esa noción.