Vuelve y juega: hace unos días Opaín utilizó a El Espectador para filtrar como noticia la falacia de “un edificio viejo reforzado” vs. “un aeropuerto nuevo de primer nivel”.[1] Ahora, Opaín puso a decir a Semana que la demolición del viejo terminal de Eldorado está “embolatando la construcción de uno nuevo”.[2]
Parecería nuevamente que tumbar uno es condición necesaria para hacer el otro. Sin embargo, recordemos una vez más que el nuevo terminal no está proyectado para completarse al demoler la edificación actual; lo que se hará es parquear en su lugar seis aviones. Desde luego, si el edificio modelo 1959 no sirve como terminal modelo 2012, no tiene porqué destinarse para este fin. Pero tampoco tumbarse.
En realidad, lo que parece estar embolatado para Opaín es un gran negocio: “15 años más de concesión, que se sumarían a los 20 que ya tiene.” Está bien que haga un gran negocio. ¡Ni más faltaba! Pero que sea otro gran negocio, diferente a demoler las partes importantes del edificio actual.
Vuelve y juega: Eldorado non delenda est.