Ayer me encontré con Miguel González, mencionó todas las razones por las cuales él consideraba que todo este “bororó” había sido falta de profesionalismo de los curadores. También me dijo lo que dijo pepita, y lo que dijo pepito.
Anteayer escuché la conversación entre Vanegas y Ospina, en la que Vanegas habla de “inexperiencia de los curadores”.
¿Es realmente de inexperiencia curatorial de lo que estamos hablando? ¿Es realmente una ofensa tan honda tan honda lo que anima un supuesto problema judicial de ese calibre, como lo quieren proponer la artista Sandra Patricia Navia?
Creo que todo se resolvería si Herlyng y Riccardo publicaran los detalles de sus investigaciones con los artistas, los mapas conceptuales que hicieron, y los planos de montaje que ensayaron una y otra vez. Y que publicaran también las comunicaciones privadas que han tenido con los artistas, donde se ve que ellos han estado pendientes de darle solución a la situación y de atender a los artistas, al nivel que tiene que ser: de tu a tu, y no aquí públicamente para alimentar este hambre de polémica.
Los curadores redactaron un comunicado que todavía no se ha publicado en el que explicaban lo que pasó, delimitando con precisión cuál había sido su error, que no es como lo está narrando la prensa ni como reza el texto de González o Quintero, y que no tiene que ver con éticas curatoriales horrorosas causadas por la falta de profesionalismo, como se anda comentando por ahí.
La pregunta que se ha venido gestando poco a poco es: ¿Realmente los artistas están tan ofendidos o esto hace parte de una jugada más grande, a otra escala?
1.
Al otro día de la inauguración de “La Cosas en sí…” (o la misma noche) Sandra P. Navia recibió unas fotos por whatsaap de cómo había quedado montada su obra. Muy pocas horas después de la inauguración. Unas fotos que parecen tomadas con el mismo celular que las fotos que Carlos Quintero publicó en su primer comentario sobre los regionales de su blog “Desde la kaverna”. Quién sabe qué le habrá dicho ese “amigo” que le mandó las fotos, porque ella, sin haber visto la exposición, ya estaba furibunda y hablándole al curador de una manera muy amenazante.
El post de Quintero apareció también muy pocas horas después de la inauguración, así como el texto que escribió Miguel González y la rápida distribución que hizo de éste José Horacio Martínez vía mail. No creo que el arte sea capaz de generar tanto disgusto como para que haya tanta organización en la respuesta, como para dedicar tanto tiempo, energía y logística a una “mala curaduría”.
La gente se pregunta: ¿Por qué si Miguel González nunca escribe nada, decidió escribir esta vez?
A unos de los curadores de esta exposición le dijeron el día de la inauguración, varios profesores de Bellas Artes: “oiga, felicitaciones, mucha gente estaba diciendo por ahí que esto iba a ser un fiasco”. También desde Popayán, desde mucho antes de inaugurado el Salón, se escuchaban las voces de las autoridades artísticas payanesas decirle a una de las artistas participantes de este proyecto: “¿pero es que no entiendes?, date cuenta, ese Salón va a ser un fracaso”.
¿Por qué si a Quintero no se le ve usualmente en las inauguraciones de casi nada de lo que pasa en la ciudad, y menos en La Tertulia, por qué decidió de buenas a primeras ir a este Salón? Por qué, si él, como él mismo afirma en su primer texto, ya sabía que la exposición lo iba a decepcionar, ¿Para qué fue? ¿Qué clase de espectador o “crítico” va a comprobar sus prejuicios a las exposiciones?
3.
Justo en estos días, mientras acontecía esta discusión sobre el regional -zona pacífico-, estaba escribiendo un texto sobre Helena producciones. Releyendo los textos de este colectivo me di cuenta de que ellos también tenía unos “detractores”, y que eran los mismos que, quince años después, están intentando vilipendiar el proyecto curado por Herlyng Ferla y Riccardo Giacconni. No sólo son las mismas personas, sino también los mismos juicios de valor. A los de Helena les decían que eran unos inexpertos, que les faltaba seriedad, que lo que hacían era muy mediocre, y que “eran unos vendidos al sistema” porque habían decidido por primera vez hacer una versión del festival en el Museo La Tertulia.
Se podría aprovechar el ejemplo de Helena para cuestionar todas esas etiquetas que le han puesto no sólo a los curadores de este proyecto, sino a los que estamos cerca de ellos y de su proyecto: “falta de profesionalismo”, “inexperiencia”, etc. Parece que este grupo de críticos locales aprecia con desprecio todo lo que empieza a cobrar vida en esta ciudad, pues no fueron capaces de ver la pericia que tuvo (y ha tenido) Helena para interpelar el contexto local, para ponerlo a dialogar con ideas y artistas de otras partes, y finalmente, para que muchas personas pongan su vista e interés en esta ciudad. Los “nuevos” de hace quince o veinte años, que fueron criticados de inexpertos, son hoy parte de los elementos principales de la historia del arte local.
Pero digamos que este no es un argumento todavía, es sólo un elemento para tener en cuenta que los mismos siempre dicen lo mismo. El pensamiento conservador califica de “inexperto” todo aquello con lo que no puede entrar en diálogo, o con lo que simplemente no le interesa entrar en interlocución. En términos de curaduría: ¿Qué constituye un error? ¿Qué es profesionalismo? ¿Un curador profesional en términos de producción y museografía es garantía de una exposición que logre conexiones potentes y sutiles entre las cosas? ¿Ser un buen curador es poner el cuadro a 1.50 cms., iluminarlo con la luz que indica el manual, con la ficha como todo el mundo la hace? ¿Ser un buen productor garantiza ser un buen curador? ¿Ser un museógrafo, tal como lo dictan los códigos técnicos de un manual, lo hace a uno una persona que es capaz de poner a dialogar materiales en un espacio? Estaría bueno que se sacaran a relucir todos esos argumentos que andan vociferando en los pasillos por acá, de qué es ser un buen curador, qué es ser un profesional, porque conozco muchos “profesionales” que hacen todas las partes legales y museográficas muy “como debe ser”, pero que precisamente por hacer todo como debe ser, se les olvida ser críticos con su propia disciplina, y terminan produciendo exposiciones que simplemente se añaden a lo que ya se ha hecho, en vez de ponerlo en crisis.
Por eso es importante precisar cuál fue el error de los curadores en concreto, y no decir simplemente “la exposición fue un fiasco”, o “son unos inexpertos”. En la conversación entre Ospina y Vanegas, el primero delimitaba el error, explicaba en qué consistía, decía algo así como: los curadores llegaron hasta a acuerdos de montaje con los artistas, y después de un punto, el diálogo se rompió.
Esa ruptura que describe Ospina es un error: no haber enviado una última foto del montaje para que el artista dijera: si, me gusta así. Es un error de producción, de tomarse las cosas más con calma y discutirlas con más tiempo con el artista. Pero como curadores hicieron un gran trabajo. Al leer el comunicado # 1 se ve que hay una articulación conceptual entre todos los eventos y exposiciones, que hace alusión a particularidades locales sin ser literales. Las ideas que unen las cuatro exposiciones todas tienen que ver con características de la mirada y la sensibilidad que propició el cine, sin que las exposiciones sean sobre el cine de manera explícita. Hablan sobre ideas de base en torno a lo colectivo, sin hacer una exposición documental de colectivos. Ponen en relación obras de personas que provienen de diferentes campos y de diferentes generaciones. Con eso cumple con creces los requisitos básicos de un regional, y de ser un trabajo curatorial esmerado en la delicadeza no propagandística con que se exponen las ideas. En un caso el error fue no mostrarle la foto final a la artista. En otro caso el error fue confiar en que con un guía en sala se solucionaría la seguridad de la obra de Amador. En otro caso, más que error hay un malentendido: el curador propuso quitar la pintura de un marco, el artista dijo o entendió envejecer. Dos versiones encontradas. Los errores son errores de comunicación y producción, errores que se han agrandado por el pedaleo de unos mayores que quieren otra cosa, que buscan otras cabezas, o que, simplemente, buscan continuar con su agenda de vilipendiar todo lo que empiece a moverse en la ciudad.
Muchas veces en las curadurías pasan errores de este tipo. Nosotros (S. Ramirez y yo) con la curaduría del Salón Regional pasado tuvimos problemas así con un par de artistas, en la Bienal de Sao Paulo de no sé qué año pasaron cosas más graves, en la última Bienal de La Habana muchas veces no hubo fichas técnicas, ni programación, y siempre los horarios de los performances cambiaban a última hora, sin previo aviso. Pasa en todas partes, pasa en las mejores familias y en eventos más grandes y prestigiosos que este. Incluso, en el 41 Salón Nacional de Cali pasaron errores logísticos aún más graves, de las que quizá Quintero podría dar cuenta, como lo sugiere Ospina en esa conversación con Vanegas.
Entonces, ¿Qué tiene de especial esta situación para que hayan querido manifestarse justo esta vez?
4.
Es bien conocida en Cali la práctica del anónimo en el campo del arte. Cuentan de un anónimo que le llegó a Jenny Vilá, y que ella demandó pensando que era Miguel González, etc., etc. Chismes. Nunca vamos a poder comprobar quién hace estos anónimos, pero sí podemos rastrear cuáles son las personas, instituciones o iniciativas que intenta atacar y cómo.
Anónimos también le llegaron a Helena Producciones cuando “se vendieron al sistema” por hacer una de las versiones del festival en La Tertulia.
Anónimos eran una cantidad de textos que escribieron hace unos años los autores del libro Ojotravieso, y que ya no son tan anónimos, y que se sabe que eran de autoría de Carlos Quintero y José Horacio Martínez.
Lo que es extraño es que los argumentos del anónimo que recibió Helena producciones son los mismos que publicaban en Ojotravieso. Extraña coincidencia.
En el 2013 Mónica Restrepo, ex-miembro de lugar a dudas, ganó, junto con otros artistas, la convocatoria BLOC que organizaba lugar a dudas con otras instituciones locales.
Hubo un anónimo circulando que trataba de tachar y poner en duda la transparencia de las labores de lugar a dudas, la legalidad e idoneidad de las ganadoras de este concurso. La cosa alcanzó un revuelo de mediano alcance porque los argumentos se podían falsear fácilmente, y la cosa acabó pronto. Pero fue un claro intento de demeritar la labor de esa institución.
Sin embargo, en esta ocasión, está de por medio la plata pública, y el papayazo que dieron los curadores de este regional. Curadores tranquilos, sin ningún tipo de prevención del nivel de resentimiento que se maneja en esta región. Curadores sin el respaldo que podría tener Juan Sebastián Ramírez, sin su capacidad kamikaze de enfrentársele al que sea, o sin la influencia que podría tener Alejandro Martín. Un blanco fácil de atacar.
La inocencia de los curadores Ferla y Giacconni, toda la ira que puede desatar y todas las masas que puede mover el ilusorio concepto de “representación regional”, junto con el tema de la plata pública, todo eso unido al blandengue argumento de la “inexperiencia” de los curadores, y el hecho de que los curadores eligieron un formato experimental de curaduría, hace de este un blanco fácil. Todo lo que no corresponda con los cánones es muy fácil de vilipendiar por aquellos que se creen las autoridades abaladas por diez o veinte años de hacer lo mismo de la misma manera, o por un título universitario que los avala como tecnócratas del arte.
¿Por qué no atacaron el Salón Regional pasado?
R/ Por que estaban incluidos en él. El Salón Regional pasado publicó el libro Ojotravieso, editado por Juan Sebastián Ramírez, y que recopila los textos de José Horacio Martínez y Carlos Quintero, en los que se pone en evidencia cómo critican y qué tipo de cosas critica(ban), bajo el pseudónimo de Jonás Ballenero, María Libreros y José Fernando Marquín.
5.
En el campo del derecho, se le denomina “testigo de oídas” a aquel que no ha presenciado un hecho, pero ha escuchado evidencias de terceras personas. Es en muchos casos, esta información proveniente de aquella información difícil de comprobar, la que ayuda a desmantelar el caso. Eso que en cristiano llamamos “chisme” tiene la capacidad de ilustrar cosas que nos ayudan a entender situaciones.
Cuentan que un artista local mandaba vía mail a un círculo pequeño de amigos unos power point con mensajes religiosos. También cuentan que José Horacio Martínez usaba las imágenes de estos power point y les cambiaba el sentido, los volvía caricaturas, les alteraba el mensaje, en resumen, los intervenía y los volvía a mandar así modificados. Es interesante ver a un “maestro”, como lo llaman acá, dedicándole tiempo a este tipo de menesteres: buscar imágenes en internet, “fotochopearlas”, recortarlas, y pegarlas en otra imagen, ponerles un texto distinto al original, produciendo un collage humorístico.
Podríamos denominar esta práctica como el proto-meme, y este pequeño chisme podría estar ubicando al maestro como el precursor del meme en Colombia. Una práctica hoy muy importante para el avance y desarrollo de la crítica de arte. Hay que reconocer los aportes del maestro al campo, y hay que darles lugar.
Obviamente no hay que demeritar el trabajo de otros personajes, hay otras personas que han venido creando este memes, pero ya vemos que el maestro hacía memes antes de que este, como concepto y formato, fuera inventado.
Si uno investiga por facebook se da cuenta de que la mayoría de memes eran distribuidos por una alias, por un anónimo, que se llama Canelia Sinesis (o algo así). Es curioso que tan pronto salían los memes, el primero que los distribuía, reposteaba y les daba “likes” era Carlos Quintero. También resulta extraño comprobar que la (o el) tal Canelia Sinesis (o como se llame) publicó una información (un mail) que sólo le había llegado a siete personas que hacían parte del regional. En menos de una hora, esa persona ya había posteado el mail que le envió un miembro del Ministerio de Cultura a los siete artistas citados a la primera reunión de conciliación que hubo entre artistas y curadores. ¿Qué persona tendría esta información tan rápidamente? ¿Quién se la habrá rotado de una manera tan rápida y efectiva?
5.
Hace unos días de un lado se preguntaban ¿Qué fuerzas oscuras están detrás de todo esto? La pregunta permanece, pero se la están haciendo los de la acera de enfrente.
Ericka Flórez
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Debate sobre el Salón Regional en La Tertulia
Desde hace varios días se han venido publicando fuertes críticas al Salón Regional que se inauguró el pasado 3 de julio en el Museo La Tertulia: Miguel González, crítico y ex-curador del Museo La Tertulia, señala entre otras cosas que la curaduría “invisibiliza, despedaza y usa como rehenes obras para que obedezcan, como en este caso, a etiquetas fatuas” y reclama al Ministerio de Cultura que “debe de asesorarse mejor al escoger los curadores”. El crítico Carlos Quintero escribe que “El gran problema es la pésima museografía y el dudoso montaje. Al parecer, y siguiendo los “lineamientos” museales de la institución, a los “curadores” se les ocurrió “jugar” con las obras en el espacio… Pues, ¡perdieron!”
1 comentario
Cómo seria ese encuentro? Y Quien sabe que dijeron Pepito y Pepita?… Ay esa Erika siempre con sus chismes !